/ sábado 3 de noviembre de 2018

V I C I S I T U D E S

Por: Armando Hernández Origel


“Todo lo que hicisteis aun al más humilde, a mí me lo habéis hecho”. San Mateo 25, 40. Bendecidos lectores míos, encontré con que ése era el secreto de un gran santo, San Francisco S., así se enunciaba en la referencia bibliográfica, por lo que en lo personal me queda la duda si era San Francisco de Sales, pero quien lo haya dicho, está en toda la verdad.

Según dice, que una persona “se admiraba de por qué lo trataba con tantísimo respeto y cariño, siendo que de él no iba a obtener favores ni regalos, el Santo le respondió: “Es que yo sé que todo lo que hago a una persona me lo recibe Cristo como hecho a Él”.

La semana pasada comenté sobre la inquietud de escribir sobre el paso de los migrantes centroamericanos por nuestro país, ya que es una situación real que preocupa a todos: a ellos como personas dignas que buscan una mejor forma de vida, dejando atrás la pobreza, a sus familias y sus proyectos; a nosotros porque no los conocemos y no sabemos en verdad cuáles son sus intenciones, si llegar a los Estados Unidos o quedarse con nosotros a encontrar un trabajo, cuando vemos que aún hay muchos mexicanos que carecen de él o a los que se les dificulta encontrar un trabajo mejor remunerado; y a los Estados Unidos, porque no quieren que lleguen a su territorio, porque “no son gente digna” para estar en su país, mirándolos como gente de segunda, cuando bien sabemos que el pueblo estadounidense se formó en su mayoría por migrantes de todo el mundo, y que la grandeza de ese pueblo se encuentra justamente en esa línea, en el cruce de los pueblos y en la fortaleza de sus culturas.

Quiero hablar de esta situación tan crítica y difícil porque cuando se dio la noticia en los medios de comunicaciones nacionales e internacionales, se nos mencionaba que se estaba integrando una caravana de migrantes hondureños con la intención de entrar a México y pasar caminando sobre suelo azteca hasta llegar a los Estados Unidos de Norteamérica.

Obviamente lo que se nos informaba estaba acompañado de imágenes que creo que a cualquiera que tenga sensibilidad y responsabilidad social, le impactan, le conmueven y se llena la mente de preguntas, se llena la mente de “por qué”, que quisiéramos darles respuestas, pero que difícilmente encontraremos alguna que justifique tal situación en suelo americano.

Un mundo de gente se observaba en movimiento tratando de concentrarse lo más posible para unirse y hacer fuerza humana, que no los dividiera sino que los fortaleciera.

Hombres y mujeres de todas las edades, acompañados de sus familias, hermanos, tíos, padres, hijos, comenzaban la larga caminata que les llevaría muchos días para lograr su objetivo, tratando de vencer todos juntos y unidos las adversidades que de antemano ya sabían que se les irían presentando.

La diversidad de rostros, para mí en lo personal, era impresionante porque se veía a la gente con diferentes estados de ánimo, ya que a muchos se les observaba con mucho entusiasmo en su travesía, a otros se les mostraba angustiados, preocupados ante lo desconocido, porque a pesar de que sabían que iban todos juntos, se podrían encontrar con un montón de obstáculos para comenzar a ingresar a suelo azteca.

El suplicio comenzaba y la tensión se reflejaba en todos ellos cuando poco a poco se iban acercando a la frontera con México, habiendo pasado ya por Guatemala.

No dejé de inquietarme por todas aquellas mamás o papás que venían con sus hijos, unos de ellos caminando, otros en carriolas y otros más en brazos de sus padres. Los adultos pensando en dar a sus hijos una mejor opción de vida, de salud, de educación, donde se puedan desarrollar mejor, porque en su tierra las oportunidades no existen.

