/ domingo 4 de febrero de 2024

¿Qué tiempo y qué lugar les damos a la familia, al trabajo, a la oración?

El Evangelio de este domingo nos invita a descubrir en pocas líneas los rasgos fundamentales de la vida de Jesús, nos invita a mirar y apreciar su rostro. San Marcos nos ofrece hoy un día ordinario en la vida de Jesús, lo que haría cada día, para que nosotros nos acerquemos a Él, lo acompañemos, nos dejemos impactar y tengamos un encuentro profundo con Él. Donde está Jesús hay vida, crece la vida y esto lo descubre quien lee y profundiza esta página de Marcos o todo su evangelio. Contemplemos este rostro de Jesús.

Comienza diciendo que:fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés”. Es el Cristo que se ha encarnado y que viene a la “casa” de los hombres, que ha puesto su tienda en medio de ellos, que comparte sus esperanzas, sus anhelos y sus dificultades. Algunos, después de siglos, lo han querido reducir a imágenes y le piden que se quede solamente en sus templos, que no intervenga en la vida cotidiana, que no se salga de sus nichos, que cuando lo necesitemos, acudiremos a Él y le llevaremos una veladora. Pero Jesús no quiere quedarse encerrado, quiere compartir nuestras vidas y hacerse parte de nuestra historia.

Jesús libera

“La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús”. Al llegar Jesús a casa, se encuentra con el dolor y la enfermedad. Allí realiza la primera curación que nos relata Marcos. Da la salud a la suegra de Pedro como signo del reino de vida que ha venido a anunciar. Así al mismo tiempo que sana, libera. Y si leemos con atención este pasaje, descubrimos el modo de actuar de Jesús: se acerca, toma de la mano y levanta. Todo un proceso de salvación. Acercarse y ponerse a la altura del que está tirado, tomar de la mano, un gesto que significa más que muchas palabras y levantar, que tiene un sentido cristológico muy profundo relacionado con la resurrección.

San Marcos nos dice que al atardecer se acercaron a Jesús toda clase de personas necesitadas. Nos encontramos este rostro de Jesús que cura a los enfermos, acoge a los desvalidos, perdona a los pecadores, sana a los poseídos por espíritus malignos, atento a los males y dolencias de los demás. Nos muestra ese rostro de Jesús que difunde vida y restaura lo que está enfermo. Con su compasión y misericordia, atrae hacia Él la miseria de la humanidad: poseídos, enfermos, paralíticos, ciegos, sordos, marginados, personas que les falta vida. Y Jesús los acoge, los restaura, humaniza, libera y devuelve la alegría y la vida a todos.

Pero la intensa actividad de Jesús tiene un soporte: su relación íntima con su Padre Dios. Por más ocupado que esté, por más urgente que sea la predicación y la atención a los necesitados, por más fuertes que sean las controversias, siempre habrá un momento para darle el primer lugar a su oración y su relación con su Padre Dios. Por eso lo encontramos de madrugada, en la oscuridad, apartado, haciendo oración y disfrutando del amor del Padre. Soledad y oración sostienen el ministerio de Jesús. Diálogo íntimo, confidencias amorosas constituyen parte esencial de su tarea.

La misión de Jesús es predicar, dar testimonio, anunciar el Evangelio, es decir, llevar la Buena Nueva. Y anunciarlo a todas las gentes, a todas las naciones, pero sobre todo a los más pobres y necesitados. Para San Marcos, la palabra de Jesús tiene una vital importancia y su anuncio es imprescindible.

Hoy contemplamos a Jesucristo, tal como nos lo transmiten los evangelios, para conocer lo que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales circunstancias. En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro. Esta es la tarea esencial de la evangelización.

Al contemplar el tiempo de Jesús tan lleno de sentido, también nosotros debemos reflexionar sobre nuestras actividades, su importancia y su valoración. ¿Qué tiempo y qué lugar les damos a la familia, al trabajo, a la oración, a los amigos, al anuncio del reino? ¿Qué nos dice el “rostro” de Jesús que hoy hemos contemplado?


