/ jueves 7 de diciembre de 2017

Ni militarización ni amnistía, la respuesta a la violencia: Baltasar Garzón

El exjuez español señala que se necesita un mecanismo ágil de prevención, de educación, de capacitación a los cuerpos de seguridad

Con una experiencia de más de 30 años en casos de corrupción, terrorismo y violencia como juez en el tribunal Supremo Español o el Tribunal Penal Internacional de La Haya, Baltasar Garzón ve en México dos realidades opuestas: por un lado, un severo problema de corrupción y violencia y, por otro, una sociedad civil dispuesta a dar pasos hacia adelante para enfrentar este panorama.

Asegura que ni la militarización de la seguridad pública ni la amnistía a los líderes del narcotráfico son la solución a la crisis por la que está pasando el país. Dos temas que hoy ocupan el debate nacional. Considera que la clave es la  profesionalización de las fuerzas civiles, pero reconoce la dificultad del Estado para concretar este objetivo.

“(Se necesita) un mecanismo ágil de prevención, de educación, de capacitación a los cuerpos de seguridad, no establecer toda la fuerza en el Ejército o en la Marina sino en fortalecer los cuerpos policiales, ya sé que se ha fracasado sistemáticamente en ese objetivo”, dice en entrevista con El Sol de México.

El jurista español explica que si bien el Estado mexicano ha dado pasos correctos para combatir la corrupción al instrumentar nuevos mecanismos de sanción, es tarea de la sociedad civil presionar para que éstos sean efectivos ante la visible resistencia.

“En este momento México vive una situación única en lo bueno y en lo malo. Lo malo porque ha sufrido la acción de la violencia y la corrupción muy importantes, pero en lo bueno porque ha reaccionado desde el Estado”, concluye.

¿Encuentra una relación entre violencia y corrupción?

Sí, claro. Es verdad que puede haber una división, que pueden actuar los dos fenómenos cada uno por su lado, pero si la violencia es un sistema de organizaciones criminales genera espacios de impunidad donde desarrollar sus actividades delictivas, y esos espacios de impunidad se generan a través de sobornos, de la captación o colusión a personas o instituciones que inciden en cualquier mecanismo de alarma contra la corrupción.

La corrupción de un sistema genera en algunos de sus ámbitos violencia institucional frente al ciudadano porque conlleva la impunidad en la persecución de hechos delictivos o en la sanción de los mismos. Por tanto, son dos fenómenos normalmente unidos.

La corrupción inicia en las precampañas por intercambio de favores entre candidatos y empresarios o delincuentes, ¿está de acuerdo?

No se puede generalizar que todo el sistema de financiamiento de los partidos o financiamiento electoral es el germen de todo tipo de corrupción. Puede ser que sí, puede ser que no, si el sistema de financiamiento es transparente, hay un control eficiente por el sistema de fiscalización y del sistema de procuración de justicia, y también el sistema electoral, no debería de ocurrir.

Lo que hay que hacer es un sistema de alertas tempranas que avise de esos posibles comportamientos mucho tiempo antes del momento de elecciones, porque ahí es donde va a estar la diferencia, no tenemos que permitir que llegue un momento de la campaña para fiscalizar a políticos o a los candidatos.

Especialistas dicen que el crimen organizado lleva tiempo corrompiendo a candidatos y gobiernos, ¿usted ve eso?

Si tenemos identificado el problema lo que tenemos que hacer es buscar el diagnóstico, una medicina adecuada para cuidar al paciente. La corrupción existe, eso no es ninguna novedad, incluso puede ser sistémica en determinados ámbitos en México y determinados países, también es verdad.

La normativa que hay en México, actualizada desde 2012, 2014, incluso 2017 establece algún entramado legal que en sí mismo debería ser suficiente para prevenir cualquier proceso de corrupción. La pregunta es ¿por qué no se implementan esas normas? Porque hay intereses espurios dentro del sistema, habrá que descubrirlos y sancionarlos con la participación efectiva de la ciudadanía y con un sistema de transparencia y rendición de cuentas, eso es fundamental.

