/ viernes 8 de enero de 2021

SOPA DE LETRAS

En efecto, ya estamos en el primer mes del año 2021 y con la gracia de Dios pudimos sortear toda clase de dificultades que el año inmediato pasado -incluyendo el problema del sars cov 2. Aunque ciertamente no podemos decir que globalmente la humanidad haya ganado la pelea, (no por el momento) pero sí podemos gloriarnos de que la comunidad médica y científica internacional -cuáles valerosos soldados- le hicieron frente elaborando el arma con que finalmente se le pondrá coto a tan terrible virus , la vacuna anti covid.

El coronavirus, entre otras cosas, vino a decirnos que la muerte sí existe. ¡Vaya reflexión! Y es que la pandemia obliga irremisiblemente a pensar más acentuadamente en ella. La muerte sí existe… Desde que tenemos uso de razón ese suceso y fenómeno normal y natural por el que se extingue la vida de todo ser vivo lo hemos visto en algunas personas y no obstante como que no logramos bien a bien creérnosla con la debida seriedad.

Y así al paso de los años nos vamos dando cuenta de que “x” persona murió; que otro se accidentó y falleció; que el abuelito de nuestro compañero dejó de existir por viejito, e indefinidamente nos vamos acostumbrando a oír de la muerte, pero como algo muy lejano, casi casi como si nunca nos fuese a sorprender a nosotros; hasta que con el paso del tiempo y por ende por el avance de nuestra edad vamos cobrando mayor conciencia de lo que representa verdaderamente la muerte; o cuando quizá vamos envejeciendo y resintiendo los efectos de nuestros primeros achaques producidos de manera natural por la edad, se nos van haciendo presentes y de vez en vez nos sacuden para darnos cuenta del deterioro biológico que nuestro organismo ha comenzado a padecer, o bien, el espejo que es el amigo más sincero de todos nos da cumplida y puntual cuenta de que la juventud ha comenzado a abandonarnos.

La muerte… en un principio no la creíamos real, nada más la encuadrábamos para las películas e incluso jugábamos con ella desde chiquillos, en ese juego de policías y ladrones o de las guerras con nuestros soldaditos que caían a diestra y siniestra y así fuimos la gran mayoría conociendo vaga y hasta divertidamente a la muerte; de una manera muy superficial y distante de lo que es en verdad.

Con el paso de los años vamos recapacitando y por fin tomamos con plena seriedad ese trance al que todos irremediablemente algún día vamos a llegar.

Con los problemas de salud pública internacional, específicamente con el coronavirus nos hemos ido dando cuenta de cuán frágil podemos llegar a ser los humanos, hemos visto una lista muy extensa de seres que han sucumbido merced al covid-19. En un principio como que no lo creíamos; pasó un año y ahora hemos visto que sí arremete con mayor fuerza llegando incluso más cerca de nuestros conocidos o familiares.

La vacuna anticovid parece distante de llegar al núcleo poblacional porque su distribución se dificulta ya que somos millones de seres humanos por todo el mundo que la requerimos, sin embargo esperaremos el tiempo suficiente y necesario para que nos sea aplicada, si es que el virus no nos gana la carrera.


En efecto, ya estamos en el primer mes del año 2021 y con la gracia de Dios pudimos sortear toda clase de dificultades que el año inmediato pasado -incluyendo el problema del sars cov 2. Aunque ciertamente no podemos decir que globalmente la humanidad haya ganado la pelea, (no por el momento) pero sí podemos gloriarnos de que la comunidad médica y científica internacional -cuáles valerosos soldados- le hicieron frente elaborando el arma con que finalmente se le pondrá coto a tan terrible virus , la vacuna anti covid.

El coronavirus, entre otras cosas, vino a decirnos que la muerte sí existe. ¡Vaya reflexión! Y es que la pandemia obliga irremisiblemente a pensar más acentuadamente en ella. La muerte sí existe… Desde que tenemos uso de razón ese suceso y fenómeno normal y natural por el que se extingue la vida de todo ser vivo lo hemos visto en algunas personas y no obstante como que no logramos bien a bien creérnosla con la debida seriedad.

Y así al paso de los años nos vamos dando cuenta de que “x” persona murió; que otro se accidentó y falleció; que el abuelito de nuestro compañero dejó de existir por viejito, e indefinidamente nos vamos acostumbrando a oír de la muerte, pero como algo muy lejano, casi casi como si nunca nos fuese a sorprender a nosotros; hasta que con el paso del tiempo y por ende por el avance de nuestra edad vamos cobrando mayor conciencia de lo que representa verdaderamente la muerte; o cuando quizá vamos envejeciendo y resintiendo los efectos de nuestros primeros achaques producidos de manera natural por la edad, se nos van haciendo presentes y de vez en vez nos sacuden para darnos cuenta del deterioro biológico que nuestro organismo ha comenzado a padecer, o bien, el espejo que es el amigo más sincero de todos nos da cumplida y puntual cuenta de que la juventud ha comenzado a abandonarnos.

La muerte… en un principio no la creíamos real, nada más la encuadrábamos para las películas e incluso jugábamos con ella desde chiquillos, en ese juego de policías y ladrones o de las guerras con nuestros soldaditos que caían a diestra y siniestra y así fuimos la gran mayoría conociendo vaga y hasta divertidamente a la muerte; de una manera muy superficial y distante de lo que es en verdad.

Con el paso de los años vamos recapacitando y por fin tomamos con plena seriedad ese trance al que todos irremediablemente algún día vamos a llegar.

Con los problemas de salud pública internacional, específicamente con el coronavirus nos hemos ido dando cuenta de cuán frágil podemos llegar a ser los humanos, hemos visto una lista muy extensa de seres que han sucumbido merced al covid-19. En un principio como que no lo creíamos; pasó un año y ahora hemos visto que sí arremete con mayor fuerza llegando incluso más cerca de nuestros conocidos o familiares.

La vacuna anticovid parece distante de llegar al núcleo poblacional porque su distribución se dificulta ya que somos millones de seres humanos por todo el mundo que la requerimos, sin embargo esperaremos el tiempo suficiente y necesario para que nos sea aplicada, si es que el virus no nos gana la carrera.