Desde la reubicación, del Jardín Principal a los portales, de 28 aseadores de calzado conocidos como “boleros”, a principios de este mes, la obligación de rolarse por turnos, la restricción de horarios y lo desértico de los espacios públicos, sus familias enfrentan problemas de subsistencia alimentaria, debido a que su actividad ha disminuido en un 80%.
El aseador de calzado, Martín Zúñiga quien se dedica a esta actividad desde hace 46 años -oficio que viene de tradición familiar pues cuatro generaciones han tenido esta actividad como modo de vida- afirmó que el gremio está resintiendo con mayor rigor la crisis económica.
“Tengo 46 años siendo bolero, mi abuelo, mi padre, yo y ahora mi hijo, nos dedicamos a esto y nunca habíamos pasado por esta situación (económica difícil)”.
A principios de abril los boleros que se establecían en los margenes del Jardín Principal, fueron reubicados bajo los portales como medida de prevención ante Covid-19, además de permitirles trabajar únicamente de manera alternada.
Derivado de esos lineamientos del Gobierno Municipal y la ausencia de gente en los espacios públicos, los ingresos económicos son escasos, dijo al agregar que “al día estoy haciendo una o dos boleadas, la semana pasada hubo días que no hacía nada”.
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Este entorno ha generado que algunos boleros hayan decidido cerrar sus cajones de trabajo para buscar otra actividad que les permita registrar ingresos y sostener a sus familias, las cuales suman más de cien integrantes.
Finalizó al decir que el gremio hace un llamado a las autoridades, ya que en estos momentos requieren de apoyos externos para lograr sobre llevar la cuarentena por Covid-19.