/ miércoles 21 de febrero de 2024

Inaplazable

En el dinámico escenario del siglo XXI, nos enfrentamos a un desafío que resuena todos los días: la persistente brecha salarial entre hombres y mujeres en México. Convencido de que mi deber es impulsar cambios significativos que transformen nuestra sociedad y promuevan la igualdad, presenté una iniciativa para reformar el artículo 86 de la Ley Federal del Trabajo, buscando que sea obligatorio por ley que, ante un trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe corresponder el mismo salario entre mujeres y hombres, sin excepción.

Las cifras presentadas por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revelan una realidad inquietante. En tres meses, un hombre gana en promedio 10 mil 204 pesos más que una mujer que realiza el mismo trabajo, marcando un aumento del 13% en comparación con 2020. Estas diferencias son más pronunciadas en diferentes grupos demográficos, evidenciando la profundidad del problema.

En el grupo de 50 a 59 años, la brecha alcanza los 14 mil 295 pesos al trimestre. Las mujeres en este rango perciben en promedio 23 mil 652 pesos, mientras que los hombres ingresan 37 mil 947. Más que números, estas son historias reales que ilustran la desigualdad arraigada en nuestra sociedad. Este fenómeno se extiende a la educación, la edad y se refleja dolorosamente en el ámbito empresarial, donde las mujeres ocupan solo el 28.7% de los cargos de alta dirección.

Detrás de estas estadísticas frías, encontramos historias que revelan la impactante realidad de la desigualdad salarial. En el campo de la salud, vemos a una médica con la misma formación y experiencia que su colega masculino, pero recibiendo un salario significativamente inferior. En la industria manufacturera, mujeres que producen los mismos bienes que sus compañeros hombres, pero con salarios más bajos. Estas situaciones no solo son injusticias económicas, sino ofensas a la valía y al esfuerzo de las mujeres en sus respectivos campos.

La nula igualdad salarial trasciende las cifras y se adentra en el tejido social, afectando la autoestima y la confianza de las mujeres. Este problema, lejos de ser meramente económico, se convierte en una cuestión de dignidad. Las mujeres deben ser reconocidas y valoradas por su trabajo, sin restricciones ni discriminaciones.

En nuestra búsqueda de igualdad, es esencial reconocer las raíces culturales y las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad. La persistente desvalorización de las labores domésticas y de cuidado, mayormente atribuidas a las mujeres, contribuye a esta disparidad salarial. Estos roles, esenciales para el funcionamiento de la sociedad, a menudo pasan desapercibidos, impactando negativamente la autonomía económica de las mujeres.

La igualdad salarial no es solo un imperativo legal, es un compromiso moral y social. Empoderar económicamente a las mujeres implica no solo garantizar salarios justos, sino también ofrecer oportunidades de crecimiento profesional y empresarial.

Las empresas, como actores clave en esta lucha, deben adoptar políticas de transparencia salarial y eliminar sesgos de género en todos los niveles. Imaginemos un México donde el género no determine el futuro económico de una niña y donde las madres puedan brindar a sus hijos una vida digna y llena de oportunidades. Estos sueños y aspiraciones deben ser nuestra guía en esta lucha. Cerrar la brecha salarial no es solo una cuestión de justicia; es un acto de sanación social.

Esta iniciativa para reformar la Ley Federal del Trabajo es un paso concreto, pero nuestra responsabilidad no termina aquí. Es un recordatorio tangible de nuestro compromiso con la igualdad, la inclusión y la justicia. Sigamos trabajando juntos para construir un México donde todos, independientemente del género, alcancemos nuestro máximo potencial.

Somos millones quienes creemos que México es enorme. Soy Erandi Bermúdez y les escribo desde Guanajuato, nuestro Guanajuato Ganador.


Senador de la República

@ErandiBermudez

En el dinámico escenario del siglo XXI, nos enfrentamos a un desafío que resuena todos los días: la persistente brecha salarial entre hombres y mujeres en México. Convencido de que mi deber es impulsar cambios significativos que transformen nuestra sociedad y promuevan la igualdad, presenté una iniciativa para reformar el artículo 86 de la Ley Federal del Trabajo, buscando que sea obligatorio por ley que, ante un trabajo igual, desempeñado en puesto, jornada y condiciones de eficiencia también iguales, debe corresponder el mismo salario entre mujeres y hombres, sin excepción.

Las cifras presentadas por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revelan una realidad inquietante. En tres meses, un hombre gana en promedio 10 mil 204 pesos más que una mujer que realiza el mismo trabajo, marcando un aumento del 13% en comparación con 2020. Estas diferencias son más pronunciadas en diferentes grupos demográficos, evidenciando la profundidad del problema.

En el grupo de 50 a 59 años, la brecha alcanza los 14 mil 295 pesos al trimestre. Las mujeres en este rango perciben en promedio 23 mil 652 pesos, mientras que los hombres ingresan 37 mil 947. Más que números, estas son historias reales que ilustran la desigualdad arraigada en nuestra sociedad. Este fenómeno se extiende a la educación, la edad y se refleja dolorosamente en el ámbito empresarial, donde las mujeres ocupan solo el 28.7% de los cargos de alta dirección.

Detrás de estas estadísticas frías, encontramos historias que revelan la impactante realidad de la desigualdad salarial. En el campo de la salud, vemos a una médica con la misma formación y experiencia que su colega masculino, pero recibiendo un salario significativamente inferior. En la industria manufacturera, mujeres que producen los mismos bienes que sus compañeros hombres, pero con salarios más bajos. Estas situaciones no solo son injusticias económicas, sino ofensas a la valía y al esfuerzo de las mujeres en sus respectivos campos.

La nula igualdad salarial trasciende las cifras y se adentra en el tejido social, afectando la autoestima y la confianza de las mujeres. Este problema, lejos de ser meramente económico, se convierte en una cuestión de dignidad. Las mujeres deben ser reconocidas y valoradas por su trabajo, sin restricciones ni discriminaciones.

En nuestra búsqueda de igualdad, es esencial reconocer las raíces culturales y las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad. La persistente desvalorización de las labores domésticas y de cuidado, mayormente atribuidas a las mujeres, contribuye a esta disparidad salarial. Estos roles, esenciales para el funcionamiento de la sociedad, a menudo pasan desapercibidos, impactando negativamente la autonomía económica de las mujeres.

La igualdad salarial no es solo un imperativo legal, es un compromiso moral y social. Empoderar económicamente a las mujeres implica no solo garantizar salarios justos, sino también ofrecer oportunidades de crecimiento profesional y empresarial.

Las empresas, como actores clave en esta lucha, deben adoptar políticas de transparencia salarial y eliminar sesgos de género en todos los niveles. Imaginemos un México donde el género no determine el futuro económico de una niña y donde las madres puedan brindar a sus hijos una vida digna y llena de oportunidades. Estos sueños y aspiraciones deben ser nuestra guía en esta lucha. Cerrar la brecha salarial no es solo una cuestión de justicia; es un acto de sanación social.

Esta iniciativa para reformar la Ley Federal del Trabajo es un paso concreto, pero nuestra responsabilidad no termina aquí. Es un recordatorio tangible de nuestro compromiso con la igualdad, la inclusión y la justicia. Sigamos trabajando juntos para construir un México donde todos, independientemente del género, alcancemos nuestro máximo potencial.

Somos millones quienes creemos que México es enorme. Soy Erandi Bermúdez y les escribo desde Guanajuato, nuestro Guanajuato Ganador.


Senador de la República

@ErandiBermudez