VALLE DE SANTIAGO, GTO.– Este domingo, se vive en la última noche de este 2017. Cae la última hoja del calendario y nos aprestamos a velar el año viejo-que en muchos de los casos es representado por un monigote-y le damos la bienvenida al 2018. Como suele ser una tradición en Valle de Santiago, lo hacemos con la tradicional cena en familia.
Fieles a su costumbre, los habitantes de Valle de Santiago, antes de la cena para despedir el año, acostumbran visitar los lugares de culto. Esto, con el objetivo de agradecer a Dios por los dones recibidos durante los 365 días de un año que está por terminar y solicitar su divina intervención, para enfrentar los retos que nos plantee el próximo año.
Tiempo también, de reflexión. De hacer un alto en nuestras vidas, para ver que es lo que hicimos bien, con la intención de mejorar que fue lo que hicimos mal, para no cometer los mismos errores. Tiempo también, de reconciliación con Dios y con nosotros mismos. Por ello, la despedida del año encierra un gran significado.
LA QUEMA DEL AÑO VIEJO.
El Año Viejo es representado por un monigote que representa básicamente el año que termina, elaborado con ropa vieja, cartón o papel, relleno de viruta, paja o aserrín y con frecuencia con artefactos pirotécnicos, para ser quemado a la medianoche del 31 de diciembre, víspera del año nuevo.
Esta práctica se realiza en varios países latinoamericanos, desde México hasta Uruguay y en algunas regiones de Colombia y Venezuela. Aunque la costumbre y tradición está más arraigada desde el punto de vista popular en Ecuador.
El ritual se debe distinguir de la Fiesta del Judas que a pesar de tener características similares tiene distintas connotaciónes y se celebra en algunas regiones de España y de América Latina, al inicio de la semana de pascua o en el domingo de resurrección.
Igualmente el año viejo se debe distinguir de las efigies que se incineran en protestas políticas, aunque también suelen representar personajes concretos o símbolos de organizaciones y países objetos del rechazo, porque se realizan en cualquier época del año y sin los elementos rituales del 31 de diciembre.