/ jueves 21 de diciembre de 2023

Una noche de paz, mi deseo para ti

En 1818, en Obendorf, una pequeña ciudad en Austria, en la víspera de Navidad el padre Joseph Mohr se encontraba desesperado porque el órgano de su iglesia estaba quebrado. El recital de Navidad se vislumbraba ahora para ser un fiasco en su primer año de gestión parroquial. Sin opción alguna, pero iluminado por su fe y esperanza de la época, recordó que dos años antes había escrito un poema simple en una Noche Buena, mientras realizaba una caminata entre el silencio de las montañas y bosques de su pueblo natal.

Encontró, pues, aquel manuscrito de poema en una gaveta de la sacristía. Corrió para casa de un amigo musico llamado Franz Gruber y le preguntó que si se podría acoplar una música para ese poema, para que todos pudieran cantar en la misa de Navidad. Franz le dio una revisada a aquel poema y dijo que si, pues observó que la letra era simple y permitía una melodía fácil. Su única petición era que la música tendría que ser tocada en violín, pues no había tiempo para nada más elaborado. El padre Mohr agradeció y corrió de vuelta para terminar de organizar los detalles de la misa. Hacia la noche, su amigo Franz llegó a la iglesia con su violín y reunió al coro para enseñar aquella música improvisada, música a la que nombró “Stille Nacht”, traducida al español como “Noche de Paz”.

En aquella Navidad de 1818, los miembros de la iglesia de Obendorf cantaron, maravillados, aquella música tan simple, pero tan profunda. Sería distribuida semanas y años después por distintas iglesias, hasta llegar a oídos del Rey William IV de Prusia y finalmente llegaría a Nueva York, en 1838, para convertirse en la canción de Navidad más conocida del mundo. Lo que comenzó como un momento de pánico y perspectiva de fiasco, terminó como un presente de Navidad para toda la humanidad.

Estos últimos días de 2023 nos invitan a una reflexión verdaderamente singular. Estamos en una etapa preocupante en términos de relacionamiento personal, familiar, profesional y social. Hicimos nuestras decisiones y la vida nos dice que debemos cargar con las consecuencias de ellas. Muchos estarán contentos con el resultado, otros decepcionados. Pero nada que no pueda ser revertido, esa es nuestra condición humana por excelencia y lo que nos hace únicos. Somos caminantes de una peregrinación efímera. Si has conseguido llegar hasta hoy, considérate un afortunado y celébralo con gratitud, gratitud a Dios y a la vida por tan maravillosa aventura. Si eres agnóstico, gratitud hacia tu persona, hacia tu familia, hacia tus amistades, hacia tus padres y hermanos, hacia tus compañeros y maestros y a cuantos sean responsables de contribuir a tu éxito y a todo aquello de lo que te sientas orgulloso. Navidad es el aniversario de un niño que nació para enseñarnos que todos somos iguales, que somos hermanos, aunque en ocasiones nos cueste vernos como tal y entender que nada nos distingue, todo nos identifica. Son días de reflexión, pero sobre todo de dejar de alimentar resentimientos que hace mal para nuestro cuerpo y alma, desarmémonos pues y mostremos la fragilidad y la bondad de nuestros corazones, aprendamos a dar vuelta a la página.

2024 será un año marcado por las elecciones, como mexicanos necesitamos unirnos y mostrar a los demás pueblos que aquí somos capaces de perdonar, de ayudar a la cicatrización de heridas abiertas, que somos capaces de tolerar y alegrarnos por los triunfos del prójimo, hagamos lo necesario para que una nueva era inicie. Es hora de unificar corazones para que nuestros representantes den el paso adelante y ofrezcan a esta patria lo mejor de sí para que el México, que hoy tenemos que hacer que llegue más de prisa a ser el México que soñamos. El próximo año será, sin duda, uno de muchos desafíos, pero como todo año contará también con muchos tantos aspectos que agradecer y disfrutar.

