/ domingo 5 de mayo de 2019

V I C I S I T U D E S

HABLANDO DE LA VERDAD

Por: Armando Hernández Origel


Tres historias por conocer, justamente para eso, CONOCER la verdad, aunque ésta duela.

La primera historia nos dice que en cierta ocasión un granjero, por error, colocó un huevo de una pata en el lugar equivocado, porque lo puso en el lecho de una gallina.

Se dice que cuando fue roto el cascarón nació un pequeño y hermoso patito, y que lo primero que vio fue a su mamá, es decir, a la gallina.

Por mucho tiempo camino siempre al lado suyo, hasta que cierto día, la mamá gallina se fue directo a un pequeño lago a tomar agua, y mientras ella se acercaba a beberla en la orilla, lo primero que hizo el patito fue irse a meter al agua.

El patito nadaba felizmente, pero la mamá gallina se quedaba en la orilla toda angustiada sin saber qué hacer por su pequeño patito.

El patito comprendió que estaba hecho para nadar y conquistar lugares que su mamá difícilmente haría. Él gozaba del agua, pero comprendía que no podía hacer nada por su mamá, porque no se animaba a caminar más allá de la orilla. La verdad estaba en lo que él era y no en lo que su mamá suponía que sería para su bien.

La segunda nos refiere que un leoncito, que por andar de travieso y jugueteando donde no debía, se alejó tanto de su manada que se perdió.

Caminó por mucho tiempo tratando de encontrarse con su mamá y con sus hermanos, pero todo fue inútil, hasta que, llegada la noche, se encontró en su camino con un rebaño de ovejas.

Como era tan pequeño comenzó a convivir con ellas, integrándose y creciendo día a día entre las ovejas, y actuando como ellas.

En algún momento de su vida se acercó al rebaño un enorme león, y las ovejas, entre ellas el pequeño león, comenzaron a correr para resguardarse, porque le tenían miedo y buscaban un lugar donde no corrieran peligro.

El león comenzó a corretear al rebaño y ubicó al pequeño leoncito, e inmediatamente se fue tras él. El leoncito todo amedrentado le pidió de favor que no le hiciera daño.

Cuando el león grande escucha esto lo primero que hace es llevar al cachorrito de león hasta la orilla de un estanque de agua cristalina, y le pide que mire a quienes en él se reflejaban.

Fue grande su sorpresa que el cachorro vislumbró, dos siluetas parecidas entre sí. Fue en ese momento que conoció la verdad sobre su identidad, pues se dio cuenta que era un león y no una oveja.

Comprendió que su lugar estaba con el león que había llegado, y se fue siendo un león en toda la extensión de la palabra. Posteriormente toda su vida se comportó como un león ante todos los animales, pero siempre respetó a cualquier oveja que se encontraba en su camino.

La tercera historia nos cuenta que se habían encontrado dos ranitas en el camino. Una de ellas había vivido siempre dentro de un pequeño pozo y no conocía algún otro lugar que al menos se le pareciera.

Hacía mucho tiempo que no veía a alguien tan parecida a ella, por lo que le preguntó que en dónde vivía o de dónde había llegado porque nunca la había visto por esos lugares.

La ranita que había sido cuestionada, le dice con alegría que ella venía del mar, y que era en él donde vivía, y que era un lugar esplendoroso.

La ranita preguntona la cuestiona nuevamente, para que le dijese cómo era ese lugar, y que si era igual de grande que su pozo o era más grande que él.

La ranita que venía del mar, con gusto le contesta diciéndole que en verdad no había ningún punto de comparación.

La ranita del pozo se puso seria porque creía que la ranita del mar le estaba mintiendo cerca de su lugar de origen, porque ella creía que el mejor lugar era su pozo, por lo que no quiso ver la realidad.

Llegó a catalogar a la otra ranita como una mentirosa, cuando en realidad no quería conocer la verdad, pues para ella no había nada más grande que su pequeño pozo.

Difícilmente entendería la ranita del pozo que había otro lugar más grande que donde ella vivía, porque no conocía el mar. Se cegó a la verdad, porque no quiso creerla.

Y así pasa en la vida mis estimados lectores, cuando la verdad la tenemos tan cerca, pero nos es difícil entenderla y creerla, a pesar de las circunstancias y vivencias que tenemos.

Para el caso del patito, “La verdad es algo que en realidad haces tú”. Para el caso del cachorro de león, “El abrir los ojos puede llevar una vida. El ver es cuestión de un instante”.

Y en el caso de la ranita, “¿Cómo hablarle del mar a una rana de un pozo, o cómo hablarle de la realidad a un ideólogo?”.

Mis estimados lectores, cómo ven esta verdad, relacionada con los problemas fronterizos que estamos viviendo en el mundo entero, con aquello de nuestras colindancias: --LA VISIÓN DESDE ARRIBA. Cuando venía hasta aquí, en el avión, me dijeron: “Mira, ya salimos de la India, ahí está la frontera”. Yo me asomé y por más que miraba no vi ni una línea, ni una barrera natural de separación--.

