/ sábado 23 de abril de 2022

Votas y te callas

Como paráfrasis del tristemente famoso “Comes y te vas”, acuñado por el ahora senil y felizmente arropado por los medios locales Vicente Fox, vimos esta semana que diputados de los partidos de oposición se quejaban de las “agresiones” por los ofendidos con la votación en contra de la reforma energética. No les gusta que les reclamen, no les gusta que los busquen en sus casas de campaña, ni que los tilden de traidores a la patria.

No les gustan las pancartas en su contra, ni los niños y mujeres que en uso de su derecho a la libertad de expresión los interpelan a gritos. Tampoco les gustaba que la gente saliera a votar en una elección que pudieron haber ganado organizada por el costoso y amenazadísimo INE y promovieron el abstencionismo.

Entonces, ¿qué quieren? Es difícil saberlo, acostumbrados a los cheques en blanco, son incapaces de digerir y contraargumentar cualquier reclamo mientras apuestan a la amnesia colectiva para librarse del sambenito de sus saqueos y transas. Votas y te callas: deja que yo haga mi trabajo, no importa cómo: la democracia que nos importa e interesa funciona así, y así lo ha hecho desde los tiempos del partidazo. ¿Habrá que recordarles que la libertad de expresión no es exclusiva de los periodistas, sin distingo de sus patrocinadores?

Todo lo que oyen son gritos y conspiraciones de la dictadura morenista. Y, desde el otro bando la actitud es igual de cerrada y solipsista: cualquier ataque es catalogado de inmediato como una agresión de los conservadores o como politiquería opositora ante la cual sólo procede la descalificación sin análisis de contexto, sin esgrimir nombres, hechos o datos. Estamos entre dos bandos sordos sin posibilidades de acuerdo en lo más básico, y que cada vez pierden más el respeto entre sí. Todos nos preguntamos: ¿A dónde nos llevan? Porque entre más enconada se muestra la lucha menos alternativas, ajenas a esta política de tercera, se observan en el horizonte, para deleite del narco y la delincuencia, claro.

En el aspecto local y bajo este mismo tenor, las noticias de seguridad no son halagadoras: Irapuato es la quinta ciudad de México donde la gente se siente más insegura, 88% de los encuestados afirma estarlo, mientras en septiembre del año pasado el porcentaje rebasaba el 90%. ¿Vamos mejorando?

Nos gustaría pensar que sí, aunque los hechos delictivos siguen siendo escandalosos y se acaba de relevar al titular de Seguridad Ciudadana. Parece paradójico que el 21 de abril junto al reporte del asesinato de cinco personas y un herido de gravedad en la colonia el Carrizalito, la alcaldesa Lorena Alfaro presentaba con bombo y platillo un plan para convertir a la ciudad en una potencia turística que “atraiga a personas de todo el mundo”.

Queremos más visitantes extranjeros cuando los japoneses que aún residen en la ciudad lo hacen casi a escondidas; cuando los Estados Unidos emitieron una alerta el pasado 9 de abril para que sus residentes eviten a toda costa el tramo carretero Celaya-Salamanca-Irapuato; cuando nuestro estado regresó esta semana al primer lugar en homicidios dolosos del país; cuando los delincuentes declaran impunemente y armados hasta los dientes que Guanajuato le pertenece al cártel de las cuatro letras. ¿Qué debe venir primero, la seguridad o el turismo? Podrán argüir que la idea proviene de una consulta pública, pero ¿casi 90% de percepción ciudadana de inseguridad no les habla de otra prioridad? Pareciera que ésta última se concentra en los reflectores, las cámaras y los discursos, porque aún no vemos hechos concretos.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

Como paráfrasis del tristemente famoso “Comes y te vas”, acuñado por el ahora senil y felizmente arropado por los medios locales Vicente Fox, vimos esta semana que diputados de los partidos de oposición se quejaban de las “agresiones” por los ofendidos con la votación en contra de la reforma energética. No les gusta que les reclamen, no les gusta que los busquen en sus casas de campaña, ni que los tilden de traidores a la patria.

No les gustan las pancartas en su contra, ni los niños y mujeres que en uso de su derecho a la libertad de expresión los interpelan a gritos. Tampoco les gustaba que la gente saliera a votar en una elección que pudieron haber ganado organizada por el costoso y amenazadísimo INE y promovieron el abstencionismo.

Entonces, ¿qué quieren? Es difícil saberlo, acostumbrados a los cheques en blanco, son incapaces de digerir y contraargumentar cualquier reclamo mientras apuestan a la amnesia colectiva para librarse del sambenito de sus saqueos y transas. Votas y te callas: deja que yo haga mi trabajo, no importa cómo: la democracia que nos importa e interesa funciona así, y así lo ha hecho desde los tiempos del partidazo. ¿Habrá que recordarles que la libertad de expresión no es exclusiva de los periodistas, sin distingo de sus patrocinadores?

Todo lo que oyen son gritos y conspiraciones de la dictadura morenista. Y, desde el otro bando la actitud es igual de cerrada y solipsista: cualquier ataque es catalogado de inmediato como una agresión de los conservadores o como politiquería opositora ante la cual sólo procede la descalificación sin análisis de contexto, sin esgrimir nombres, hechos o datos. Estamos entre dos bandos sordos sin posibilidades de acuerdo en lo más básico, y que cada vez pierden más el respeto entre sí. Todos nos preguntamos: ¿A dónde nos llevan? Porque entre más enconada se muestra la lucha menos alternativas, ajenas a esta política de tercera, se observan en el horizonte, para deleite del narco y la delincuencia, claro.

En el aspecto local y bajo este mismo tenor, las noticias de seguridad no son halagadoras: Irapuato es la quinta ciudad de México donde la gente se siente más insegura, 88% de los encuestados afirma estarlo, mientras en septiembre del año pasado el porcentaje rebasaba el 90%. ¿Vamos mejorando?

Nos gustaría pensar que sí, aunque los hechos delictivos siguen siendo escandalosos y se acaba de relevar al titular de Seguridad Ciudadana. Parece paradójico que el 21 de abril junto al reporte del asesinato de cinco personas y un herido de gravedad en la colonia el Carrizalito, la alcaldesa Lorena Alfaro presentaba con bombo y platillo un plan para convertir a la ciudad en una potencia turística que “atraiga a personas de todo el mundo”.

Queremos más visitantes extranjeros cuando los japoneses que aún residen en la ciudad lo hacen casi a escondidas; cuando los Estados Unidos emitieron una alerta el pasado 9 de abril para que sus residentes eviten a toda costa el tramo carretero Celaya-Salamanca-Irapuato; cuando nuestro estado regresó esta semana al primer lugar en homicidios dolosos del país; cuando los delincuentes declaran impunemente y armados hasta los dientes que Guanajuato le pertenece al cártel de las cuatro letras. ¿Qué debe venir primero, la seguridad o el turismo? Podrán argüir que la idea proviene de una consulta pública, pero ¿casi 90% de percepción ciudadana de inseguridad no les habla de otra prioridad? Pareciera que ésta última se concentra en los reflectores, las cámaras y los discursos, porque aún no vemos hechos concretos.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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