El sistema corrupto presenta resistencia al cambio, ¿cómo trabajar para realizar esos cambios?

Eso es lógico, cuando un fenómeno se hace sistémico, cuando determinadas instituciones o todo el aparato del Estado en el que se introducen algunos elementos que no son la probidad, la ética, la transparencia y la gestión pública se corre ese riesgo.

En este momento México vive una situación única en lo bueno y en lo malo. Lo malo porque ha sufrido la acción de la violencia y la corrupción muy importantes, pero en lo bueno porque ha reaccionado desde el Estado. No es verdad que no se haya reaccionado, lo que ocurre es que es muy probable y eso sí es cierto, que no se han desarrollado los mecanismos de reacción adecuadamente.

Es la sociedad civil un actor fundamental para el equilibrio, es una responsabilidad, y lo que no podemos hacer es dar un paso atrás si ya hemos exigido que ese cambio se produzca.

En México hay elecciones el próximo año,  ¿qué es lo que deben tomar en cuenta los candidatos para enfrentar la corrupción y la violencia?

Un mecanismo ágil de prevención, de educación, de capacitación a los cuerpos de seguridad, no establecer toda la fuerza en el Ejército o en la Marina sino en fortalecer los cuerpos policiales, ya sé que se ha fracasado sistemáticamente en ese objetivo, pero precisamente porque se ha fracasado se debe de cambiar de paradigma de capacitación, porque deben ser mecanismos contra la violencia institucional, de empoderamiento de la sociedad, de derechos humanos, mecanismos fáciles para exigir responsabilidades a servidores públicos que se extralimiten o comentan hechos delictivos.

¿Eso también depende del compromiso de las autoridades?

Un Poder Judicial y un sistema de investigación donde la probidad, la independencia, la ética sea fundamental nos van a dar una mejor calificación para encontrar esa acción, y una educación ciudadana a medio plazo que tiene que implementarse.

Es difícil, sí, pero todo en esta vida es difícil, nada es fácil. México puede salir de ese sitio, la visión derrotista no la comparto, ha habido países en una misma situación y hoy recuperaron espacios muy amplios de la vida y la convivencia, países que han tenido un panorama atroz o una guerra como Colombia van saliendo de ella. ¿Por qué no México?

¿Qué opina de la Ley de Seguridad Interior que se debate en México?

Es un tema muy delicado para pronunciarse en profundidad. Me consta que las organizaciones de derechos humanos, de sociedad civil, están exigiendo una modificación a esa norma, ahí debe de haber una transparencia muy importante.

Desde mi punto de vista las Fuerzas Armadas no son los mecanismos adecuados para afrontar el crimen o la delincuencia, sino los cuerpos civiles de investigación. Es deseable que su actuación contra el crimen no sea Ad eternum (para siempre) hay que cambiar algunos aspectos de ese servicio que hacen las fuerzas armadas que en sí mismas serían inapropiadas para esos mecanismos de investigación. Que ahora se pueda hacer o no, va a depender de encontrar el punto de equilibrio y sobre todo que claramente haya un respeto a los derechos de todos los implicados.

Es bueno que se haga esa reflexión ahora que la Ley está en el Senado y es bueno que los senadores abran sus oídos a la sociedad, porque la sociedad es la que sufre las consecuencias de la inseguridad, si se está reclamando un cambio, quizás sea oportuno pensar en que lo mejor para todos es hacer esa reflexión en conjunto y más participativa.

Andrés Manuel López Obrador propone una amnistía a narcotraficantes, ¿le parece un camino correcto para llegar a la paz?

“Lo he dicho en más de una ocasión, y lo dije hace algunos años en México, creo que las amnistías no son buenos ejemplos para nada, y mucho menos para el crimen organizado porque es una claudicación del Estado, no hay ningún matiz político que pudiera justificar ese tipo de amnistía, y lo que hay que hacer es reforzar las instituciones del Estado, hacerlas fuertes, potentes en garantías, contundencia y eficacia al actuar.

El crimen organizado, y más sus responsables, no son interlocutores adecuados para negociar con ellos desde el Estado, esa es mi opin ión en México y fuera de México. Estaría en discrepancia con lo que dice el candidato, insistiendo en que no conozco a profundidad la base para esa afirmación.