Utilicemos, pues, los próximos días para viajar las distancias que sean necesarias y reunirnos con nuestras familias y seres queridos, compartir la cena, regalos y muestras de afecto que adquieren un valor especial, quizá porque no las expresamos de manera cotidiana o nuestras realidades no la permiten. Cualquiera que sea la razón para celebrar o decidir no hacerlo, deseo que llegue a ti sin falta y retraso alguno la magia y el espíritu de la Navidad, tal como llegó en aquella noche de 1818 para el Padre Mohr y que supo encontrar en la casualidad y la desesperación un motivo para crear y compartir, encuentres así el tuyo y puedas tener una convivencia agradable y amorosa en compañía de quien tu elijas, de quienes amas. La vida no fue hecha para vivir aislado, somos mejores cuando dividimos conocimiento y esparcimos amor. Vamos entonces a procurar ser más presentes en la vida de aquellos que amamos y nos necesiten, vamos a permitirnos dar y recibir más cariño, más felicidad y más resolución a problemas que puedan parecer no tenerla.

Antes de finalizar, quiero aprovechar este espacio para reconocer de manera pública al señor José Antonio González Leyva, un ciudadano salmantino quien en días pasado alcanzó la satisfacción y orgullo que únicamente la otorga el deber cumplido, una vida de más de 35 años al servicio de Pemex y la sociedad en Salamanca. Sin duda su dedicación y profesionalidad serán extrañados, pero pocas veces una jubilación llega tan merecida para alguien. Jamás olvide que se jubila de un contrato profesional, pero nunca se jubila de los amigos y mucho menos de la profesión que abrazo. Concluye su labor, pero jamás se jubilará de nuestra memoria y corazón.

Finalmente utilizo estas últimas líneas del año para agradecerte a ti, querido lector, por tu tiempo, opinión y lectura durante este año, siempre fue mi objetivo que sobre estas líneas encontraras una palabra o dato que pudiera ser útil y de contribución a tu día a día. Feliz Navidad para ti y todos tus seres queridos, que 2024 sea tan pleno como lo deseas. ¡Hasta la próxima!

Analista empresarial y director regional de Logística y Relaciones Comerciales de Palos Garza

miguel.rivera@palosgarza.com

En 1818, en Obendorf, una pequeña ciudad en Austria, en la víspera de Navidad el padre Joseph Mohr se encontraba desesperado porque el órgano de su iglesia estaba quebrado. El recital de Navidad se vislumbraba ahora para ser un fiasco en su primer año de gestión parroquial. Sin opción alguna, pero iluminado por su fe y esperanza de la época, recordó que dos años antes había escrito un poema simple en una Noche Buena, mientras realizaba una caminata entre el silencio de las montañas y bosques de su pueblo natal.

Encontró, pues, aquel manuscrito de poema en una gaveta de la sacristía. Corrió para casa de un amigo musico llamado Franz Gruber y le preguntó que si se podría acoplar una música para ese poema, para que todos pudieran cantar en la misa de Navidad. Franz le dio una revisada a aquel poema y dijo que si, pues observó que la letra era simple y permitía una melodía fácil. Su única petición era que la música tendría que ser tocada en violín, pues no había tiempo para nada más elaborado. El padre Mohr agradeció y corrió de vuelta para terminar de organizar los detalles de la misa. Hacia la noche, su amigo Franz llegó a la iglesia con su violín y reunió al coro para enseñar aquella música improvisada, música a la que nombró “Stille Nacht”, traducida al español como “Noche de Paz”.

En aquella Navidad de 1818, los miembros de la iglesia de Obendorf cantaron, maravillados, aquella música tan simple, pero tan profunda. Sería distribuida semanas y años después por distintas iglesias, hasta llegar a oídos del Rey William IV de Prusia y finalmente llegaría a Nueva York, en 1838, para convertirse en la canción de Navidad más conocida del mundo. Lo que comenzó como un momento de pánico y perspectiva de fiasco, terminó como un presente de Navidad para toda la humanidad.

