/ domingo 26 de julio de 2020

Relojero, oficio en peligro de extinción

Don José tiene 60 años con este oficio

Don José Venegas García, relojero desde hace 60 años y originario de Valle de Santiago, ha trabajado en Salamanca desde hace 35 años después de haber emigrado a los 15 años a la Ciudad de México, donde nació su pasión por la relojería.

En su llegada a la ciudad de México vivió por mucho tiempo y fue donde decidió que el ser relojero era a lo que se quería dedicar su vida, su maestro quien le enseño todos los trucos del oficio, le pidió que siempre compartiera sus aprendizajes con los demás.

Fue así como durante su estancia en México, tuvo seis pupilos, a los cuales los instruyó en el amor por esta labor y los contagio del mismo entusiasmo por el trabajo que él tenía.

Desde su llegada a este municipio, no hay día en que deje de trabajar con la relojería, es su pasión y lo que más le gusta, cada vez que habla de ello, su rostro se ilumina y se llena de alegría, fue por eso que el proceso de condimento le resulto tan difícil.

“Cuando nos dieron la autorización de volver a abrir, mi esposa me dijo que me veía con más ganas de vivir y es que yo no puedo dejar de trabajar en lo que me gusta, amó lo que hago y no quiero dejar de hacerlo “dijo.

Don José mira con mucha tristeza como su oficio cada vez más va en declive, pues considera que ya se acabo, ya que se sostiene únicamente realizando cambios de pilas, correas, extensiones, “pero un trabajo más grande como la reparación de un reloj más grande, ya no hay”.

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El Relojero, tiene cuatro hijos, sin embargo, tres de ellos ya se han preparado económicamente y uno más esta viviendo en los Estados Unidos, aunque le hubiera encantado que su descendencia continuará con su legado, está feliz de que no haya sido así, pues admite que su oficio se “extingue”.

Aun cuando los relojes de pared, ya no se usan, para él siguen siendo la pieza más hermosa, pues arreglarlos tiene su ciencia y requieren de mucha paciencia “me gustan tanto estos relojes, porque es complicado arreglarlos, llevan un anillo en el interior que es donde se conectan el péndulo y las manecillas, hacerlos funcionar no es nada sencillo y tengo que lograr que todo quede bien anivelado”.

Este trabajo le ha permitido conocer gente de todas las comunidades de Salamanca y ese es el regalo más que la vida le pudo haber dado.

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Pese a la incursión de las nuevas tecnologías, otro factor que juega en contra de don José es la edad, pues ya cuenta con 75 años y poco a poco pierde la habilidad en sus dedos para continuar arreglando relojes, acto que pronto lo podría llevar a dejar su oficio.

Don José Venegas García, relojero desde hace 60 años y originario de Valle de Santiago, ha trabajado en Salamanca desde hace 35 años después de haber emigrado a los 15 años a la Ciudad de México, donde nació su pasión por la relojería.

En su llegada a la ciudad de México vivió por mucho tiempo y fue donde decidió que el ser relojero era a lo que se quería dedicar su vida, su maestro quien le enseño todos los trucos del oficio, le pidió que siempre compartiera sus aprendizajes con los demás.

Fue así como durante su estancia en México, tuvo seis pupilos, a los cuales los instruyó en el amor por esta labor y los contagio del mismo entusiasmo por el trabajo que él tenía.

Desde su llegada a este municipio, no hay día en que deje de trabajar con la relojería, es su pasión y lo que más le gusta, cada vez que habla de ello, su rostro se ilumina y se llena de alegría, fue por eso que el proceso de condimento le resulto tan difícil.

“Cuando nos dieron la autorización de volver a abrir, mi esposa me dijo que me veía con más ganas de vivir y es que yo no puedo dejar de trabajar en lo que me gusta, amó lo que hago y no quiero dejar de hacerlo “dijo.

Don José mira con mucha tristeza como su oficio cada vez más va en declive, pues considera que ya se acabo, ya que se sostiene únicamente realizando cambios de pilas, correas, extensiones, “pero un trabajo más grande como la reparación de un reloj más grande, ya no hay”.

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El Relojero, tiene cuatro hijos, sin embargo, tres de ellos ya se han preparado económicamente y uno más esta viviendo en los Estados Unidos, aunque le hubiera encantado que su descendencia continuará con su legado, está feliz de que no haya sido así, pues admite que su oficio se “extingue”.

Aun cuando los relojes de pared, ya no se usan, para él siguen siendo la pieza más hermosa, pues arreglarlos tiene su ciencia y requieren de mucha paciencia “me gustan tanto estos relojes, porque es complicado arreglarlos, llevan un anillo en el interior que es donde se conectan el péndulo y las manecillas, hacerlos funcionar no es nada sencillo y tengo que lograr que todo quede bien anivelado”.

Este trabajo le ha permitido conocer gente de todas las comunidades de Salamanca y ese es el regalo más que la vida le pudo haber dado.

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Pese a la incursión de las nuevas tecnologías, otro factor que juega en contra de don José es la edad, pues ya cuenta con 75 años y poco a poco pierde la habilidad en sus dedos para continuar arreglando relojes, acto que pronto lo podría llevar a dejar su oficio.

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