/ martes 26 de octubre de 2021

Inicialmente quería ser misionero, providencialmente fue jugador profesional

El futbolista Francisco “Willy” Villafaña, dinamitero salmantino de los 70´ s

En la década de los 70´ del siglo pasado, el municipio de Salamanca vio surgir en el equipo de segunda división a uno de sus ídolos dentro del futbol profesional, Francisco “Willy” Villafaña, quien se caracterizó por ser un dinamitero del área, además de formar parte del Club Pachuca y Querétaro.

Al respecto el goleador salmantino recuerda, “jugar futbol profesional fue como un sueño, nunca pensé dedicarme a esto, a veces la vida es tan curiosa, que no sabemos por dónde nos va llevar, pensé vivir de todo, menos del fútbol (zic)”.

A la edad de 25 años, siendo estudiante de la escuela nocturna Sub profesional, el Padre Alcantar, el Ing. Carreño y Roberto González, lo invitan a jugar fútbol profesional, sin embargo, al considerarse una persona grande de edad para jugar profesional, llegó a pensar que el fútbol sería una pérdida de tiempo ante su urgencia por terminar una carreta técnica para conseguir un trabajo.

Fue entonces que el director de la escuela nocturna, Horacio Virete, le manda hablar con la finalidad de despertar en él su interés por jugar futbol profesional.

Francisco “Willy” Villafaña, inicialmente rechazó la propuesta, sin embargo, tras recibir el permiso para entrenar un día por semana, y con la condición de no reprobar ningún examen mensual, termina por aceptar el reto.

En el año de 1965, empezó a jugar en el equipo Salamanca de la Segunda División Profesional, escuadra con la cual destacó por sus anotaciones.

Previo a ello representó al estado de Guanajuato en una competencia a nivel nacional de fútbol amateur, en donde logra ganar el partido por el tercer lugar.

En ese sentido recuerda, “acudí entrenar por primera vez un jueves, y debuté el domingo en el clásico petrolero entre Salamanca y Ciudad Madero, fue algo inolvidable y con lo cual aún sueño por las noches, anoté el único gol del partido que se jugó en el Estadio Sección 24, fue un tiro de esquina que rematé de cabeza (zic)”.

Encarrilado en el fútbol profesional, jugó tres años en el equipo Salamanca, después estuvo un año en primera división con el Club Pachuca, regresa por dos años al Salamanca, posteriormente es prestado por un año al equipo Querétaro y regresa al equipo salmantino por otros dos años, se retira en el año de 1974 con el equipo de sus “amores”.

Como dato curioso, tiene presente aquellos enfrentamientos que registró con el guardameta “puk” García que jugó para el Irapuato y Leones Negros, “yo era su coco, disfrutaba mucho anotarle”.

Elemental destacar que Francisco “Willy” Villafaña jugó dos finales por el ascenso a primera división profesional con el equipo Salamanca, una contra la Universidad de Nuevo León (1967) y otra contra la U de G (1973).

Además, con el equipo Querétaro, logró el ascenso de tercera división profesional a segunda división.

En el Club Pachuca de Primera División Profesional compartió cancha con el amazónico Maosir Santos, José Vega, Arlindo Dos Santos, también conocido como “Memín”, futbolista que vistió la camiseta del América, Club Pachuca y Toluca; el argentino Luis Marotti, el “Tepo” Rodríguez, Jesús “chuy” Delgado, Alfonso “bobito” Madrigal, Juan Antonio “Tongolele” Muñoz, guardameta que desbancara en los esmeraldas de león al hasta ese momento cuatro copas del mundo, Antonio “Tota” Carbajal; Juan Manuel Medina, seleccionado nacional, y su paisano Francisco Arredondo Rangel “Panchito”.

Dentro del equipo Pachuca tuvo como entrenador a Jorge Marín y al húngaro Jorge Marik.

Para el año de 1968 realizó una gira con los Tuzos por Centroamérica, Costa Rica, Honduras y Nicaragua.

Además fue convocado a la selección mexicana de segunda división, sin embargo, por cuestiones internas del club no acudió.