Los niños, dentro de su inocencia, es posible que no se den cuenta de lo que están viviendo y adónde los están llevando, y quizá muchos de ellos, los mayorcitos, se podrían preguntar por qué salen de su tierra, porqué tienen que ser sacrificados exponiéndose a la intemperie, a los cambios bruscos de temperatura, a las inclemencias del tiempo, a la insolación, a la falta de alimentos, porque a pesar de que no faltará gente buena que les ayude en su camino, no dejarán de estar mal alimentados, traspasados, porque su descanso tampoco será el más óptimo, y su salud se pondrá en riesgo.

Recuerdo que le preguntaban a una mamá si ese sacrificio valía la pena, a lo que con tristeza respondió, que a pesar de lo que estaban sufriendo sus hijos y ellos mismos, eso no era nada comparado con lo que estaban viviendo en su propia tierra, a la cual por ningún motivo deseaban regresar.

Hubo imágenes que me impactaron cuando observaba los rostros de los niños, todos asustados y agazapados en las rejas, subido en los hombros de sus padres, o más aún, los más pequeños, los bebés de brazos que iban en el regazo de sus mamás.

Había imágenes que impactaban al ver al rostro de papás y mamás con sus hijos tratando de darles consuelo y algún alimento. Había IMÁGENES INIMAGINABLES porque no se puede creer, ni pensar que haya seres humanos tan vulnerables que tengan que pasar tantas tribulaciones en busca de una mejor forma para vivir dignamente como seres humanos.

Algo está pasando en nuestro mundo que no podemos controlar, porque es cierto que puede haber cada vez gente más rica, los menos, pero también hay gente que cada vez es más pobre, los más.

La distancia entre unos y otros es cada vez más grande, cuando suponemos que las cosas deberían estar mejorando, deberían cambiar para que exista un mejor equilibrio entre el género humano. Por desgracia en el mundo actual que estamos viviendo, será difícil cristalizarse.

Sé que no es fácil ser migrante y que no debe ser fácil dejar la tierra donde uno nació, pero si en ella las cosas no marchan bien pues se tendrá que orientar la vida hacia otras latitudes donde se pueda ser recibido con dignidad y se ofrezcan opciones viables para crecer, para prepararse y donde la calidad de vida sea mejor.

No se necesita mucha ciencia ni se necesita estar ahí, en la caravana, en el éxodo, para imaginarnos lo que esta gente está sufriendo porque no está en su tierra, donde una gran mayoría los puede ver como invasores, como intrusos, como gente que viene o pasa con diferentes estatus, donde más de alguno los humilla o los puede ver mal, sin recibir apoyo de ninguna especie.

Seguro estoy mis estimados lectores, que pensaremos la gran mayoría que podemos apoyar a que lleguen a su destino, que se les brindará todo el apoyo que se necesite para que logren su objetivo, pero ¿qué pasará si las autoridades estadounidenses se oponen férreamente a que no pasen bajo ninguna circunstancia a su territorio y se aplica la fuerza del ejército en aquel país?.

¿Qué pasará con toda esa gente que se quedará en la frontera sin saber que hacer porque no quieren regresar a su tierra, o también porque no pueden? ¿Qué pasará con quienes se regresan, aunque sean pocos, pero que sucederá con quienes se quedarán en México?. ¿Tendrá nuestro país solvencia económica y laboral para darles oportunidad a todos?

¿Se les dará trabajo aunque haya mexicanos que no pueden acceder a él y que por igual también se convierten en migrantes al tratar de entrar como sea a los Estados Unidos de Norteamérica?.

¿Qué hay con otras caravanas que están imitando a la primera que vino en gran volumen?. ¿De quién es la responsabilidad: de los países de donde están saliendo porque hay pobreza, porque no hay trabajo, porque hay inseguridad y violencia? ¿Será responsabilidad del país que los está dejando pasar brindándoles lo que se necesite y que en el fondo se pueda estar generando un problema a un país vecino?. ¿Será responsabilidad del país que no los deja ingresar a su tierra para que colaboren en su desarrollo económico, cultural, familiar y personal?.

