/ miércoles 13 de enero de 2021

[VIDEO] Don Francisco, a sus 85 años, recorre en solitario el centro del país

Es originario de Boshesdá, de Temascalcingo, en el Estado de México, y radica en Juventino Rosas

Francisco Luis tiene 85 años y una claridad mental destacada. A su edad sale solo a vender a varios municipios de este y otros del estado de Michoacán. Sus productos hechos a base de lana tiene alta demanda y la gente busca adquirir sus productos, no sólo por ayudarle en su economía, sino además por “la calidad y el precio” más económicos que en San Miguel de Allende, dice.

Sus productos llaman la atención por su delicada creación.


“Yo me llamo Francisco Luis Romero, soy su servidor, tengo 85 años... poquito ya, entré a 85 pa´ completar 85 en el 10 de octubre que viene. Nosotros somos de Boshesdá, de Temascalcingo, en el Estado de México. Ahí es mi lugar donde nací. Ahorita estamos aquí porque trabajo, nada más ahí tenemos su pobre casa pa´ allá, ahí en Bushesdá. Ahorita vivimos en Juventino Rosas... diario salimos y diario venimos por acá”.

El persistente comerciante tiene ya doce años en radicando en Juventino Rosas y sale a diferentes ciudades del estado, e incluso de Michoacán. “Pos la chamba. Estamos trabajando por allá haciendo la ´luchita´, porque la panza no aguanta el hambre”, dice sonriente el entusiasta hombre de la tercera edad.

La calle Leona Vicario luce solitaria y sólo escasos carros particulares pasan la calle Veracruz a un costado de Francisco, quien tiende en el piso sus piezas de tela de lana.

“Tapetes, cobijas, gabanes, bolsas... los tapes 550 por dos, las cobijas en dos mil 500, la de tres kilos; la de cuatro kilos, la pinta, tres mil 500, el gabán, dos mil 500...”, dice haciendo labor de venta con el entrevistador, mientras se acerca una clienta interesada en la mercancía de vista colorida.

Hace su venta del día, con una clienta que pasa por el sitio y se interesa en sus gabanes.

No me gusta a mí renegar de donde he nacido ni donde vivo, porque yo no debo nada ni me deben, sólo tengo confianza para trabajar”, dice el don Francisco en un asomo de desconfianza.

“Salimos diario. A veces nos ponemos dos o tres veces en Juventino ahí en el jardín... dos o tres días, pero después me voy a Guanajuato, Dolores, San Miguel de Allende, a veces voy a Morelia, a Quiroga, Zamora y ya me vengo de la Piedad pa´ca”.

Tuve cuatro mujeres, se me casaron tres otro ta´ malo tiene ´estaquia´., no se quiere aliviar y desde chiquito tenía como seis años y empezó y hasta ahorita tiene como 40... le dan ataques de epilepsia”, Mi hija mayor vive conmigo desde que murió su señor y vive también conmigo mi nieto, dice al relatar sobre su familia.

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“Desde que llegó la enfermedad (Covid-19) me dijo mi gente: ´No puede trabajar´. Desde que llegó la enfermedad... que debía estar adentro. ´No vayas a salir´ me dicen... Tuve tres días ahí en la casa... Les dije: Pa´ estarme yo aquí dos o tres meses, mejor compraba una mulita, dije, y me salgo a vender... Gano poquito unos 100 ó 150 pesitos libres, es mi ganancia... Soy trabajador... Me siento bien, aunque la cansada, ya por la edad...”.

Don Francisco tiene 35 años vendiendo piezas de lana y recorre parte del centro del país en solitario. Antes trabajaba haciendo barriles de barro pa´l pulque. ¿Y sí tomaba?... “A veces uno tomaba también”, dice riendo.

Francisco Luis tiene 85 años y una claridad mental destacada. A su edad sale solo a vender a varios municipios de este y otros del estado de Michoacán. Sus productos hechos a base de lana tiene alta demanda y la gente busca adquirir sus productos, no sólo por ayudarle en su economía, sino además por “la calidad y el precio” más económicos que en San Miguel de Allende, dice.

Sus productos llaman la atención por su delicada creación.


“Yo me llamo Francisco Luis Romero, soy su servidor, tengo 85 años... poquito ya, entré a 85 pa´ completar 85 en el 10 de octubre que viene. Nosotros somos de Boshesdá, de Temascalcingo, en el Estado de México. Ahí es mi lugar donde nací. Ahorita estamos aquí porque trabajo, nada más ahí tenemos su pobre casa pa´ allá, ahí en Bushesdá. Ahorita vivimos en Juventino Rosas... diario salimos y diario venimos por acá”.

El persistente comerciante tiene ya doce años en radicando en Juventino Rosas y sale a diferentes ciudades del estado, e incluso de Michoacán. “Pos la chamba. Estamos trabajando por allá haciendo la ´luchita´, porque la panza no aguanta el hambre”, dice sonriente el entusiasta hombre de la tercera edad.

La calle Leona Vicario luce solitaria y sólo escasos carros particulares pasan la calle Veracruz a un costado de Francisco, quien tiende en el piso sus piezas de tela de lana.

“Tapetes, cobijas, gabanes, bolsas... los tapes 550 por dos, las cobijas en dos mil 500, la de tres kilos; la de cuatro kilos, la pinta, tres mil 500, el gabán, dos mil 500...”, dice haciendo labor de venta con el entrevistador, mientras se acerca una clienta interesada en la mercancía de vista colorida.

Hace su venta del día, con una clienta que pasa por el sitio y se interesa en sus gabanes.

No me gusta a mí renegar de donde he nacido ni donde vivo, porque yo no debo nada ni me deben, sólo tengo confianza para trabajar”, dice el don Francisco en un asomo de desconfianza.

“Salimos diario. A veces nos ponemos dos o tres veces en Juventino ahí en el jardín... dos o tres días, pero después me voy a Guanajuato, Dolores, San Miguel de Allende, a veces voy a Morelia, a Quiroga, Zamora y ya me vengo de la Piedad pa´ca”.

Tuve cuatro mujeres, se me casaron tres otro ta´ malo tiene ´estaquia´., no se quiere aliviar y desde chiquito tenía como seis años y empezó y hasta ahorita tiene como 40... le dan ataques de epilepsia”, Mi hija mayor vive conmigo desde que murió su señor y vive también conmigo mi nieto, dice al relatar sobre su familia.

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“Desde que llegó la enfermedad (Covid-19) me dijo mi gente: ´No puede trabajar´. Desde que llegó la enfermedad... que debía estar adentro. ´No vayas a salir´ me dicen... Tuve tres días ahí en la casa... Les dije: Pa´ estarme yo aquí dos o tres meses, mejor compraba una mulita, dije, y me salgo a vender... Gano poquito unos 100 ó 150 pesitos libres, es mi ganancia... Soy trabajador... Me siento bien, aunque la cansada, ya por la edad...”.

Don Francisco tiene 35 años vendiendo piezas de lana y recorre parte del centro del país en solitario. Antes trabajaba haciendo barriles de barro pa´l pulque. ¿Y sí tomaba?... “A veces uno tomaba también”, dice riendo.

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