Llegó septiembre con su singular fervor patrio y el ambiente se matiza con el verde, el blanco y el rojo.
Crescencio Flores vive estas festividades desde una trinchera diferente, se aleja de su familia para salir a vender las tradicionales banderas, los rehiletes, las trompetas, los sombreros y todo los artículos que le dan un sabor especial a estas fechas.
Crescencio es originario de Temoaya, Estado de México y desde hace 10 años viene a Salamanca a comercializar los productos que gente de su tierra natal elabora durante todo un año.
Desde temprana hora, Crescencio llega a la Plaza Cívica y acomoda su mercancía en el espacio que le asignó la dirección de Fiscalización y Control, en una pequeña armazón coloca banderas, rehiletes, trompetas, vestidos, tambores, guitaras, rifles, sombreros, moños, bufandas, aretes, pulseras y todos lo que conforma la indumentaria para las Fiestas Patrias.
“Tratamos de traer variedad, cada año traemos algo diferente, yo llevo 10 años vendiendo aquí en Salamanca, soy de Temoaya, ahí nuestra gente se dedica a elaborar todo esto para cuando llega la temporada”.
Para este año la bandera de menor tamaño cuesta 15 pesos, y la enseña de mayor magnitud tiene un costo de 300 pesos, hay para todos los gustos y los presupuestos, hay vestidos y bufandas de 70 pesos, silbatos de 30 pesos, los rehiletes hay de 10 pasos para arriba.
Los comerciantes de temporada desafían la difícil situación económica y llegan a Salamanca y a otros puntos del país con la esperanza de que las ventas sean buenas. A Crescencio lo esperan en Temoaya su esposa y sus 5 hijos, 2 estudian la universidad, otros cursan la secundaria y la primaria, ellos son su fortaleza, por ellos combina su oficio de albañil con el comercio.
“Yo veo estas fechas con la esperanza de generar un poco de economía, yo en mi tierra me gano el pan de cada día trabajando como albañil, trabajo la construcción y espero estas fechas con la motivación y la esperanza de ganarme algo de dinero”.