/ viernes 14 de agosto de 2020

Confinamiento forzado, la otra cara de la crisis por Covid-19

Las actividades que se cancelaron en prisión fueron la visita (parcialmente) y con ella el trabajo


Confinamiento, acción que implica la reclusión en un lugar cerrado, una celda o jaula. Normalmente este sitio se halla en una zona retirada, vigilada y de no tan sencillo acceso y egreso, con el fin de tener justamente a la persona contenida y retenida. (El Gran Diccionario de la Lengua Española Larousse, 2016)

El Confinamiento, desde esta deriva, se vincula con la noción de confín, que tiene dos acepciones. La primera refiere a una línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno, una región, un país, un espacio o un tiempo separándolo dramáticamente de otro. La segunda define un punto muy lejano que se alcanza con la vista. Por un lado, el confín señala una frontera, un borde que nos reduce y separa; por otro, despliega un horizonte que nos expande. El confín delimita a la vez una separación y un horizonte.

➡️Descubrirnos la boca: los imposibles en tiempos de pandemia

El 23 de marzo inició, en México, la Jornada Nacional de Sana Distancia, suspendiendo clases, “actividades no esenciales” y cancelando eventos masivos. Las actividades que se cancelaron en prisión fueron la visita (parcialmente) y con ella el trabajo; sin éste las mujeres se precipitan a espacio negro e informe para sobrevivir. A la población “general” se le pidió evitar aglomeraciones; aquellas que teníamos hogar nos quedamos en casa. La vida que conocíamos quedó suspendida y reducida al espacio doméstico: nos quedamos sorprendidas viviendo tiempos inéditos.

En este fanzine señalamos la desigualdad con la que se construyen para unas confines y para otros horizontes, pero también las estrategias en las que los primeros se pueden volcar en los segundos, invirtiéndolos, fisurándolos, pintándolos de colores e imaginando posibilidades para trastocar las fronteras y confinamientos que nos separan.

Sabemos de la medida conocida como Ley de Amnistía- surgida para excarcelar a algunas mujeres y de la cual hablaremos en este fanzine- y tememos dos cosas: que la apliquen y que no lo hagan. Si la aplican un buen número de mujeres que obtengan el beneficio de salir, no tendrán donde ir, ya que lo perdieron todo durante su vida en prisión. Si no lo hacen quedarán recluidas y expuestas mayormente al contagio, aún con las medidas tomadas por el subsistema penitenciario. Las mujeres en prisión viven en medio de esta clase de paradojas.

➡️ Crece 30 por ciento la muerte materna; Covid, una de las causas

A partir de las maniobras que trazamos en este fanzine, conectamos la universidad con la prisión haciendo visibles sus contradicciones y reduciendo, a la vez, la distancia que nos separa de las mujeres presas, sujetos que viven muy lejos territorial y culturalmente del espacio universitario. Juntas hemos logrado trazar un horizonte común donde trabajamos, imaginamos y construimos un mundo que se distancia de las disciplinas penitenciaria y académica y que se aleja, también, del castigo. Así ampliamos los confines que cercan hoy tanto a mujeres presas como a estudiantes, académicos, artistas. Si bien el encierro es sustancialmente distinto para las de dentro y los de fuera, el contacto y la precipitación de la universidad, como institución pública, hacia espacios desconocidos, no solo acerca a las presas, sino que nos contagia de las maniobras y estrategias de mujeres que mucho tienen que enseñarnos sobre la sobrevivencia en el confinamiento.



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Confinamiento, acción que implica la reclusión en un lugar cerrado, una celda o jaula. Normalmente este sitio se halla en una zona retirada, vigilada y de no tan sencillo acceso y egreso, con el fin de tener justamente a la persona contenida y retenida. (El Gran Diccionario de la Lengua Española Larousse, 2016)

El Confinamiento, desde esta deriva, se vincula con la noción de confín, que tiene dos acepciones. La primera refiere a una línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno, una región, un país, un espacio o un tiempo separándolo dramáticamente de otro. La segunda define un punto muy lejano que se alcanza con la vista. Por un lado, el confín señala una frontera, un borde que nos reduce y separa; por otro, despliega un horizonte que nos expande. El confín delimita a la vez una separación y un horizonte.

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El 23 de marzo inició, en México, la Jornada Nacional de Sana Distancia, suspendiendo clases, “actividades no esenciales” y cancelando eventos masivos. Las actividades que se cancelaron en prisión fueron la visita (parcialmente) y con ella el trabajo; sin éste las mujeres se precipitan a espacio negro e informe para sobrevivir. A la población “general” se le pidió evitar aglomeraciones; aquellas que teníamos hogar nos quedamos en casa. La vida que conocíamos quedó suspendida y reducida al espacio doméstico: nos quedamos sorprendidas viviendo tiempos inéditos.

En este fanzine señalamos la desigualdad con la que se construyen para unas confines y para otros horizontes, pero también las estrategias en las que los primeros se pueden volcar en los segundos, invirtiéndolos, fisurándolos, pintándolos de colores e imaginando posibilidades para trastocar las fronteras y confinamientos que nos separan.

Sabemos de la medida conocida como Ley de Amnistía- surgida para excarcelar a algunas mujeres y de la cual hablaremos en este fanzine- y tememos dos cosas: que la apliquen y que no lo hagan. Si la aplican un buen número de mujeres que obtengan el beneficio de salir, no tendrán donde ir, ya que lo perdieron todo durante su vida en prisión. Si no lo hacen quedarán recluidas y expuestas mayormente al contagio, aún con las medidas tomadas por el subsistema penitenciario. Las mujeres en prisión viven en medio de esta clase de paradojas.

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A partir de las maniobras que trazamos en este fanzine, conectamos la universidad con la prisión haciendo visibles sus contradicciones y reduciendo, a la vez, la distancia que nos separa de las mujeres presas, sujetos que viven muy lejos territorial y culturalmente del espacio universitario. Juntas hemos logrado trazar un horizonte común donde trabajamos, imaginamos y construimos un mundo que se distancia de las disciplinas penitenciaria y académica y que se aleja, también, del castigo. Así ampliamos los confines que cercan hoy tanto a mujeres presas como a estudiantes, académicos, artistas. Si bien el encierro es sustancialmente distinto para las de dentro y los de fuera, el contacto y la precipitación de la universidad, como institución pública, hacia espacios desconocidos, no solo acerca a las presas, sino que nos contagia de las maniobras y estrategias de mujeres que mucho tienen que enseñarnos sobre la sobrevivencia en el confinamiento.



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