Francisco “Willy” Villafaña, jugó como extremo derecho y centro delantero, registró un promedio de entre 15 a 20 goles por temporada, especialmente en el equipo Salamanca de Segunda División.

Así también destacó como un gran rematador de cabeza, de cada 10 goles que anotaba, entre cinco u ocho eran por este conducto.

Con respecto a su paso por el equipo de sus amores menciona, “tengo una enorme satisfacción, en los años que estuve en el equipo Salamanca, siempre fui líder de goleo, es fecha que aún sueño con todo esto que viví, lo sigo disfrutando”.

El dinamitero del equipo Salamanca, nació el 3 de Junio de 1942, proveniente de una familia numerosa y de escasos recursos económicos, “mis padre y madre vinieron del Rancho La Nopalera del municipio Valle de Santiago, decidieron venir a vivir a Salamanca, acá nacimos seis de los ocho hermanos que éramos, soy el cuarto de los hijos, ya nada más quedamos tres, los demás fallecieron”.

Sus primeras patadas dentro del futbol fueron en el barrio, perteneció al coro de la parroquia del Señor del Hospital, ahí hizo mucha amistad con el padre Alcantar, “el padre formó un equipo de futbol y ahí comencé a jugar, tenía entre 12 y 14 años de edad”

Una parte importante en su vida fueron los cuatro años que estuvo en el seminario comboniano, “fue un parteaguas para mí, un antes y un después, porque la disciplina que teníamos templó mi carácter, me hizo aprender muchas cosas, fue de lo mejor que me pudo pasar en la vida, ahí empecé a descubrir la facilidad que tenía para jugar al futbol; cuando regreso a Salamanca, empiezo a jugar en un equipo o en otro; con mucho gusto, alegría y satisfacción puedo decir que teníamos equipos muy buenos, en todos era el goleador”.

Con respecto a la decisión de ingresar al seminario comentó, “a mi mamá le dio mucho gusto y a mi papá un poco de tristeza, la verdad nunca traté de preguntarle cuál había sido su situación anímica en relación a esta decisión, yo me fui de aquí con la firme idea de ser misionero, nada más que al paso del tiempo y con la oportunidad de discernir, me doy cuenta que no era lo mío, no fui sacerdote, pero si padre de tres hijos, y aquí estamos echándole ganas”

Además recordó, “en el seminario hacíamos mucho deporte, no me daba cuenta del nivel y facilidad que tenía para el futbol, a mi regreso jugué en varios equipos, entre los cuales se encontró La Vanguardia, después vino la oportunidad de jugar futbol profesional acompañada de trabajo en la Refinería, ahí me jubilé hace 21 años (zic)”.

La invitación de ser parte del equipo Salamanca de Segunda División, le tomó por sorpresa y gran alegría, ya en primera división sin mucha satisfacción, “en Salamanca siempre fui titular, me fui al equipo Pachuca creyendo que sería lo mismo, en realidad hay jugadores mejores que uno, fue una actitud negativa de mi parte, me desesperé por la falta de oportunidades y no poder ser parte del cuadro titular, hablé con la directiva y tomé la decisión de regresar”.

Aunque esa temporada, no fue lo mejor para él en lo deportivo, además de no llevarse bien con el entrenador Jorge Marik, si fue la mejor en el aspecto económico, “vendí mi carta en 50 mil pesos y tenía un suelo mensual de cinco mil… ¡un sueldazo! Pude comprar un terreno y construir mi casa”.

Para el año de 1974, quedó de planta en la Refinería “Ing. Antonio M. Amor”, en el departamento de almacén donde se jubiló, tiene una carrera técnica en mecánica diésel y maquinaria agrícola y desde hace 23 años dirige la Escuela de Futbol Infantil y Juvenil “Rodolfo Prieto”.

Para terminar comenta, “me encuentro satisfecho por todo lo vivido, el futbol es una carrera llena de sacrificios y trabajo, incluso de lesiones, tengo una operación en cada rodilla, sin embargo, todo esto que he logrado no hubiera sido posible sin el apoyo de mis padres y después de mi esposa”.

