Valle de Santiago, Gto; Día de las Madres, con sentimientos encontrados. Por un lado, los festejos de aquellos que tienen la enorme fortuna de tener las madres vivas y por el otro, la tristeza de quienes lamentablemente, tuvieron que depositar las flores en las tumbas de un cementerio y ahí donde yacen los recuerdos, recordar-valga la redundancia-aquellos momentos felices al lado del ser más querido en esta vida. Desgraciadamente, la veda electoral, impidió la realización de los festejos conmemorativos del Día de la Madre.

Para aquellos que tienen la fortuna de contar con sus madres vivas, hubo celebración. Primeramente, mañanitas sus hijos entonaron con mucho cariño y posteriormente, el convivió que se ha vuelto una tradición y en el que la figura principal, es la madre. Por el otro, aquellos que ya no la tienen, luego de participar en las ceremonias religiosas, citaron la tumba de sus madres.

En algunos casos, también le llevaron mañanitas y cantaron algunas canciones, que en vida, tanto le gustaban a sus madres. Sin embargo, no hubo un solo hogar, en donde no se recordara a ese ser maravilloso que llamamos mamá y que aunque físicamente ya no están entre nosotros en algunos casos, podemos sentir el poder de sus bendiciones.

Para las madres vivas, hubo muchos regalos y desde luego, muchas muestras de cariño por parte de sus hijos. Para las madres fallecidas, el recuerdo eterno de ese infinito amor que nos manifestaron en vida y que desde un punto del infinito, nos siguen manifestando, pues el amor de una madre es tan grande como el de Dios. Y para las madres fallecidas, una oración y el agradecimiento infinito de sus hijos.

Y que hermoso fue de nueva cuenta, ver a los hijos en torno a la figura tan querida de sus madres. Que hermoso, poder palpar ese sentimiento que nos une y que nos enlaza como seres humanos. Por todo lo que nuestra madre nos sigue dando, no podemos menos que agradecer al Todopoderoso, por habernos dado a nuestra madre.