/ lunes 7 de octubre de 2024

Arriesgué mi vida por salvar la de los demás: Rodolfo “El Mayor” Saavedra, bombero desde hace seis décadas

Mi satisfacción más fregona es entregarle el cuerpo a su ser querido, eso me hace crecer espiritualmente, cuando me bendicen y me dan las gracias”, aseguró

Retirado temporalmente, debido a un problema de salud, Rodolfo Saavedra Jiménez, quien tiene el cargo de mayor en los Bomberos de Salamanca, hace una reflexión de lo que para él ha sido su labor no sólo de salvar la vida a miles de personas en el municipio, sino también cómo ha sido el proceso cuando ha tenido que entregar los cuerpos de personas fallecidas a sus familiares cuando ha habido accidentes graves.

A pesar de haber pasado por problemas muy difíciles en su vida, el Mayor, como cariñosamente le llaman, dijo que ha llevado una vida feliz, pues ha podido hacer lo que más le gustó, que fue el ver por el prójimo, pero también explorar actividades como ser buzo, por ejemplo.

Desde muy corta edad, a Rodolfo Saavedra le gustaba nadar y lo curioso es que nunca tuvo un instructor, sino que aprendió con sólo echarse clavados en el río que estaba cerca de su hogar en su ciudad natal de Acámbaro, Guanajuato; desde ahí empezó a mostrar sus dotes para sumergirse y saber nadar.

Ha recibido un sinfín de reconocimientos debido a su gran labor dentro del cuerpo de bomberos de Salamanca. / Fotos / Carlos Cisneros

El Mayor recordó el día en que uno de sus compañeros de primaria se metió al río y ya no salió. “Nos gustaba llegar a la orilla del río y aventarnos un clavado de un árbol, entonces yo los vi cuando se aventaron y yo me quedé a la orilla del río, cuando uno me dice, ‘oye, ya no salió aquel’ y que me aviento nadando al otro lado del río, donde nos aventamos los clavados, me aviento, me sumerjo y lo toqué, lo jalaba y no podía, pues estaba atorado entre unas ramas, así que salí y agarré aire otra vez, les grité ‘aquí está’, me vuelvo a sumergir y lo destrabé y saqué el cuerpo; tardé una semana para poder dormir después de eso”, relató.

Rodolfo Saavedra comentó que desde ese día empezó a agarrar fama de ser rescatista de ahogados. Sin embargo, fue un día que le llegó el rumor al encargado de la Cruz Roja de Acámbaro, Filiberto Procel Rivas, que había “un muchachillo que le gusta sacar a los cuerpos o a las personas que se estaban ahogando y que además nadaba muy bien.

“Me empezó a llamar para rescatar cuerpos en los canalillos, ya me iba y me aventaba unos clavadillos y los sacaba, sin aletas ni equipo de seguridad, ya después de todos los ranchos nos llamaban y yo iba a sacar los cuerpos”, dijo el Mayor Saavedra.

Rescató más de 600 cuerpos

A principios de los años sesenta, Filiberto Procel Rivas se vino para Salamanca y todo cambió para Rodolfo Saavedra. “Me dijo ‘me van a mover para Salamanca’, ¿te vas conmigo? Le dije: ‘órale, nomás deja avisarle a mi papá. Llegamos a la Cruz Roja de Salamanca y estuvimos un buen rato en la Cruz Roja”, relató.

Su pasión siempre ha sido el agua, nos platicó el Mayor, Rodolfo Saavedra.

El Mayor recordó que en 1960, entre Filiberto Procel y él fundaron el primer Heróico Cuerpo de Bomberos de Salamanca, en donde prestaban sus servicios a los municipios de Valle de Santiago, Jaral, Cortazar, Yuriria, Uriangato, Moroleón y Juventino Rosas. “Durante toda mi vida he rescatado a más de 600 cuerpos y eso es una aproximación, venían por mí de Michoacán, La Piedad, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis, te conozco todos los ríos o canales, yo no fui buzo de escuela, yo fui buzo empírico, yo compré un libro con el que me enseñé a practicar las salidas y las entradas de agua”.

Vocación nata

“Siempre fui muy atinado en encontrar el cuerpo del ahogado, nunca dejé de encontrar al ahogado, llegaba, hacía mis preguntas, en donde vieron y lo sacaba; la mayor satisfacción que tengo es recibir el agradecimiento de la gente a quienes les entregaba el cuerpo de su familiar, me bendecían y eso me dejaba muy reconfortado.

