/ martes 2 de abril de 2024

La GenZ: apatía generalizada o valemadrismo crónico

La Generación Z, nacida entre mediados de los años 90 y principios de los 2010, se encuentra en una encrucijada en la historia política contemporánea. Con el poder de moldear el futuro a través de su participación en elecciones, esta generación muestra una preocupante tendencia hacia la apatía política.

Históricamente, el activismo juvenil ha sido un motor de cambio social significativo. Sin embargo, la Generación Z parece distanciarse de este legado. Hoy la GenZ infravalora los procesos electorales, empezando por la adquisición de la credencial que asumen que es necesaria para entrar al antro, comprar alcohol o ciertos trámites, pero, en definitiva y aunque escrito en ella está la leyenda “Credencial para votar” es en lo que menos se piensa. En Tiktok, la credencial es parte de un trend de baile, donde se coloca en la frente al ritmo del trapero irapuatense Dani Flow; para algunos da lo mismo poner un garabato que poner la leyenda “traka” o “bichota” como firma oficial, ignorando el proceso legal que les costará a futuro; el “salir bien en la foto” se ha convertido en retar a la cámara portando piercings, colores estridentes de cabello y maquillajes que se acercan a los de Halloween; quedó atrás el “pero te peinas”, que por muchos años fue promocional del IFE ahora INE.

¿Por qué esta aparente indiferencia hacia un proceso que puede determinar su futuro?

Una razón podría ser la desconfianza hacia las instituciones políticas tradicionales, partidos que poco a poco van muriendo, alimentada por escándalos de corrupción y un sistema que a menudo parece distante de las preocupaciones reales de los jóvenes. Además, el exceso de información y la sobreexposición a través de las redes sociales pueden llevar a la desilusión y la sensación de impotencia.

Sin embargo, la apatía no es una opción viable. Las decisiones tomadas en las urnas tienen consecuencias directas en la vida de los jóvenes y sus familias, desde políticas educativas y laborales hasta cuestiones medioambientales y de justicia social. Ignorar este poder de participación es renunciar a la oportunidad de influir en el rumbo de la sociedad.

Es crucial que la Generación Z reconozca su capacidad para impulsar el cambio, a través de la participación política activa. Esto implica informarse sobre los problemas, involucrarse en el debate público y ejercer su derecho al voto de manera informada y reflexiva.

Sin embargo, la crítica hacia la GenZ no debe limitarse únicamente a su aparente apatía política. Es importante considerar el contexto en el que crecen estos jóvenes: un mundo marcado por la desigualdad económica, la crisis climática, la polarización política y la incertidumbre laboral. La falta de confianza en las instituciones puede entenderse como una respuesta a un sistema que a menudo parece estar en su contra.

Por lo tanto, en lugar de simplemente criticar a la Generación Z, debemos reflexionar sobre cómo podemos crear un entorno más propicio para su participación política. Esto implica abordar las desigualdades estructurales, mejorar la educación cívica y fomentar un diálogo inclusivo que tenga en cuenta las preocupaciones y perspectivas de los jóvenes.

La apatía política de la Generación Z no debe ser ignorada ni aceptada como inevitable. Es fundamental que los jóvenes reconozcan su poder para impulsar el cambio y se involucren activamente en el proceso democrático. Al mismo tiempo, la sociedad en su conjunto debe trabajar para abordar las causas subyacentes de esta apatía y crear un entorno que fomente la participación ciudadana de todos los segmentos de la población, incluida la juventud.


Analista Político

@israguileramx

Israelaguilera.mx

La Generación Z, nacida entre mediados de los años 90 y principios de los 2010, se encuentra en una encrucijada en la historia política contemporánea. Con el poder de moldear el futuro a través de su participación en elecciones, esta generación muestra una preocupante tendencia hacia la apatía política.

Históricamente, el activismo juvenil ha sido un motor de cambio social significativo. Sin embargo, la Generación Z parece distanciarse de este legado. Hoy la GenZ infravalora los procesos electorales, empezando por la adquisición de la credencial que asumen que es necesaria para entrar al antro, comprar alcohol o ciertos trámites, pero, en definitiva y aunque escrito en ella está la leyenda “Credencial para votar” es en lo que menos se piensa. En Tiktok, la credencial es parte de un trend de baile, donde se coloca en la frente al ritmo del trapero irapuatense Dani Flow; para algunos da lo mismo poner un garabato que poner la leyenda “traka” o “bichota” como firma oficial, ignorando el proceso legal que les costará a futuro; el “salir bien en la foto” se ha convertido en retar a la cámara portando piercings, colores estridentes de cabello y maquillajes que se acercan a los de Halloween; quedó atrás el “pero te peinas”, que por muchos años fue promocional del IFE ahora INE.

¿Por qué esta aparente indiferencia hacia un proceso que puede determinar su futuro?

Una razón podría ser la desconfianza hacia las instituciones políticas tradicionales, partidos que poco a poco van muriendo, alimentada por escándalos de corrupción y un sistema que a menudo parece distante de las preocupaciones reales de los jóvenes. Además, el exceso de información y la sobreexposición a través de las redes sociales pueden llevar a la desilusión y la sensación de impotencia.

Sin embargo, la apatía no es una opción viable. Las decisiones tomadas en las urnas tienen consecuencias directas en la vida de los jóvenes y sus familias, desde políticas educativas y laborales hasta cuestiones medioambientales y de justicia social. Ignorar este poder de participación es renunciar a la oportunidad de influir en el rumbo de la sociedad.

Es crucial que la Generación Z reconozca su capacidad para impulsar el cambio, a través de la participación política activa. Esto implica informarse sobre los problemas, involucrarse en el debate público y ejercer su derecho al voto de manera informada y reflexiva.

Sin embargo, la crítica hacia la GenZ no debe limitarse únicamente a su aparente apatía política. Es importante considerar el contexto en el que crecen estos jóvenes: un mundo marcado por la desigualdad económica, la crisis climática, la polarización política y la incertidumbre laboral. La falta de confianza en las instituciones puede entenderse como una respuesta a un sistema que a menudo parece estar en su contra.

Por lo tanto, en lugar de simplemente criticar a la Generación Z, debemos reflexionar sobre cómo podemos crear un entorno más propicio para su participación política. Esto implica abordar las desigualdades estructurales, mejorar la educación cívica y fomentar un diálogo inclusivo que tenga en cuenta las preocupaciones y perspectivas de los jóvenes.

La apatía política de la Generación Z no debe ser ignorada ni aceptada como inevitable. Es fundamental que los jóvenes reconozcan su poder para impulsar el cambio y se involucren activamente en el proceso democrático. Al mismo tiempo, la sociedad en su conjunto debe trabajar para abordar las causas subyacentes de esta apatía y crear un entorno que fomente la participación ciudadana de todos los segmentos de la población, incluida la juventud.


Analista Político

@israguileramx

Israelaguilera.mx