Datos de la Organización Mundial de la Salud revelan que más de 2.5 millones de mexicanos enfrentan alguna forma de discapacidad visual, de los cuales 300 mil viven en completa ceguera. Estas cifras, más allá de ser estadísticas, representan individuos con historias personales de desafío y resiliencia. Imaginemos a una persona invidente lidiando con una enfermedad en medio de la caótica realidad del desabasto de medicamentos. Cada día se convierte en una batalla por su salud, donde la falta de acceso a información clara o en formatos inclusivos, le agrega aún más confusión y preocupación al problema.
Precisamente por eso, en diciembre pasado presenté una iniciativa ante el Senado, que propone agregar información en sistema de escritura Braille en los envases de medicamentos, como un paso crucial hacia la inclusión y empoderamiento de las personas con discapacidad visual.
Incluir información en Braille en los envases no es sólo un acto de igualdad, es una manifestación de humanidad que marca la diferencia entre la salud y la enfermedad, entre la seguridad y la incertidumbre. El Braille se convierte en un puente hacia la autonomía y la toma de decisiones informadas para las personas con discapacidad visual, ofreciendo una herramienta vital para comprender aspectos cruciales que podrían parecer simples, como la fecha de caducidad de los medicamentos.
Un estudio reciente revela una conexión directa entre la falta de información accesible y la toma involuntaria de medicamentos vencidos por parte de personas invidentes. Un impactante 33% de los encuestados admitió haber consumido medicamentos caducados, debido a la ausencia de etiquetas en Braille. Este dato, lejos de ser solo una estadística, representa vidas afectadas y derechos a la salud denegados. Es un llamado de atención que no podemos ignorar, una llamada urgente a la acción.
La propuesta va más allá de una simple modificación administrativa o del agregar “relieves” a una caja o una etiqueta; es un llamado a la justicia social y a reconocer los derechos humanos fundamentales. En un país donde la salud es un bien preciado, negar información accesible a un segmento considerable de la población es una afrenta a la equidad y al derecho a la salud. La reforma a la Ley General de Salud que propongo no es una opción, es un deber moral que nuestra sociedad debe abrazar con urgencia.
Sin embargo, la modificación legislativa no es suficiente por sí sola. Se requiere un cambio cultural que permeé en la sociedad y se refleje en la práctica diaria. La educación y la sensibilización son herramientas esenciales para lograr esto. Los profesionales de la salud y el público en general deben comprender la importancia de proporcionar información accesible y útil para todas las personas.
La presente reforma representa más que un simple acto administrativo, es un recordatorio tangible de que estamos comprometidos con la igualdad, la inclusión y la justicia.
Senador de la República
@ErandiBermudez