“Lo más grande que me ha pasado a mí es esa pobre gente que está angustiada por no encontrar el cuerpo de su familiar, andan vuelta y vuelta, llorando, mi satisfacción más fregona del mundo es entregarle el cuerpo de su ser querido, nomás vieras qué hermosura de gente que me ha hecho crecer espiritualmente, porque es una felicidad recibir su abrazo, me agarran, me abrazan muy agradecidos me dicen, ‘gracias, te vas a ir al cielo, porque podemos darle una sepultura’”, contó el Mayor Saavedra.

Rodolfo Saavedra recordó que una vez lloró con un amigo suyo “porque sentí dentro de mí esa necesidad, pues me daba tristeza, la gente muy humilde, a veces hasta descalzos, me agradecían porque pude regresarles a su familia”, expresó el Mayor, a la vez que sus ojos contenían el llanto.

Siempre orgulloso de sus hazañas, como persona y como parte del cuerpo de bomberos y Cruz Roja.

Siempre rescatista

Rodolfo Saavedra comentó que en ocasiones tardo dos días para recuperar el cuerpo, pues la corriente los arrastraba, pero nunca dejó de rescatar a alguien. “Hay tres clases de ahogados, ahogado por asfixia, que es cuando se les obstruye la garganta o la tráquea; ahogado por sumersión, que se produce al perder la respiración debajo del agua y el ahogado por congestión, que es el más difícil, ya que no flota hasta que se pudre abajo”, comentó Saavedra.

“El agua es cabrona, el agua nomás no te descompresionas cuando nadas a cuatro o seis u ocho metros, entre más abajo andas, es peor la presión, a la hora de la salida tienes que ir saliendo por etapas, porque si sales rápido ‘truenas’ y puedes quedar también ahí”.

Rodolfo Saavedra fue partícipe de la adquisición de la primera lancha del Cuerpo de Bomberos de Salamanca. “He sufrido mucho, hambre, cosas muy duras, hasta la pérdida de un hijo, pero siempre hice con mucho amor lo que me ha gustado desde niño, arriesgué mi vida por salvar el cuerpo de una persona, pero a pesar de ello siempre he sido feliz toda mi vida”, finalizó el Mayor, Rodolfo Saavedra Jiménez.

Retirado temporalmente, debido a un problema de salud, Rodolfo Saavedra Jiménez, quien tiene el cargo de mayor en los Bomberos de Salamanca, hace una reflexión de lo que para él ha sido su labor no sólo de salvar la vida a miles de personas en el municipio, sino también cómo ha sido el proceso cuando ha tenido que entregar los cuerpos de personas fallecidas a sus familiares cuando ha habido accidentes graves.

A pesar de haber pasado por problemas muy difíciles en su vida, el Mayor, como cariñosamente le llaman, dijo que ha llevado una vida feliz, pues ha podido hacer lo que más le gustó, que fue el ver por el prójimo, pero también explorar actividades como ser buzo, por ejemplo.

Desde muy corta edad, a Rodolfo Saavedra le gustaba nadar y lo curioso es que nunca tuvo un instructor, sino que aprendió con sólo echarse clavados en el río que estaba cerca de su hogar en su ciudad natal de Acámbaro, Guanajuato; desde ahí empezó a mostrar sus dotes para sumergirse y saber nadar.

Ha recibido un sinfín de reconocimientos debido a su gran labor dentro del cuerpo de bomberos de Salamanca. / Fotos / Carlos Cisneros

El Mayor recordó el día en que uno de sus compañeros de primaria se metió al río y ya no salió. “Nos gustaba llegar a la orilla del río y aventarnos un clavado de un árbol, entonces yo los vi cuando se aventaron y yo me quedé a la orilla del río, cuando uno me dice, ‘oye, ya no salió aquel’ y que me aviento nadando al otro lado del río, donde nos aventamos los clavados, me aviento, me sumerjo y lo toqué, lo jalaba y no podía, pues estaba atorado entre unas ramas, así que salí y agarré aire otra vez, les grité ‘aquí está’, me vuelvo a sumergir y lo destrabé y saqué el cuerpo; tardé una semana para poder dormir después de eso”, relató.