Bien sabemos que la situación no es fácil, pero algo se debe hacer. Todos tenemos distintas posturas y creemos que la nuestra es la correcta, pero creo que no es fácil tomar decisiones en estas circunstancias.

¿Por qué la gran mayoría de los migrantes quieren llegar a los Estados Unidos de Norteamérica?¿Será verdad que es una mejor oportunidad para vivir cuando existe demasiada discriminación, xenofobia y un aberrante racismo?.¿Será posible que se quiera ir a un país donde no se es bien recibido y donde existen los ciudadanos de primera, de segunda y hasta de tercera?. Yo nunca he ido ni pienso ir a un país donde no soy bien recibido por muchos dólares que se ofrezcan.

¿Por qué los centroamericanos no emigran hacia América del Sur, ya sea a la Argentina, a Uruguay, a Chile, a Colombia, o sobre todo, a Brasil?¿Será porque las cosas andan mal en todos lados?¿Será porque los otros países tampoco les han abierto las puertas para ofrecerles algo mejor?.

Reitero una vez más que este fenómeno de la migración es un problema social que nos compete a todos.

Cuando se han cambiado muchas veces de casa por estar rentando, ¿se convierten en migrantes porque se han ido a otro rumbo de la ciudad o del país?¿Esto les ha ocasionado algún problema de inestabilidad familiar, de salud, de escuela, de economía; un problema social y de integración?¿Este simple hecho nos convierte en migrantes?.

Mis estimados lectores, la migración comenzó desde el inicio de la humanidad, desde que el hombre es nómada, por lo que la migración seguirá existiendo por todo el mundo, porque el hombre seguirá buscando mejores tierras, mejores modos de vida, mejores formas de convivencia humana.

“Traten a los demás como desean que los traten a ustedes. Todo el bien que desean que les hagan los demás, háganlo a ellos”. Mateo 7.12.

Mis estimados lectores, tratemos a todo el mundo con dignidad. El Señor nos dé la paz que tanto estamos necesitando.


Armando Hernández Origel

Director del Consorcio Educativo

de Líderes en Negocios

02 de noviembre de 2018


Por: Armando Hernández Origel


“Todo lo que hicisteis aun al más humilde, a mí me lo habéis hecho”. San Mateo 25, 40. Bendecidos lectores míos, encontré con que ése era el secreto de un gran santo, San Francisco S., así se enunciaba en la referencia bibliográfica, por lo que en lo personal me queda la duda si era San Francisco de Sales, pero quien lo haya dicho, está en toda la verdad.

Según dice, que una persona “se admiraba de por qué lo trataba con tantísimo respeto y cariño, siendo que de él no iba a obtener favores ni regalos, el Santo le respondió: “Es que yo sé que todo lo que hago a una persona me lo recibe Cristo como hecho a Él”.

La semana pasada comenté sobre la inquietud de escribir sobre el paso de los migrantes centroamericanos por nuestro país, ya que es una situación real que preocupa a todos: a ellos como personas dignas que buscan una mejor forma de vida, dejando atrás la pobreza, a sus familias y sus proyectos; a nosotros porque no los conocemos y no sabemos en verdad cuáles son sus intenciones, si llegar a los Estados Unidos o quedarse con nosotros a encontrar un trabajo, cuando vemos que aún hay muchos mexicanos que carecen de él o a los que se les dificulta encontrar un trabajo mejor remunerado; y a los Estados Unidos, porque no quieren que lleguen a su territorio, porque “no son gente digna” para estar en su país, mirándolos como gente de segunda, cuando bien sabemos que el pueblo estadounidense se formó en su mayoría por migrantes de todo el mundo, y que la grandeza de ese pueblo se encuentra justamente en esa línea, en el cruce de los pueblos y en la fortaleza de sus culturas.

Quiero hablar de esta situación tan crítica y difícil porque cuando se dio la noticia en los medios de comunicaciones nacionales e internacionales, se nos mencionaba que se estaba integrando una caravana de migrantes hondureños con la intención de entrar a México y pasar caminando sobre suelo azteca hasta llegar a los Estados Unidos de Norteamérica.

