/ domingo 19 de enero de 2020

Hacienda de Parangueo en Valle de Santiago

El día tres de mayo de 1744 llegaron los Jesuitas de Guanajuato, encabezados por su rector, el padre Juan Bautista Peñuelas, al pueblo de Valle de Santiago

VALLE DE SANTIAGO, Gto.- La Hacienda se localiza en la comunidad que lleva por nombre San Nicolás de Parangueo, de ahí su nombre, es parte de los lugares mágicos que tiene el bello municipio de Valle de Santiago,

Parangueo en lengua purépecha significa “lugar de fogones”, en alusión a las bocas de los cráteres que hay en sus tierras. Desde antes d 1563 ya Blas García era dueño de tierras de pastoreo y labranza de Parangueo; en 1631 eran propiedad de Antonio de Lejalde, en ellas se cosechaban anualmente fanegas de maíz y habrá un sinnúmero de ganado mayor.

Parangueo en lengua purépecha significa “lugar de fogones”, en alusión a las bocas de los cráteres que hay en sus tierras.

Simpatizante de la obra de la Compañía de Jesús, sobre todo de la que hacían en la villa de Santa Fe y Minas de Guanajuato, en noviembre de 1738, en la ciudad de Querétaro, hizo donación de San Nicolás Parangueo, Quiriceo y otras dos al hospicio jesuítico de Guanajuato, para que con sus productos se prosiguiera su labor por todo el Obispado de Michoacán, por medio de misiones periódicas que hiciesen en su territorio; para la creación de una cátedra de filosofía cuando el hospicio heredero fuese elevado a la categoría de colegio, y la dotación anual de una huérfana al “tomar estado” de casada”.

El día tres de mayo de 1744 llegaron los Jesuitas de Guanajuato, encabezados por su rector, el padre Juan Bautista Peñuelas, al pueblo de Valle de Santiago, con el afán de tomar posesión de las haciendas que les habían heredado don Pedro Bautista Lascuráin de Retana.

Estando en ese lugar se enteraron de la mala campaña en su contra que habían hecho los agustinos de Yuririapúndaro, tanto en el Valle como entre los pobladores de las haciendas, con la intención de evitar que los jesuitas tomaran posesión de las haciendas pues los agustinos pretendían para su Orden desde antes de la muerte de Retana”.

Si hubo propiedades enormes en el actual estado de Guanajuato, una de ellas al norte con los Moncada, o al oriente con los Pérez de Bocanegra o al poniente con los Villaseñor Orozco; justo será incluir en esa selecta lista de latifundistas a don Pedro Lasuráin de Retana pues sus propiedades en el valle de Santiago eran, ni una hectárea más, ni una menos, de 65 mil, desde algunos años antes de fallecer don Pedro, las haciendas eran administradas por el sacerdote secular bachiller José del Moral; los jesuitas lo dejaron en su puesto por algún tiempo “con 1000 pesos de salario y el plato”, hasta 1748, en que se encargó de la administración un hermano de la Compañía”.

Parangueo consistía en sitios de ganado mayor, y de ganado menor y 2 y media caballerías de tierra, un total de 65 000 hectáreas, donde había un molino “de pan para llevar” con dos piedras para triturar el trigo producido en la propiedad y el de otros agricultores en cuestión de animales se encontraron los Jesuitas con vacas, bueyes, ovejas, cabras, caballos y mulas, las haciendas y su contenido tenían valor aproximado de $ 140,000”.

La historia de estas haciendas van estrechamente ligada a la historia de la guerra de Independencia, ellas pasaron luego por herencias y matrimonio a manos de Luís de Cortázar y Rábago, seguidor de Agustín de Iturbide y uno de los primeros gobernadores del estado de Guanajuato.

VALLE DE SANTIAGO, Gto.- La Hacienda se localiza en la comunidad que lleva por nombre San Nicolás de Parangueo, de ahí su nombre, es parte de los lugares mágicos que tiene el bello municipio de Valle de Santiago,

Parangueo en lengua purépecha significa “lugar de fogones”, en alusión a las bocas de los cráteres que hay en sus tierras. Desde antes d 1563 ya Blas García era dueño de tierras de pastoreo y labranza de Parangueo; en 1631 eran propiedad de Antonio de Lejalde, en ellas se cosechaban anualmente fanegas de maíz y habrá un sinnúmero de ganado mayor.

Parangueo en lengua purépecha significa “lugar de fogones”, en alusión a las bocas de los cráteres que hay en sus tierras.

Simpatizante de la obra de la Compañía de Jesús, sobre todo de la que hacían en la villa de Santa Fe y Minas de Guanajuato, en noviembre de 1738, en la ciudad de Querétaro, hizo donación de San Nicolás Parangueo, Quiriceo y otras dos al hospicio jesuítico de Guanajuato, para que con sus productos se prosiguiera su labor por todo el Obispado de Michoacán, por medio de misiones periódicas que hiciesen en su territorio; para la creación de una cátedra de filosofía cuando el hospicio heredero fuese elevado a la categoría de colegio, y la dotación anual de una huérfana al “tomar estado” de casada”.

El día tres de mayo de 1744 llegaron los Jesuitas de Guanajuato, encabezados por su rector, el padre Juan Bautista Peñuelas, al pueblo de Valle de Santiago, con el afán de tomar posesión de las haciendas que les habían heredado don Pedro Bautista Lascuráin de Retana.

Estando en ese lugar se enteraron de la mala campaña en su contra que habían hecho los agustinos de Yuririapúndaro, tanto en el Valle como entre los pobladores de las haciendas, con la intención de evitar que los jesuitas tomaran posesión de las haciendas pues los agustinos pretendían para su Orden desde antes de la muerte de Retana”.

Si hubo propiedades enormes en el actual estado de Guanajuato, una de ellas al norte con los Moncada, o al oriente con los Pérez de Bocanegra o al poniente con los Villaseñor Orozco; justo será incluir en esa selecta lista de latifundistas a don Pedro Lasuráin de Retana pues sus propiedades en el valle de Santiago eran, ni una hectárea más, ni una menos, de 65 mil, desde algunos años antes de fallecer don Pedro, las haciendas eran administradas por el sacerdote secular bachiller José del Moral; los jesuitas lo dejaron en su puesto por algún tiempo “con 1000 pesos de salario y el plato”, hasta 1748, en que se encargó de la administración un hermano de la Compañía”.

Parangueo consistía en sitios de ganado mayor, y de ganado menor y 2 y media caballerías de tierra, un total de 65 000 hectáreas, donde había un molino “de pan para llevar” con dos piedras para triturar el trigo producido en la propiedad y el de otros agricultores en cuestión de animales se encontraron los Jesuitas con vacas, bueyes, ovejas, cabras, caballos y mulas, las haciendas y su contenido tenían valor aproximado de $ 140,000”.

La historia de estas haciendas van estrechamente ligada a la historia de la guerra de Independencia, ellas pasaron luego por herencias y matrimonio a manos de Luís de Cortázar y Rábago, seguidor de Agustín de Iturbide y uno de los primeros gobernadores del estado de Guanajuato.

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