Con una experiencia de más de 30 años en casos de corrupción, terrorismo y violencia como juez en el tribunal Supremo Español o el Tribunal Penal Internacional de La Haya, Baltasar Garzón ve en México dos realidades opuestas: por un lado, un severo problema de corrupción y violencia y, por otro, una sociedad civil dispuesta a dar pasos hacia adelante para enfrentar este panorama.

Asegura que ni la militarización de la seguridad pública ni la amnistía a los líderes del narcotráfico son la solución a la crisis por la que está pasando el país. Dos temas que hoy ocupan el debate nacional. Considera que la clave es la  profesionalización de las fuerzas civiles, pero reconoce la dificultad del Estado para concretar este objetivo.

“(Se necesita) un mecanismo ágil de prevención, de educación, de capacitación a los cuerpos de seguridad, no establecer toda la fuerza en el Ejército o en la Marina sino en fortalecer los cuerpos policiales, ya sé que se ha fracasado sistemáticamente en ese objetivo”, dice en entrevista con El Sol de México.

El jurista español explica que si bien el Estado mexicano ha dado pasos correctos para combatir la corrupción al instrumentar nuevos mecanismos de sanción, es tarea de la sociedad civil presionar para que éstos sean efectivos ante la visible resistencia.

“En este momento México vive una situación única en lo bueno y en lo malo. Lo malo porque ha sufrido la acción de la violencia y la corrupción muy importantes, pero en lo bueno porque ha reaccionado desde el Estado”, concluye.

¿Encuentra una relación entre violencia y corrupción?

Sí, claro. Es verdad que puede haber una división, que pueden actuar los dos fenómenos cada uno por su lado, pero si la violencia es un sistema de organizaciones criminales genera espacios de impunidad donde desarrollar sus actividades delictivas, y esos espacios de impunidad se generan a través de sobornos, de la captación o colusión a personas o instituciones que inciden en cualquier mecanismo de alarma contra la corrupción.

La corrupción de un sistema genera en algunos de sus ámbitos violencia institucional frente al ciudadano porque conlleva la impunidad en la persecución de hechos delictivos o en la sanción de los mismos. Por tanto, son dos fenómenos normalmente unidos.

La corrupción inicia en las precampañas por intercambio de favores entre candidatos y empresarios o delincuentes, ¿está de acuerdo?

No se puede generalizar que todo el sistema de financiamiento de los partidos o financiamiento electoral es el germen de todo tipo de corrupción. Puede ser que sí, puede ser que no, si el sistema de financiamiento es transparente, hay un control eficiente por el sistema de fiscalización y del sistema de procuración de justicia, y también el sistema electoral, no debería de ocurrir.

Lo que hay que hacer es un sistema de alertas tempranas que avise de esos posibles comportamientos mucho tiempo antes del momento de elecciones, porque ahí es donde va a estar la diferencia, no tenemos que permitir que llegue un momento de la campaña para fiscalizar a políticos o a los candidatos.

Especialistas dicen que el crimen organizado lleva tiempo corrompiendo a candidatos y gobiernos, ¿usted ve eso?

Si tenemos identificado el problema lo que tenemos que hacer es buscar el diagnóstico, una medicina adecuada para cuidar al paciente. La corrupción existe, eso no es ninguna novedad, incluso puede ser sistémica en determinados ámbitos en México y determinados países, también es verdad.

La normativa que hay en México, actualizada desde 2012, 2014, incluso 2017 establece algún entramado legal que en sí mismo debería ser suficiente para prevenir cualquier proceso de corrupción. La pregunta es ¿por qué no se implementan esas normas? Porque hay intereses espurios dentro del sistema, habrá que descubrirlos y sancionarlos con la participación efectiva de la ciudadanía y con un sistema de transparencia y rendición de cuentas, eso es fundamental.

El sistema corrupto presenta resistencia al cambio, ¿cómo trabajar para realizar esos cambios?