Obviamente lo que se nos informaba estaba acompañado de imágenes que creo que a cualquiera que tenga sensibilidad y responsabilidad social, le impactan, le conmueven y se llena la mente de preguntas, se llena la mente de “por qué”, que quisiéramos darles respuestas, pero que difícilmente encontraremos alguna que justifique tal situación en suelo americano.

Un mundo de gente se observaba en movimiento tratando de concentrarse lo más posible para unirse y hacer fuerza humana, que no los dividiera sino que los fortaleciera.

Hombres y mujeres de todas las edades, acompañados de sus familias, hermanos, tíos, padres, hijos, comenzaban la larga caminata que les llevaría muchos días para lograr su objetivo, tratando de vencer todos juntos y unidos las adversidades que de antemano ya sabían que se les irían presentando.

La diversidad de rostros, para mí en lo personal, era impresionante porque se veía a la gente con diferentes estados de ánimo, ya que a muchos se les observaba con mucho entusiasmo en su travesía, a otros se les mostraba angustiados, preocupados ante lo desconocido, porque a pesar de que sabían que iban todos juntos, se podrían encontrar con un montón de obstáculos para comenzar a ingresar a suelo azteca.

El suplicio comenzaba y la tensión se reflejaba en todos ellos cuando poco a poco se iban acercando a la frontera con México, habiendo pasado ya por Guatemala.

No dejé de inquietarme por todas aquellas mamás o papás que venían con sus hijos, unos de ellos caminando, otros en carriolas y otros más en brazos de sus padres. Los adultos pensando en dar a sus hijos una mejor opción de vida, de salud, de educación, donde se puedan desarrollar mejor, porque en su tierra las oportunidades no existen.

Los niños, dentro de su inocencia, es posible que no se den cuenta de lo que están viviendo y adónde los están llevando, y quizá muchos de ellos, los mayorcitos, se podrían preguntar por qué salen de su tierra, porqué tienen que ser sacrificados exponiéndose a la intemperie, a los cambios bruscos de temperatura, a las inclemencias del tiempo, a la insolación, a la falta de alimentos, porque a pesar de que no faltará gente buena que les ayude en su camino, no dejarán de estar mal alimentados, traspasados, porque su descanso tampoco será el más óptimo, y su salud se pondrá en riesgo.

Recuerdo que le preguntaban a una mamá si ese sacrificio valía la pena, a lo que con tristeza respondió, que a pesar de lo que estaban sufriendo sus hijos y ellos mismos, eso no era nada comparado con lo que estaban viviendo en su propia tierra, a la cual por ningún motivo deseaban regresar.

Hubo imágenes que me impactaron cuando observaba los rostros de los niños, todos asustados y agazapados en las rejas, subido en los hombros de sus padres, o más aún, los más pequeños, los bebés de brazos que iban en el regazo de sus mamás.

Había imágenes que impactaban al ver al rostro de papás y mamás con sus hijos tratando de darles consuelo y algún alimento. Había IMÁGENES INIMAGINABLES porque no se puede creer, ni pensar que haya seres humanos tan vulnerables que tengan que pasar tantas tribulaciones en busca de una mejor forma para vivir dignamente como seres humanos.

Algo está pasando en nuestro mundo que no podemos controlar, porque es cierto que puede haber cada vez gente más rica, los menos, pero también hay gente que cada vez es más pobre, los más.

La distancia entre unos y otros es cada vez más grande, cuando suponemos que las cosas deberían estar mejorando, deberían cambiar para que exista un mejor equilibrio entre el género humano. Por desgracia en el mundo actual que estamos viviendo, será difícil cristalizarse.

Sé que no es fácil ser migrante y que no debe ser fácil dejar la tierra donde uno nació, pero si en ella las cosas no marchan bien pues se tendrá que orientar la vida hacia otras latitudes donde se pueda ser recibido con dignidad y se ofrezcan opciones viables para crecer, para prepararse y donde la calidad de vida sea mejor.

