El muerto que no murió

Relato de un cronista independiente.

José Almanza | El Sol de Salamanca

  · domingo 5 de abril de 2020

Varias personas mayores les da por recordar momentos de la historia que se parezcan al que estamos viviendo. / Grafica/ Sergio Ruiz Aguilera.

VALLE DE SANTIAGO, GTO. (OEM INFORMEX).- Ahora que estamos pasando por esta contingencia sanitaria, originada por la pandemia del COVID-19, varias personas mayores les da por recordar, es el caso del Cronista independiente Sergio Ruiz Aguilera, quien comenta una anécdota que le contó su abuela.

Al término prácticamente de la revolución Mexicana en 1918, llega a México la “Gripe Española”, también conocida como “Influenza Española”, a esta pandemia se le considera como una da las más mortíferas de la historia de la humanidad, pues se dice que cobro la vida de 50 millones de personas en todo el mundo, en nuestro país calculan que fueron medio millón de mexicanos los que murieron por esta enfermedad; esta epidemia llego a México a finales de Septiembre de 1918, iniciando su propagación por el norte del país, para posteriormente diseminarse por el resto de la república Mexicana, llegándose a registrar en los momentos más críticos de la epidemia de 1500 a 2000 muertes por día, y de 30 a 200 contagios diarios.

Sergio Ruiz Aguilera comenta “Valle de Santiago no escapo al rigor de esta epidemia, pues se empezaron a dar los primeros contagios en el pueblo con rápidas y funestas consecuencias, las autoridades ordenaron que los muertos no podían velarse; cuando ocurría el deceso, se debía llevar el cuerpo de inmediato al panteón para que fuera sepultado, y así evitar el mayor riesgo de contagio posible; en aquellos años había en el pueblo un personaje muy popular, de condición humilde llamado Florencio, apodado “El Chaco”, esta persona se dedicaba a vender revistas y periódicos en las calles, o realizaba cualquier trabajo de manera eventual; en alguna ocasión cuando la gripe Española causaba los peores estragos en la población Vallense, “El Chaco” parecía ser una de sus víctimas, al morir repentinamente en su casa, su esposa después de disipar un poco la pena, de inmediato lo envolvió en un petate, espero al carretón que recogía los muertos por las calles y se dirigió al panteón municipal para darle sepultura, cuando llegaron al camposanto, el número de cuerpos era considerable, los cadáveres se apilaban uno sobre otro bajo el techo del “descanso” (el descanso era un portal en forma de cruz, donde se les reza a los difuntos, antes de sepultarlos) pero los sepultureros no se daban abasto y la tarde ya pardeaba, no quedando más remedio que abandonar el cuerpo y que los enterradores continuaran su trabajo al día siguiente; solo que ocurrió lo inesperado, el frió de la madrugada hizo despertar al Chaco, el cual aturdido, tardo algunos segundos en descubrir donde se encontraba, aterrado al verse rodeado de cadáveres se puso de pie de inmediato en la oscuridad, busco la salida saltando una de las bardas del panteón que se encontraba cerrado, para luego dirigirse de inmediato hasta su casa, cuál sería la sorpresa de su esposa cuando toco la puerta y fue a abrirle, que al ver al Chaco cae desmallada por el susto, otra versión decía que la esposa había muerto de la impresión, pero creo que lo último es leyenda urbana”.

Es probable que el Chaco haya sufrido Catalepsia, ese raro fenómeno donde pierdes la conciencia, pero no estás muerto, aun presentando todas la características de ello, sea como sea, esta fue una anécdota que compartió todo el pueblo, convirtiendo al Chaco en un personaje todavía más célebre, el cual también se le conocía como el muerto que no murió; me comentan quiénes lo conocieron, que el Chaco falleció mucho tiempo después, aproximadamente a principios de los años 50’s; anécdotas curiosas que forman parte de nuestra historia e idiosincrasia pueblerina. En estos días, existe mucha incertidumbre sobre el comportamiento y las medidas de prevención para el COVID-19, hay mucho escepticismo en la gente ante esta pandemia, en lo personal creo más en el refrán Mexicano que dice, “Más vale creerlo que averiguarlo”, tomemos precauciones.

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