Desde hace más de 100 años, el barrio de San Roque celebra a su santo patrono y este año no fue la excepción, aunque con algunas restricciones y atendiendo protocolos se festejó al patrono de las epidemias.
Aunque muchos fieles no lo saben, este personaje sacro es el auxiliar y socorro en este tipo de contingencias, de los enfermos, de los falsamente acusados, de los inválidos y de los cirujanos y en esta ciudad se le tiene mucha devoción.
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San Roque nació en Montpellier, Francia, en 1350, fue un joven huérfano quien decidió repartir sus posesiones y salir en peregrinación a Roma, durante este camino se dedicó a cuidar a los infectados por la peste, la cual estaba causando estragos en muchas regiones de Europa.
La historia refiere que Roque se quedó en Romaña, junto a los apestados, hasta que cesó la epidemia. Finalmente se dirigió a Roma donde permaneció tres años, al regresar a su ciudad de origen, pasó por Piacenza se contagió y decidió esconderse cerca de un bosque para no exponer a los lugareños a contraer la enfermedad.
Estando confinado en este lugar, apareció un perro que vivía en la casa de un noble y encontró el refugio de Roque, empezando a llevarle cada día un trozo de pan.
A San Roque se le reconoce por vestir de peregrinos y tener en la pierna una herida de peste abierta, representando su contagio y lo suele acompañar el perro que lo alimentó.
El barrio de San Roque en Salamanca data de mediados del siglo XVIII y es uno de los de mayor antigüedad y reconocido por su devoción a este santo.