Eso es lógico, cuando un fenómeno se hace sistémico, cuando determinadas instituciones o todo el aparato del Estado en el que se introducen algunos elementos que no son la probidad, la ética, la transparencia y la gestión pública se corre ese riesgo.

En este momento México vive una situación única en lo bueno y en lo malo. Lo malo porque ha sufrido la acción de la violencia y la corrupción muy importantes, pero en lo bueno porque ha reaccionado desde el Estado. No es verdad que no se haya reaccionado, lo que ocurre es que es muy probable y eso sí es cierto, que no se han desarrollado los mecanismos de reacción adecuadamente.

Es la sociedad civil un actor fundamental para el equilibrio, es una responsabilidad, y lo que no podemos hacer es dar un paso atrás si ya hemos exigido que ese cambio se produzca.

En México hay elecciones el próximo año,  ¿qué es lo que deben tomar en cuenta los candidatos para enfrentar la corrupción y la violencia?

Un mecanismo ágil de prevención, de educación, de capacitación a los cuerpos de seguridad, no establecer toda la fuerza en el Ejército o en la Marina sino en fortalecer los cuerpos policiales, ya sé que se ha fracasado sistemáticamente en ese objetivo, pero precisamente porque se ha fracasado se debe de cambiar de paradigma de capacitación, porque deben ser mecanismos contra la violencia institucional, de empoderamiento de la sociedad, de derechos humanos, mecanismos fáciles para exigir responsabilidades a servidores públicos que se extralimiten o comentan hechos delictivos.

¿Eso también depende del compromiso de las autoridades?

Un Poder Judicial y un sistema de investigación donde la probidad, la independencia, la ética sea fundamental nos van a dar una mejor calificación para encontrar esa acción, y una educación ciudadana a medio plazo que tiene que implementarse.

Es difícil, sí, pero todo en esta vida es difícil, nada es fácil. México puede salir de ese sitio, la visión derrotista no la comparto, ha habido países en una misma situación y hoy recuperaron espacios muy amplios de la vida y la convivencia, países que han tenido un panorama atroz o una guerra como Colombia van saliendo de ella. ¿Por qué no México?

¿Qué opina de la Ley de Seguridad Interior que se debate en México?

Es un tema muy delicado para pronunciarse en profundidad. Me consta que las organizaciones de derechos humanos, de sociedad civil, están exigiendo una modificación a esa norma, ahí debe de haber una transparencia muy importante.

Desde mi punto de vista las Fuerzas Armadas no son los mecanismos adecuados para afrontar el crimen o la delincuencia, sino los cuerpos civiles de investigación. Es deseable que su actuación contra el crimen no sea Ad eternum (para siempre) hay que cambiar algunos aspectos de ese servicio que hacen las fuerzas armadas que en sí mismas serían inapropiadas para esos mecanismos de investigación. Que ahora se pueda hacer o no, va a depender de encontrar el punto de equilibrio y sobre todo que claramente haya un respeto a los derechos de todos los implicados.

Es bueno que se haga esa reflexión ahora que la Ley está en el Senado y es bueno que los senadores abran sus oídos a la sociedad, porque la sociedad es la que sufre las consecuencias de la inseguridad, si se está reclamando un cambio, quizás sea oportuno pensar en que lo mejor para todos es hacer esa reflexión en conjunto y más participativa.

Andrés Manuel López Obrador propone una amnistía a narcotraficantes, ¿le parece un camino correcto para llegar a la paz?

“Lo he dicho en más de una ocasión, y lo dije hace algunos años en México, creo que las amnistías no son buenos ejemplos para nada, y mucho menos para el crimen organizado porque es una claudicación del Estado, no hay ningún matiz político que pudiera justificar ese tipo de amnistía, y lo que hay que hacer es reforzar las instituciones del Estado, hacerlas fuertes, potentes en garantías, contundencia y eficacia al actuar.

El crimen organizado, y más sus responsables, no son interlocutores adecuados para negociar con ellos desde el Estado, esa es mi opin ión en México y fuera de México. Estaría en discrepancia con lo que dice el candidato, insistiendo en que no conozco a profundidad la base para esa afirmación.

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