El Señor les dé su paz.

HABLANDO DE LA VERDAD

Por: Armando Hernández Origel


Tres historias por conocer, justamente para eso, CONOCER la verdad, aunque ésta duela.

La primera historia nos dice que en cierta ocasión un granjero, por error, colocó un huevo de una pata en el lugar equivocado, porque lo puso en el lecho de una gallina.

Se dice que cuando fue roto el cascarón nació un pequeño y hermoso patito, y que lo primero que vio fue a su mamá, es decir, a la gallina.

Por mucho tiempo camino siempre al lado suyo, hasta que cierto día, la mamá gallina se fue directo a un pequeño lago a tomar agua, y mientras ella se acercaba a beberla en la orilla, lo primero que hizo el patito fue irse a meter al agua.

El patito nadaba felizmente, pero la mamá gallina se quedaba en la orilla toda angustiada sin saber qué hacer por su pequeño patito.

El patito comprendió que estaba hecho para nadar y conquistar lugares que su mamá difícilmente haría. Él gozaba del agua, pero comprendía que no podía hacer nada por su mamá, porque no se animaba a caminar más allá de la orilla. La verdad estaba en lo que él era y no en lo que su mamá suponía que sería para su bien.

La segunda nos refiere que un leoncito, que por andar de travieso y jugueteando donde no debía, se alejó tanto de su manada que se perdió.

Caminó por mucho tiempo tratando de encontrarse con su mamá y con sus hermanos, pero todo fue inútil, hasta que, llegada la noche, se encontró en su camino con un rebaño de ovejas.

Como era tan pequeño comenzó a convivir con ellas, integrándose y creciendo día a día entre las ovejas, y actuando como ellas.

En algún momento de su vida se acercó al rebaño un enorme león, y las ovejas, entre ellas el pequeño león, comenzaron a correr para resguardarse, porque le tenían miedo y buscaban un lugar donde no corrieran peligro.

El león comenzó a corretear al rebaño y ubicó al pequeño leoncito, e inmediatamente se fue tras él. El leoncito todo amedrentado le pidió de favor que no le hiciera daño.

Cuando el león grande escucha esto lo primero que hace es llevar al cachorrito de león hasta la orilla de un estanque de agua cristalina, y le pide que mire a quienes en él se reflejaban.

Fue grande su sorpresa que el cachorro vislumbró, dos siluetas parecidas entre sí. Fue en ese momento que conoció la verdad sobre su identidad, pues se dio cuenta que era un león y no una oveja.

Comprendió que su lugar estaba con el león que había llegado, y se fue siendo un león en toda la extensión de la palabra. Posteriormente toda su vida se comportó como un león ante todos los animales, pero siempre respetó a cualquier oveja que se encontraba en su camino.

La tercera historia nos cuenta que se habían encontrado dos ranitas en el camino. Una de ellas había vivido siempre dentro de un pequeño pozo y no conocía algún otro lugar que al menos se le pareciera.

Hacía mucho tiempo que no veía a alguien tan parecida a ella, por lo que le preguntó que en dónde vivía o de dónde había llegado porque nunca la había visto por esos lugares.

La ranita que había sido cuestionada, le dice con alegría que ella venía del mar, y que era en él donde vivía, y que era un lugar esplendoroso.

La ranita preguntona la cuestiona nuevamente, para que le dijese cómo era ese lugar, y que si era igual de grande que su pozo o era más grande que él.

La ranita que venía del mar, con gusto le contesta diciéndole que en verdad no había ningún punto de comparación.

La ranita del pozo se puso seria porque creía que la ranita del mar le estaba mintiendo cerca de su lugar de origen, porque ella creía que el mejor lugar era su pozo, por lo que no quiso ver la realidad.

Llegó a catalogar a la otra ranita como una mentirosa, cuando en realidad no quería conocer la verdad, pues para ella no había nada más grande que su pequeño pozo.

Difícilmente entendería la ranita del pozo que había otro lugar más grande que donde ella vivía, porque no conocía el mar. Se cegó a la verdad, porque no quiso creerla.

Y así pasa en la vida mis estimados lectores, cuando la verdad la tenemos tan cerca, pero nos es difícil entenderla y creerla, a pesar de las circunstancias y vivencias que tenemos.

Para el caso del patito, “La verdad es algo que en realidad haces tú”. Para el caso del cachorro de león, “El abrir los ojos puede llevar una vida. El ver es cuestión de un instante”.

Y en el caso de la ranita, “¿Cómo hablarle del mar a una rana de un pozo, o cómo hablarle de la realidad a un ideólogo?”.

Mis estimados lectores, cómo ven esta verdad, relacionada con los problemas fronterizos que estamos viviendo en el mundo entero, con aquello de nuestras colindancias: --LA VISIÓN DESDE ARRIBA. Cuando venía hasta aquí, en el avión, me dijeron: “Mira, ya salimos de la India, ahí está la frontera”. Yo me asomé y por más que miraba no vi ni una línea, ni una barrera natural de separación--.

El Señor les dé su paz.

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