Estos últimos días de 2023 nos invitan a una reflexión verdaderamente singular. Estamos en una etapa preocupante en términos de relacionamiento personal, familiar, profesional y social. Hicimos nuestras decisiones y la vida nos dice que debemos cargar con las consecuencias de ellas. Muchos estarán contentos con el resultado, otros decepcionados. Pero nada que no pueda ser revertido, esa es nuestra condición humana por excelencia y lo que nos hace únicos. Somos caminantes de una peregrinación efímera. Si has conseguido llegar hasta hoy, considérate un afortunado y celébralo con gratitud, gratitud a Dios y a la vida por tan maravillosa aventura. Si eres agnóstico, gratitud hacia tu persona, hacia tu familia, hacia tus amistades, hacia tus padres y hermanos, hacia tus compañeros y maestros y a cuantos sean responsables de contribuir a tu éxito y a todo aquello de lo que te sientas orgulloso. Navidad es el aniversario de un niño que nació para enseñarnos que todos somos iguales, que somos hermanos, aunque en ocasiones nos cueste vernos como tal y entender que nada nos distingue, todo nos identifica. Son días de reflexión, pero sobre todo de dejar de alimentar resentimientos que hace mal para nuestro cuerpo y alma, desarmémonos pues y mostremos la fragilidad y la bondad de nuestros corazones, aprendamos a dar vuelta a la página.

2024 será un año marcado por las elecciones, como mexicanos necesitamos unirnos y mostrar a los demás pueblos que aquí somos capaces de perdonar, de ayudar a la cicatrización de heridas abiertas, que somos capaces de tolerar y alegrarnos por los triunfos del prójimo, hagamos lo necesario para que una nueva era inicie. Es hora de unificar corazones para que nuestros representantes den el paso adelante y ofrezcan a esta patria lo mejor de sí para que el México, que hoy tenemos que hacer que llegue más de prisa a ser el México que soñamos. El próximo año será, sin duda, uno de muchos desafíos, pero como todo año contará también con muchos tantos aspectos que agradecer y disfrutar.

Utilicemos, pues, los próximos días para viajar las distancias que sean necesarias y reunirnos con nuestras familias y seres queridos, compartir la cena, regalos y muestras de afecto que adquieren un valor especial, quizá porque no las expresamos de manera cotidiana o nuestras realidades no la permiten. Cualquiera que sea la razón para celebrar o decidir no hacerlo, deseo que llegue a ti sin falta y retraso alguno la magia y el espíritu de la Navidad, tal como llegó en aquella noche de 1818 para el Padre Mohr y que supo encontrar en la casualidad y la desesperación un motivo para crear y compartir, encuentres así el tuyo y puedas tener una convivencia agradable y amorosa en compañía de quien tu elijas, de quienes amas. La vida no fue hecha para vivir aislado, somos mejores cuando dividimos conocimiento y esparcimos amor. Vamos entonces a procurar ser más presentes en la vida de aquellos que amamos y nos necesiten, vamos a permitirnos dar y recibir más cariño, más felicidad y más resolución a problemas que puedan parecer no tenerla.

Antes de finalizar, quiero aprovechar este espacio para reconocer de manera pública al señor José Antonio González Leyva, un ciudadano salmantino quien en días pasado alcanzó la satisfacción y orgullo que únicamente la otorga el deber cumplido, una vida de más de 35 años al servicio de Pemex y la sociedad en Salamanca. Sin duda su dedicación y profesionalidad serán extrañados, pero pocas veces una jubilación llega tan merecida para alguien. Jamás olvide que se jubila de un contrato profesional, pero nunca se jubila de los amigos y mucho menos de la profesión que abrazo. Concluye su labor, pero jamás se jubilará de nuestra memoria y corazón.

Finalmente utilizo estas últimas líneas del año para agradecerte a ti, querido lector, por tu tiempo, opinión y lectura durante este año, siempre fue mi objetivo que sobre estas líneas encontraras una palabra o dato que pudiera ser útil y de contribución a tu día a día. Feliz Navidad para ti y todos tus seres queridos, que 2024 sea tan pleno como lo deseas. ¡Hasta la próxima!

Analista empresarial y director regional de Logística y Relaciones Comerciales de Palos Garza

miguel.rivera@palosgarza.com