Rodolfo Saavedra comentó que desde ese día empezó a agarrar fama de ser rescatista de ahogados. Sin embargo, fue un día que le llegó el rumor al encargado de la Cruz Roja de Acámbaro, Filiberto Procel Rivas, que había “un muchachillo que le gusta sacar a los cuerpos o a las personas que se estaban ahogando y que además nadaba muy bien.

“Me empezó a llamar para rescatar cuerpos en los canalillos, ya me iba y me aventaba unos clavadillos y los sacaba, sin aletas ni equipo de seguridad, ya después de todos los ranchos nos llamaban y yo iba a sacar los cuerpos”, dijo el Mayor Saavedra.

Rescató más de 600 cuerpos

A principios de los años sesenta, Filiberto Procel Rivas se vino para Salamanca y todo cambió para Rodolfo Saavedra. “Me dijo ‘me van a mover para Salamanca’, ¿te vas conmigo? Le dije: ‘órale, nomás deja avisarle a mi papá. Llegamos a la Cruz Roja de Salamanca y estuvimos un buen rato en la Cruz Roja”, relató.

Su pasión siempre ha sido el agua, nos platicó el Mayor, Rodolfo Saavedra.

El Mayor recordó que en 1960, entre Filiberto Procel y él fundaron el primer Heróico Cuerpo de Bomberos de Salamanca, en donde prestaban sus servicios a los municipios de Valle de Santiago, Jaral, Cortazar, Yuriria, Uriangato, Moroleón y Juventino Rosas. “Durante toda mi vida he rescatado a más de 600 cuerpos y eso es una aproximación, venían por mí de Michoacán, La Piedad, Zacatecas, Aguascalientes, San Luis, te conozco todos los ríos o canales, yo no fui buzo de escuela, yo fui buzo empírico, yo compré un libro con el que me enseñé a practicar las salidas y las entradas de agua”.

Vocación nata

“Siempre fui muy atinado en encontrar el cuerpo del ahogado, nunca dejé de encontrar al ahogado, llegaba, hacía mis preguntas, en donde vieron y lo sacaba; la mayor satisfacción que tengo es recibir el agradecimiento de la gente a quienes les entregaba el cuerpo de su familiar, me bendecían y eso me dejaba muy reconfortado.

“Lo más grande que me ha pasado a mí es esa pobre gente que está angustiada por no encontrar el cuerpo de su familiar, andan vuelta y vuelta, llorando, mi satisfacción más fregona del mundo es entregarle el cuerpo de su ser querido, nomás vieras qué hermosura de gente que me ha hecho crecer espiritualmente, porque es una felicidad recibir su abrazo, me agarran, me abrazan muy agradecidos me dicen, ‘gracias, te vas a ir al cielo, porque podemos darle una sepultura’”, contó el Mayor Saavedra.

Rodolfo Saavedra recordó que una vez lloró con un amigo suyo “porque sentí dentro de mí esa necesidad, pues me daba tristeza, la gente muy humilde, a veces hasta descalzos, me agradecían porque pude regresarles a su familia”, expresó el Mayor, a la vez que sus ojos contenían el llanto.

Siempre orgulloso de sus hazañas, como persona y como parte del cuerpo de bomberos y Cruz Roja.

Siempre rescatista

Rodolfo Saavedra comentó que en ocasiones tardo dos días para recuperar el cuerpo, pues la corriente los arrastraba, pero nunca dejó de rescatar a alguien. “Hay tres clases de ahogados, ahogado por asfixia, que es cuando se les obstruye la garganta o la tráquea; ahogado por sumersión, que se produce al perder la respiración debajo del agua y el ahogado por congestión, que es el más difícil, ya que no flota hasta que se pudre abajo”, comentó Saavedra.

“El agua es cabrona, el agua nomás no te descompresionas cuando nadas a cuatro o seis u ocho metros, entre más abajo andas, es peor la presión, a la hora de la salida tienes que ir saliendo por etapas, porque si sales rápido ‘truenas’ y puedes quedar también ahí”.

Rodolfo Saavedra fue partícipe de la adquisición de la primera lancha del Cuerpo de Bomberos de Salamanca. “He sufrido mucho, hambre, cosas muy duras, hasta la pérdida de un hijo, pero siempre hice con mucho amor lo que me ha gustado desde niño, arriesgué mi vida por salvar el cuerpo de una persona, pero a pesar de ello siempre he sido feliz toda mi vida”, finalizó el Mayor, Rodolfo Saavedra Jiménez.

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