En la década de los 70´ del siglo pasado, el municipio de Salamanca vio surgir en el equipo de segunda división a uno de sus ídolos dentro del futbol profesional, Francisco “Willy” Villafaña, quien se caracterizó por ser un dinamitero del área, además de formar parte del Club Pachuca y Querétaro.

Al respecto el goleador salmantino recuerda, “jugar futbol profesional fue como un sueño, nunca pensé dedicarme a esto, a veces la vida es tan curiosa, que no sabemos por dónde nos va llevar, pensé vivir de todo, menos del fútbol (zic)”.

A la edad de 25 años, siendo estudiante de la escuela nocturna Sub profesional, el Padre Alcantar, el Ing. Carreño y Roberto González, lo invitan a jugar fútbol profesional, sin embargo, al considerarse una persona grande de edad para jugar profesional, llegó a pensar que el fútbol sería una pérdida de tiempo ante su urgencia por terminar una carreta técnica para conseguir un trabajo.

Fue entonces que el director de la escuela nocturna, Horacio Virete, le manda hablar con la finalidad de despertar en él su interés por jugar futbol profesional.

Francisco “Willy” Villafaña, inicialmente rechazó la propuesta, sin embargo, tras recibir el permiso para entrenar un día por semana, y con la condición de no reprobar ningún examen mensual, termina por aceptar el reto.

En el año de 1965, empezó a jugar en el equipo Salamanca de la Segunda División Profesional, escuadra con la cual destacó por sus anotaciones.

Previo a ello representó al estado de Guanajuato en una competencia a nivel nacional de fútbol amateur, en donde logra ganar el partido por el tercer lugar.

En ese sentido recuerda, “acudí entrenar por primera vez un jueves, y debuté el domingo en el clásico petrolero entre Salamanca y Ciudad Madero, fue algo inolvidable y con lo cual aún sueño por las noches, anoté el único gol del partido que se jugó en el Estadio Sección 24, fue un tiro de esquina que rematé de cabeza (zic)”.

Encarrilado en el fútbol profesional, jugó tres años en el equipo Salamanca, después estuvo un año en primera división con el Club Pachuca, regresa por dos años al Salamanca, posteriormente es prestado por un año al equipo Querétaro y regresa al equipo salmantino por otros dos años, se retira en el año de 1974 con el equipo de sus “amores”.

Como dato curioso, tiene presente aquellos enfrentamientos que registró con el guardameta “puk” García que jugó para el Irapuato y Leones Negros, “yo era su coco, disfrutaba mucho anotarle”.

Elemental destacar que Francisco “Willy” Villafaña jugó dos finales por el ascenso a primera división profesional con el equipo Salamanca, una contra la Universidad de Nuevo León (1967) y otra contra la U de G (1973).

Además, con el equipo Querétaro, logró el ascenso de tercera división profesional a segunda división.

En el Club Pachuca de Primera División Profesional compartió cancha con el amazónico Maosir Santos, José Vega, Arlindo Dos Santos, también conocido como “Memín”, futbolista que vistió la camiseta del América, Club Pachuca y Toluca; el argentino Luis Marotti, el “Tepo” Rodríguez, Jesús “chuy” Delgado, Alfonso “bobito” Madrigal, Juan Antonio “Tongolele” Muñoz, guardameta que desbancara en los esmeraldas de león al hasta ese momento cuatro copas del mundo, Antonio “Tota” Carbajal; Juan Manuel Medina, seleccionado nacional, y su paisano Francisco Arredondo Rangel “Panchito”.

Dentro del equipo Pachuca tuvo como entrenador a Jorge Marín y al húngaro Jorge Marik.

Para el año de 1968 realizó una gira con los Tuzos por Centroamérica, Costa Rica, Honduras y Nicaragua.

Además fue convocado a la selección mexicana de segunda división, sin embargo, por cuestiones internas del club no acudió.