No se necesita mucha ciencia ni se necesita estar ahí, en la caravana, en el éxodo, para imaginarnos lo que esta gente está sufriendo porque no está en su tierra, donde una gran mayoría los puede ver como invasores, como intrusos, como gente que viene o pasa con diferentes estatus, donde más de alguno los humilla o los puede ver mal, sin recibir apoyo de ninguna especie.

Seguro estoy mis estimados lectores, que pensaremos la gran mayoría que podemos apoyar a que lleguen a su destino, que se les brindará todo el apoyo que se necesite para que logren su objetivo, pero ¿qué pasará si las autoridades estadounidenses se oponen férreamente a que no pasen bajo ninguna circunstancia a su territorio y se aplica la fuerza del ejército en aquel país?.

¿Qué pasará con toda esa gente que se quedará en la frontera sin saber que hacer porque no quieren regresar a su tierra, o también porque no pueden? ¿Qué pasará con quienes se regresan, aunque sean pocos, pero que sucederá con quienes se quedarán en México?. ¿Tendrá nuestro país solvencia económica y laboral para darles oportunidad a todos?

¿Se les dará trabajo aunque haya mexicanos que no pueden acceder a él y que por igual también se convierten en migrantes al tratar de entrar como sea a los Estados Unidos de Norteamérica?.

¿Qué hay con otras caravanas que están imitando a la primera que vino en gran volumen?. ¿De quién es la responsabilidad: de los países de donde están saliendo porque hay pobreza, porque no hay trabajo, porque hay inseguridad y violencia? ¿Será responsabilidad del país que los está dejando pasar brindándoles lo que se necesite y que en el fondo se pueda estar generando un problema a un país vecino?. ¿Será responsabilidad del país que no los deja ingresar a su tierra para que colaboren en su desarrollo económico, cultural, familiar y personal?.

Bien sabemos que la situación no es fácil, pero algo se debe hacer. Todos tenemos distintas posturas y creemos que la nuestra es la correcta, pero creo que no es fácil tomar decisiones en estas circunstancias.

¿Por qué la gran mayoría de los migrantes quieren llegar a los Estados Unidos de Norteamérica?¿Será verdad que es una mejor oportunidad para vivir cuando existe demasiada discriminación, xenofobia y un aberrante racismo?.¿Será posible que se quiera ir a un país donde no se es bien recibido y donde existen los ciudadanos de primera, de segunda y hasta de tercera?. Yo nunca he ido ni pienso ir a un país donde no soy bien recibido por muchos dólares que se ofrezcan.

¿Por qué los centroamericanos no emigran hacia América del Sur, ya sea a la Argentina, a Uruguay, a Chile, a Colombia, o sobre todo, a Brasil?¿Será porque las cosas andan mal en todos lados?¿Será porque los otros países tampoco les han abierto las puertas para ofrecerles algo mejor?.

Reitero una vez más que este fenómeno de la migración es un problema social que nos compete a todos.

Cuando se han cambiado muchas veces de casa por estar rentando, ¿se convierten en migrantes porque se han ido a otro rumbo de la ciudad o del país?¿Esto les ha ocasionado algún problema de inestabilidad familiar, de salud, de escuela, de economía; un problema social y de integración?¿Este simple hecho nos convierte en migrantes?.

Mis estimados lectores, la migración comenzó desde el inicio de la humanidad, desde que el hombre es nómada, por lo que la migración seguirá existiendo por todo el mundo, porque el hombre seguirá buscando mejores tierras, mejores modos de vida, mejores formas de convivencia humana.

“Traten a los demás como desean que los traten a ustedes. Todo el bien que desean que les hagan los demás, háganlo a ellos”. Mateo 7.12.

Mis estimados lectores, tratemos a todo el mundo con dignidad. El Señor nos dé la paz que tanto estamos necesitando.


Armando Hernández Origel

Director del Consorcio Educativo

de Líderes en Negocios

02 de noviembre de 2018


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