/ sábado 18 de mayo de 2024

Mario, el carpintero migrante, que encontró en la deportación su “sueño americano”. Columna: Historias del Estado Número 33. (No. 72)

A Mario lo deportaron de Estados Unidos hace cuatro años, cuando comenzaba a ver los frutos de su trabajo. Su único “pecado” fue ser un migrante indocumentado. Mario trabajaba de carpintero en un empresa de construcción de Michigan. Gracias al esmero y lucha que nos caracteriza a los mexicanos, el dueño de la empresa le ofreció a Mario un mejor puesto que le permitiría ganar más dinero y capacitarse en su oficio. Sin embargo, un viernes, al salir de trabajar, Mario fue detenido por autoridades migratorias y deportado a México. Cuando estuvo en su natal Guerrero, Mario no decayó en el ánimo, al contrario, puso en marcha lo que aprendió en la Unión Americana y abrió su propia carpintería. Hoy, millones de migrantes indocumentados en EE.UU. (casi 11 millones) viven con la incertidumbre de poder seguir creciendo en sus empleos o, como le ocurrió a nuestro paisano Mario, ser obligados a regresar a su país de origen por quien resulte ganador de las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Todo sigue siendo una incógnita.


A pesar de que aún no son oficialmente los candidatos de sus respectivos partidos, Donald Trump y Joe Biden anunciaron que el 27 de junio se verán las caras en un primer debate rumbo a las votaciones del cinco de noviembre. Como era de esperarse, la migración será uno de los temas torales en los distintos careos que tengan ambos “personajes”. En el caso del republicano Donald Trump, esta semana comenzó a calentar motores al decir en una entrevista que, de llegar nuevamente a la Casa Blanca, lanzaría una ofensiva sin precedentes contra los migrantes indocumentados, y que su objetivo sería deportar entre 15 y 20 millones de personas.


Por su parte, el demócrata Joe Biden también ha tomado la bandera migrante como parte de su narrativa política. No obstante, sus últimas propuestas para mejorar las condiciones de la comunidad migrante no han terminado de consolidarse en el Congreso e, incluso, han sido tomadas por especialistas como meros intentos de Biden para recuperar el terreno perdido entre los latinos. Por si fuera poco, y retomando el tema de las deportaciones, Biden tiene la sombra de su predecesor demócrata, Barack Obama, quien es el presidente estadounidense con más deportaciones en la historia del país de las barras y las estrellas, expulsando a casi tres millones de migrantes en sus ocho años de mandato (por lo cual fue nombrado por líderes migrantes como “Deporter in chief”).


Estamos a poco más de un mes del primer debate entre Biden y Trump y, seguramente, se acusarán de su respectiva ineficiencia a la hora de resolver los problemas de los estadounidenses. Ahora bien, en el tema de migración, ¿ambos seguirán jugando con politiquería barata o, de una vez por todas, aprovecharán la segunda oportunidad que les da la vida política para mejorar las condiciones de los migrantes? Pronto lo sabremos. Mientras tanto, y desde hace cuatro años que fue deportado, Mario disfruta como todo emprendedor los altibajos de su negocio. No obstante, hoy Mario comparte con sus seres queridos el desayuno, lleva a sus pequeños niños a la escuela, sale por las tardes a jugar futbol con los vecinos de la comunidad y visita a su padre los viernes por la tarde para jugar domino. Este es ahora el “sueño americano” de Mario.


Juan Hernández

Analista de temas de migración

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez

A Mario lo deportaron de Estados Unidos hace cuatro años, cuando comenzaba a ver los frutos de su trabajo. Su único “pecado” fue ser un migrante indocumentado. Mario trabajaba de carpintero en un empresa de construcción de Michigan. Gracias al esmero y lucha que nos caracteriza a los mexicanos, el dueño de la empresa le ofreció a Mario un mejor puesto que le permitiría ganar más dinero y capacitarse en su oficio. Sin embargo, un viernes, al salir de trabajar, Mario fue detenido por autoridades migratorias y deportado a México. Cuando estuvo en su natal Guerrero, Mario no decayó en el ánimo, al contrario, puso en marcha lo que aprendió en la Unión Americana y abrió su propia carpintería. Hoy, millones de migrantes indocumentados en EE.UU. (casi 11 millones) viven con la incertidumbre de poder seguir creciendo en sus empleos o, como le ocurrió a nuestro paisano Mario, ser obligados a regresar a su país de origen por quien resulte ganador de las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Todo sigue siendo una incógnita.


A pesar de que aún no son oficialmente los candidatos de sus respectivos partidos, Donald Trump y Joe Biden anunciaron que el 27 de junio se verán las caras en un primer debate rumbo a las votaciones del cinco de noviembre. Como era de esperarse, la migración será uno de los temas torales en los distintos careos que tengan ambos “personajes”. En el caso del republicano Donald Trump, esta semana comenzó a calentar motores al decir en una entrevista que, de llegar nuevamente a la Casa Blanca, lanzaría una ofensiva sin precedentes contra los migrantes indocumentados, y que su objetivo sería deportar entre 15 y 20 millones de personas.


Por su parte, el demócrata Joe Biden también ha tomado la bandera migrante como parte de su narrativa política. No obstante, sus últimas propuestas para mejorar las condiciones de la comunidad migrante no han terminado de consolidarse en el Congreso e, incluso, han sido tomadas por especialistas como meros intentos de Biden para recuperar el terreno perdido entre los latinos. Por si fuera poco, y retomando el tema de las deportaciones, Biden tiene la sombra de su predecesor demócrata, Barack Obama, quien es el presidente estadounidense con más deportaciones en la historia del país de las barras y las estrellas, expulsando a casi tres millones de migrantes en sus ocho años de mandato (por lo cual fue nombrado por líderes migrantes como “Deporter in chief”).


Estamos a poco más de un mes del primer debate entre Biden y Trump y, seguramente, se acusarán de su respectiva ineficiencia a la hora de resolver los problemas de los estadounidenses. Ahora bien, en el tema de migración, ¿ambos seguirán jugando con politiquería barata o, de una vez por todas, aprovecharán la segunda oportunidad que les da la vida política para mejorar las condiciones de los migrantes? Pronto lo sabremos. Mientras tanto, y desde hace cuatro años que fue deportado, Mario disfruta como todo emprendedor los altibajos de su negocio. No obstante, hoy Mario comparte con sus seres queridos el desayuno, lleva a sus pequeños niños a la escuela, sale por las tardes a jugar futbol con los vecinos de la comunidad y visita a su padre los viernes por la tarde para jugar domino. Este es ahora el “sueño americano” de Mario.


Juan Hernández

Analista de temas de migración

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