Francisco “Willy” Villafaña, jugó como extremo derecho y centro delantero, registró un promedio de entre 15 a 20 goles por temporada, especialmente en el equipo Salamanca de Segunda División.

Así también destacó como un gran rematador de cabeza, de cada 10 goles que anotaba, entre cinco u ocho eran por este conducto.

Con respecto a su paso por el equipo de sus amores menciona, “tengo una enorme satisfacción, en los años que estuve en el equipo Salamanca, siempre fui líder de goleo, es fecha que aún sueño con todo esto que viví, lo sigo disfrutando”.

El dinamitero del equipo Salamanca, nació el 3 de Junio de 1942, proveniente de una familia numerosa y de escasos recursos económicos, “mis padre y madre vinieron del Rancho La Nopalera del municipio Valle de Santiago, decidieron venir a vivir a Salamanca, acá nacimos seis de los ocho hermanos que éramos, soy el cuarto de los hijos, ya nada más quedamos tres, los demás fallecieron”.

Sus primeras patadas dentro del futbol fueron en el barrio, perteneció al coro de la parroquia del Señor del Hospital, ahí hizo mucha amistad con el padre Alcantar, “el padre formó un equipo de futbol y ahí comencé a jugar, tenía entre 12 y 14 años de edad”

Una parte importante en su vida fueron los cuatro años que estuvo en el seminario comboniano, “fue un parteaguas para mí, un antes y un después, porque la disciplina que teníamos templó mi carácter, me hizo aprender muchas cosas, fue de lo mejor que me pudo pasar en la vida, ahí empecé a descubrir la facilidad que tenía para jugar al futbol; cuando regreso a Salamanca, empiezo a jugar en un equipo o en otro; con mucho gusto, alegría y satisfacción puedo decir que teníamos equipos muy buenos, en todos era el goleador”.

Con respecto a la decisión de ingresar al seminario comentó, “a mi mamá le dio mucho gusto y a mi papá un poco de tristeza, la verdad nunca traté de preguntarle cuál había sido su situación anímica en relación a esta decisión, yo me fui de aquí con la firme idea de ser misionero, nada más que al paso del tiempo y con la oportunidad de discernir, me doy cuenta que no era lo mío, no fui sacerdote, pero si padre de tres hijos, y aquí estamos echándole ganas”

Además recordó, “en el seminario hacíamos mucho deporte, no me daba cuenta del nivel y facilidad que tenía para el futbol, a mi regreso jugué en varios equipos, entre los cuales se encontró La Vanguardia, después vino la oportunidad de jugar futbol profesional acompañada de trabajo en la Refinería, ahí me jubilé hace 21 años (zic)”.

La invitación de ser parte del equipo Salamanca de Segunda División, le tomó por sorpresa y gran alegría, ya en primera división sin mucha satisfacción, “en Salamanca siempre fui titular, me fui al equipo Pachuca creyendo que sería lo mismo, en realidad hay jugadores mejores que uno, fue una actitud negativa de mi parte, me desesperé por la falta de oportunidades y no poder ser parte del cuadro titular, hablé con la directiva y tomé la decisión de regresar”.

Aunque esa temporada, no fue lo mejor para él en lo deportivo, además de no llevarse bien con el entrenador Jorge Marik, si fue la mejor en el aspecto económico, “vendí mi carta en 50 mil pesos y tenía un suelo mensual de cinco mil… ¡un sueldazo! Pude comprar un terreno y construir mi casa”.

Para el año de 1974, quedó de planta en la Refinería “Ing. Antonio M. Amor”, en el departamento de almacén donde se jubiló, tiene una carrera técnica en mecánica diésel y maquinaria agrícola y desde hace 23 años dirige la Escuela de Futbol Infantil y Juvenil “Rodolfo Prieto”.

Para terminar comenta, “me encuentro satisfecho por todo lo vivido, el futbol es una carrera llena de sacrificios y trabajo, incluso de lesiones, tengo una operación en cada rodilla, sin embargo, todo esto que he logrado no hubiera sido posible sin el apoyo de mis padres y después de mi esposa”.

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