/ sábado 29 de octubre de 2022

Liora Spilk Bialostozky explora a Pedro Friedeberg, el hombre detrás del genio

Pedro, un documental sobre la vida y obra de Pedro Friedeberg 

¿Cómo grabar a alguien que no quiere ser grabado y, encima, hacer un documental? De entre tantos retos, ese fue el más complicado al que se enfrentó la realizadora mexicana Liora Spilk Bialostozky, quien quiso ir más allá del artista Pedro Friedeberg para hurgar en la persona, en el ser humano que se esconde detrás de todo personaje.

Friedeberg, hijo del surrealismo, italiano, alemán y judío de ascendencia, es una figura excéntrica, un polemista que ha dicho que el arte, sin dudarlo, está muerto. Exótico a veces hasta en la vestimenta, Friedeberg pertenece a una generación de artistas enamorados del rompimiento, del simbolismo como transgresión de la realidad. Ese lado, por supuesto, está en Pedro, el documental, pero también se retrata su lado cándido, afable, tierno.

“De eso trata la película un poco: lo que significa persistir con un personaje que no le gusta ser filmado”, dice en entrevista con El Sol de México, Liora Spilk Bialostozky, a propósito de la presentación de este documental (su ópera prima) en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2022.

La directora tenía sólo 20 años cuando decidió comenzar esta aventura cinematográfica. Friedeberg no le resultaba del todo desconocido. Además de admiradora de su obra, el artista era un viejo amigo de su abuela, historiadora del arte de profesión. Pedro Friedeberg llegó a México cuando tenía sólo tres años. Eran tiempos de la invasión nazi y el antisemitismo. Su familia, judía, escapó del Holocausto.

“(Pedro Friedeberg) es una personalidad muy fuerte, pero esta película trata del humano detrás del genio, de la persona que existe detrás de nuestros ídolos”, asegura la realizadora, quien también es experta en edición cinematográfica.

Todo comenzó cuando a Liora Spilk le pidieron en sus clases universitarias realizar un proyecto sobre alguien que admirara. A su cabeza inmediatamente vino la imagen singular de Friedeberg, el hombre enamorado de los símbolos religiosos y del juego de colores. Este hombre es un amante del ornamento no como complemento, sino como esencia: la forma como fondo.

“Su obra es la posibilidad de un escape a un mundo fantástico, que en realidad es su mente, llena de humor, referencias literarias e historia”, apunta la directora egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Si algo tiene la obra de Friedeberg son referencias al pasado. La nostalgia es inevitable cuando se le contempla. Para Liora Spilk eso juega un papel un fundamental en su documental. “Es una película muy honesta, cariñosa, melancólica y sincera. La nostalgia es un concepto importante en mi vida y en mi quehacer artístico”, dice.

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Pedro es una cinta que aporta un grano más al inmenso arenal biográfico que existe sobre este artista, cuya cara pública contrasta con su lado íntimo, ese que lo arropa en el día a día.

La directora reconoce que Pedro llega a festivales en un momento en el que el cine documental goza de una fortaleza sin precedentes, tanto a nivel creativo como a nivel industrial. Actualmente, los documentales son un boom en las plataformas de streaming. “La realidad es más extraña que la ficción, ese es el encanto del documental. Creo que hay algo en la sinceridad del material documental que es súper cautivador y tiene posibilidades emotivas enormes”.

¿Cómo grabar a alguien que no quiere ser grabado y, encima, hacer un documental? De entre tantos retos, ese fue el más complicado al que se enfrentó la realizadora mexicana Liora Spilk Bialostozky, quien quiso ir más allá del artista Pedro Friedeberg para hurgar en la persona, en el ser humano que se esconde detrás de todo personaje.

Friedeberg, hijo del surrealismo, italiano, alemán y judío de ascendencia, es una figura excéntrica, un polemista que ha dicho que el arte, sin dudarlo, está muerto. Exótico a veces hasta en la vestimenta, Friedeberg pertenece a una generación de artistas enamorados del rompimiento, del simbolismo como transgresión de la realidad. Ese lado, por supuesto, está en Pedro, el documental, pero también se retrata su lado cándido, afable, tierno.

“De eso trata la película un poco: lo que significa persistir con un personaje que no le gusta ser filmado”, dice en entrevista con El Sol de México, Liora Spilk Bialostozky, a propósito de la presentación de este documental (su ópera prima) en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2022.

La directora tenía sólo 20 años cuando decidió comenzar esta aventura cinematográfica. Friedeberg no le resultaba del todo desconocido. Además de admiradora de su obra, el artista era un viejo amigo de su abuela, historiadora del arte de profesión. Pedro Friedeberg llegó a México cuando tenía sólo tres años. Eran tiempos de la invasión nazi y el antisemitismo. Su familia, judía, escapó del Holocausto.

“(Pedro Friedeberg) es una personalidad muy fuerte, pero esta película trata del humano detrás del genio, de la persona que existe detrás de nuestros ídolos”, asegura la realizadora, quien también es experta en edición cinematográfica.

Todo comenzó cuando a Liora Spilk le pidieron en sus clases universitarias realizar un proyecto sobre alguien que admirara. A su cabeza inmediatamente vino la imagen singular de Friedeberg, el hombre enamorado de los símbolos religiosos y del juego de colores. Este hombre es un amante del ornamento no como complemento, sino como esencia: la forma como fondo.

“Su obra es la posibilidad de un escape a un mundo fantástico, que en realidad es su mente, llena de humor, referencias literarias e historia”, apunta la directora egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Si algo tiene la obra de Friedeberg son referencias al pasado. La nostalgia es inevitable cuando se le contempla. Para Liora Spilk eso juega un papel un fundamental en su documental. “Es una película muy honesta, cariñosa, melancólica y sincera. La nostalgia es un concepto importante en mi vida y en mi quehacer artístico”, dice.

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Pedro es una cinta que aporta un grano más al inmenso arenal biográfico que existe sobre este artista, cuya cara pública contrasta con su lado íntimo, ese que lo arropa en el día a día.

La directora reconoce que Pedro llega a festivales en un momento en el que el cine documental goza de una fortaleza sin precedentes, tanto a nivel creativo como a nivel industrial. Actualmente, los documentales son un boom en las plataformas de streaming. “La realidad es más extraña que la ficción, ese es el encanto del documental. Creo que hay algo en la sinceridad del material documental que es súper cautivador y tiene posibilidades emotivas enormes”.

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