El estado de Guanajuato supera las seis mil defunciones derivadas por el SARS-CoV-2, pero cuando una familia es parte de esta estadística la forma de vivir la pandemia y de ver a la enfermedad cambia, los estragos que causa no sólo a los afectado sino a los que los rodean hacen replantearse la vida misma.
José Luis perdió una hermana y a una sobrina y narra cómo esta experiencia de vida ha sido de las cosas más difíciles que han tenido que afrontar como familia.
“Esta una de las experiencias más desastrosas por la que ha pasado nuestra familia, muestra la fragilidad de la vida porque en unos días pierdes a tu ser querido. Esta es una enfermedad solitaria, los ingresas al hospital y no puedes verlos, yo no pude estar con ellos y duele mucho no estar”, dijo.
La hermana de José Luis enfermó misteriosamente, ya que toda su familia mantenía cuidados exhaustivos para protegerla de un posible contagio, asegura que no saben cómo llegó, pero fue algo rápido y doloroso pues cinco días bastaron para que falleciera en un hospital y sin que nadie pudiera despedirse de ella.
“Nos pidieron autorización para entubarla, porque la falta de oxigenación fue su problema, mi hermana tenía 80 años y fue una decisión difícil (entubarla o no) varios miembros de la familia opinamos y decidimos que no (mi hermana ya era grande y su cuadro no era favorable) eso fue como a las 8:00 horas cuando nos preguntaron y a las 11:00 horas fallece”, explicó.
El proceso de la sobrina de José Luis fue aún más rápido pues sólo duró tres días, cuando la llevan al hospital ya iba muy grave, la familia nunca imaginó que fuera coronavirus, eso se confirmó hasta que le hicieron la prueba, pero ya no dio tiempo de hacer algo, pues los padecimientos que presentaba de hipertensión y cardiacos influyeron para que la Covid-19 le arrebatara la vida.
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“Luego de que fallecen empieza otro calvario, porque no hay proceso de duelo, no lo asimilas cuando te entregan el cuerpo va directo al crematorio, no te permiten un velorio. Es un duelo que no cierra porque ya no tienes a la persona, te lo arrebatan sin volverlo a ver”.
Estas historias son cada vez más recurrentes, el círculo se va cerrando y las muertes y contagios se están volviendo una cotidianidad. “Una cotidianidad dolorosa que las personas pueden parar, porque es nuestra decisión el salir de casa, ir a una reunión o a una fiesta, pero también es nuestra decisión cuidarnos y cuidar a los demás.
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La llegada de la vacuna es una esperanza para todos, pensemos en el personal médico que arriesga su vida por los demás, que sufre los estragos en su cuerpo por usar largas jornadas una mascarilla o un traje de protección. Respeto lo que cada quien piense, pero deseo que no tengan que vivir una experiencia similar para cuidar y valorar su vida” , finalizó José Luis.