Obispo de la Diócesis de Irapuato

Facebook @ObispodeIrapuato

El Evangelio de este domingo nos invita a descubrir en pocas líneas los rasgos fundamentales de la vida de Jesús, nos invita a mirar y apreciar su rostro. San Marcos nos ofrece hoy un día ordinario en la vida de Jesús, lo que haría cada día, para que nosotros nos acerquemos a Él, lo acompañemos, nos dejemos impactar y tengamos un encuentro profundo con Él. Donde está Jesús hay vida, crece la vida y esto lo descubre quien lee y profundiza esta página de Marcos o todo su evangelio. Contemplemos este rostro de Jesús.

Comienza diciendo que:fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés”. Es el Cristo que se ha encarnado y que viene a la “casa” de los hombres, que ha puesto su tienda en medio de ellos, que comparte sus esperanzas, sus anhelos y sus dificultades. Algunos, después de siglos, lo han querido reducir a imágenes y le piden que se quede solamente en sus templos, que no intervenga en la vida cotidiana, que no se salga de sus nichos, que cuando lo necesitemos, acudiremos a Él y le llevaremos una veladora. Pero Jesús no quiere quedarse encerrado, quiere compartir nuestras vidas y hacerse parte de nuestra historia.

Jesús libera

“La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús”. Al llegar Jesús a casa, se encuentra con el dolor y la enfermedad. Allí realiza la primera curación que nos relata Marcos. Da la salud a la suegra de Pedro como signo del reino de vida que ha venido a anunciar. Así al mismo tiempo que sana, libera. Y si leemos con atención este pasaje, descubrimos el modo de actuar de Jesús: se acerca, toma de la mano y levanta. Todo un proceso de salvación. Acercarse y ponerse a la altura del que está tirado, tomar de la mano, un gesto que significa más que muchas palabras y levantar, que tiene un sentido cristológico muy profundo relacionado con la resurrección.

San Marcos nos dice que al atardecer se acercaron a Jesús toda clase de personas necesitadas. Nos encontramos este rostro de Jesús que cura a los enfermos, acoge a los desvalidos, perdona a los pecadores, sana a los poseídos por espíritus malignos, atento a los males y dolencias de los demás. Nos muestra ese rostro de Jesús que difunde vida y restaura lo que está enfermo. Con su compasión y misericordia, atrae hacia Él la miseria de la humanidad: poseídos, enfermos, paralíticos, ciegos, sordos, marginados, personas que les falta vida. Y Jesús los acoge, los restaura, humaniza, libera y devuelve la alegría y la vida a todos.

Pero la intensa actividad de Jesús tiene un soporte: su relación íntima con su Padre Dios. Por más ocupado que esté, por más urgente que sea la predicación y la atención a los necesitados, por más fuertes que sean las controversias, siempre habrá un momento para darle el primer lugar a su oración y su relación con su Padre Dios. Por eso lo encontramos de madrugada, en la oscuridad, apartado, haciendo oración y disfrutando del amor del Padre. Soledad y oración sostienen el ministerio de Jesús. Diálogo íntimo, confidencias amorosas constituyen parte esencial de su tarea.

La misión de Jesús es predicar, dar testimonio, anunciar el Evangelio, es decir, llevar la Buena Nueva. Y anunciarlo a todas las gentes, a todas las naciones, pero sobre todo a los más pobres y necesitados. Para San Marcos, la palabra de Jesús tiene una vital importancia y su anuncio es imprescindible.

Hoy contemplamos a Jesucristo, tal como nos lo transmiten los evangelios, para conocer lo que Él hizo y para discernir lo que nosotros debemos hacer en las actuales circunstancias. En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro. Esta es la tarea esencial de la evangelización.

Al contemplar el tiempo de Jesús tan lleno de sentido, también nosotros debemos reflexionar sobre nuestras actividades, su importancia y su valoración. ¿Qué tiempo y qué lugar les damos a la familia, al trabajo, a la oración, a los amigos, al anuncio del reino? ¿Qué nos dice el “rostro” de Jesús que hoy hemos contemplado?


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