/ miércoles 22 de junio de 2022

Descubren que sí somos lo que comemos

Científicos descubrieron que los genes relacionados con la percepción del gusto pueden influir en la elección de los alimentos, y esto a su vez en nuestra salud cardiometabólica

¿Los genes determinan lo que comemos? Un nuevo estudio apunta a que sí. Científicos realizaron un estudio en el que participaron más de seis mil adultos y en el que pudieron concluir que los genes relacionados con la percepción del gusto pueden llegar a influir en la elección de los alimentos y esto a su vez en la salud cardiometabólica.

Julio E. Gervis, de la universidad de Tufts, señaló que sabemos que el sabor es uno de los motores fundamentales de lo que elegimos para comer, y por extensión, de la calidad de nuestra dieta.

Para el catedrático, tener en cuenta la percepción del sabor puede llegar a ayudar a que la orientación nutricional personalizada sea más eficaz al momento de identificar los factores que impulsan las malas elecciones de los alimentos y también ayudar a las personas a aprender a minimizar su influencia.

Un ejemplo claro es que si las personas con una fuerte percepción del sabor amargo tienden a comer menos verduras crucíferas, se podría recomendar que añadan ciertas especias o tal vez que elijan otro tipo de verduras que se alineen mejor con su perfil de percepción del sabor.

Para evaluar si las variantes genéticas que son responsables de la percepción del sabor están asociadas con la ingesta de determinados grupos de alimentos o con factores de riesgo cardiometabólico, los investigadores utilizaron datos de estudio previos de asociación de todo el genoma. El objetivo era identificar las variantes genéticas que están asociadas a cada uno de los cinco sabores básicos.

Los investigadores utilizaron esa información para desarrollar una nueva medida que se conoce como puntuación poligénica del sabor. Por ejemplo, una clasificación de este tipo más alta para el sabor amargo significa que una persona puede llegar a tener una mayor predisposición genética a los sabores amargos.

El equipo de expertos también analizó las puntuaciones poligénicas del gusto, la calidad de la dieta y los factores de riesgo cardiovascular de 6230 adultos. Y estos factores de riesgo incluían el perímetro de la cintura, la presión arterial y la glucosa plasmática.

Los datos revelaron que los genes que se relacionan con los sabores amargos pueden desempeñar un papel especial en la calidad de la dieta al momento de influir en la elección de los alimentos, mientras que los genes relacionados con el sabor dulce parecen ser más importantes para la salud cardiometabólica.

Pero el equipo también observó que tener una puntuación de sabor poligénico umami más alta se asociaba con el consumo de menos verduras, sobre todo las rojas y naranjas, y que tener una puntuación de sabor poligénico dulce más alta se tiende a asociar con menores concentraciones de triglicéridos.

El grupo de investigadores advirtió que estos resultados no son necesariamente generalizables a todo el mundo, pero el líder concluyó:

“Nuestro estudio sugiere la importancia de tener en cuenta múltiples gustos y grupos de alimentos cuando se investigan los determinantes de las conductas alimentarias”

De acuerdo con la agencia EFE, los resultados del estudio sugieren que los genes que determinan la percepción del sabor pueden llegar a ser importantes a la hora de desarrollar una orientación nutricional personalizada que esté dirigida a mejorar la calidad de la dieta o a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.



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¿Los genes determinan lo que comemos? Un nuevo estudio apunta a que sí. Científicos realizaron un estudio en el que participaron más de seis mil adultos y en el que pudieron concluir que los genes relacionados con la percepción del gusto pueden llegar a influir en la elección de los alimentos y esto a su vez en la salud cardiometabólica.

Julio E. Gervis, de la universidad de Tufts, señaló que sabemos que el sabor es uno de los motores fundamentales de lo que elegimos para comer, y por extensión, de la calidad de nuestra dieta.

Para el catedrático, tener en cuenta la percepción del sabor puede llegar a ayudar a que la orientación nutricional personalizada sea más eficaz al momento de identificar los factores que impulsan las malas elecciones de los alimentos y también ayudar a las personas a aprender a minimizar su influencia.

Un ejemplo claro es que si las personas con una fuerte percepción del sabor amargo tienden a comer menos verduras crucíferas, se podría recomendar que añadan ciertas especias o tal vez que elijan otro tipo de verduras que se alineen mejor con su perfil de percepción del sabor.

Para evaluar si las variantes genéticas que son responsables de la percepción del sabor están asociadas con la ingesta de determinados grupos de alimentos o con factores de riesgo cardiometabólico, los investigadores utilizaron datos de estudio previos de asociación de todo el genoma. El objetivo era identificar las variantes genéticas que están asociadas a cada uno de los cinco sabores básicos.

Los investigadores utilizaron esa información para desarrollar una nueva medida que se conoce como puntuación poligénica del sabor. Por ejemplo, una clasificación de este tipo más alta para el sabor amargo significa que una persona puede llegar a tener una mayor predisposición genética a los sabores amargos.

El equipo de expertos también analizó las puntuaciones poligénicas del gusto, la calidad de la dieta y los factores de riesgo cardiovascular de 6230 adultos. Y estos factores de riesgo incluían el perímetro de la cintura, la presión arterial y la glucosa plasmática.

Los datos revelaron que los genes que se relacionan con los sabores amargos pueden desempeñar un papel especial en la calidad de la dieta al momento de influir en la elección de los alimentos, mientras que los genes relacionados con el sabor dulce parecen ser más importantes para la salud cardiometabólica.

Pero el equipo también observó que tener una puntuación de sabor poligénico umami más alta se asociaba con el consumo de menos verduras, sobre todo las rojas y naranjas, y que tener una puntuación de sabor poligénico dulce más alta se tiende a asociar con menores concentraciones de triglicéridos.

El grupo de investigadores advirtió que estos resultados no son necesariamente generalizables a todo el mundo, pero el líder concluyó:

“Nuestro estudio sugiere la importancia de tener en cuenta múltiples gustos y grupos de alimentos cuando se investigan los determinantes de las conductas alimentarias”

De acuerdo con la agencia EFE, los resultados del estudio sugieren que los genes que determinan la percepción del sabor pueden llegar a ser importantes a la hora de desarrollar una orientación nutricional personalizada que esté dirigida a mejorar la calidad de la dieta o a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.



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