/ lunes 13 de junio de 2022

UNA VISITA AL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA

“El pueblo mexicano levanta este monumento en honor de las admirables culturas que florecieron durante la era precolombina en regiones que son, ahora, territorio de la República. Frente a los testimonios de aquellas culturas el México de hoy rinde homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional.” Lic. Adolfo López Mateos.

El 17 de septiembre de 1964, el licenciado Adolfo López Mateos presidente de México inauguró el Museo Nacional de Antropología con el propósito de registrar, conservar, restaurar y exhibir las obrar arqueológicas y etnográficas más importantes del país. El Museo Nacional de Antropología es considerado como el más grande de América Latina y uno de los más importantes de la museografía mundial. El presidente Guadalupe Victoria, así como el emperador Maximiliano se interesaron en recopilar acervo de antropología e historia natural y lo exhibieron; en 1910 el presidente Porfirio Díaz reinaugura las colecciones. El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez tuvo a su cargo la construcción del actual Museo de Antropología, el cual abarca 80 mil metros cuadrados de espacios cerrados y abiertos. Tiene 24 salas de exhibición. Las salas están alrededor de un patio central en el que hay una gran fuente de la que emerge una escultura de Tláloc, dios del agua. Como dato curioso, cuando trasladaron a Tláloc al museo, todo el trayecto llovió. El museo tiene pinturas y murales de Rufino Tamayo, Jorge González Camarena, Luis Covarrubias, Leonora Carrington y Raúl Anguiano. Cuenta con tres auditorios, biblioteca, laboratorio, bodegas, espacios para exposiciones temporales, tienda, restaurante, librería, videoteca. Espacios para cursos, talleres, eventos académicos y artísticos. En su patio central se realiza, año con año la Feria del Libro de Antropología e Historia. En esa feria he adquirido varios libros que tengo en mi biblioteca familiar. En 1972 -ocho años después de la inauguración del Museo Nacional de Antropología- organicé una visita, a ese lugar, con los alumnos de la primera generación de la Secundaria del Instituto Pedro de Gante, acompañándonos varios maestros y padres de familia, fue una experiencia inolvidable. Llegamos a desayunar a la Alameda Central; después tomamos fotos del bellísimo Hemiciclo a Juárez y del Palacio de las Bellas Artes y luego nos dirigimos a Chapultepec, lugar donde se ubica el Museo de Antropología. Lo primero que vimos fue el monolito de Tláloc, símbolo y guardián del Museo; lo recorrimos casi todo, muy rápido porque terminando, nos dirigimos a Teotihuacán. ¡Quedamos deslumbrados!, Una década después, reviví con mayor intensidad, la emoción, con mi esposa, mis hijas y mi suegra. Concluyo, en su República dice Platón: “No habrá pues, querido amigo, que emplear la fuerza para la educación de los niños; muy al contrario, deberá enseñárseles jugando, para llegar también a conocer mejor las inclinaciones naturales de cada uno” En ambos casos -con mis alumnos y con mi familia- se les enseñó historia de México en un viaje de estudios y de manera lúdica.

“El pueblo mexicano levanta este monumento en honor de las admirables culturas que florecieron durante la era precolombina en regiones que son, ahora, territorio de la República. Frente a los testimonios de aquellas culturas el México de hoy rinde homenaje al México indígena en cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional.” Lic. Adolfo López Mateos.

El 17 de septiembre de 1964, el licenciado Adolfo López Mateos presidente de México inauguró el Museo Nacional de Antropología con el propósito de registrar, conservar, restaurar y exhibir las obrar arqueológicas y etnográficas más importantes del país. El Museo Nacional de Antropología es considerado como el más grande de América Latina y uno de los más importantes de la museografía mundial. El presidente Guadalupe Victoria, así como el emperador Maximiliano se interesaron en recopilar acervo de antropología e historia natural y lo exhibieron; en 1910 el presidente Porfirio Díaz reinaugura las colecciones. El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez tuvo a su cargo la construcción del actual Museo de Antropología, el cual abarca 80 mil metros cuadrados de espacios cerrados y abiertos. Tiene 24 salas de exhibición. Las salas están alrededor de un patio central en el que hay una gran fuente de la que emerge una escultura de Tláloc, dios del agua. Como dato curioso, cuando trasladaron a Tláloc al museo, todo el trayecto llovió. El museo tiene pinturas y murales de Rufino Tamayo, Jorge González Camarena, Luis Covarrubias, Leonora Carrington y Raúl Anguiano. Cuenta con tres auditorios, biblioteca, laboratorio, bodegas, espacios para exposiciones temporales, tienda, restaurante, librería, videoteca. Espacios para cursos, talleres, eventos académicos y artísticos. En su patio central se realiza, año con año la Feria del Libro de Antropología e Historia. En esa feria he adquirido varios libros que tengo en mi biblioteca familiar. En 1972 -ocho años después de la inauguración del Museo Nacional de Antropología- organicé una visita, a ese lugar, con los alumnos de la primera generación de la Secundaria del Instituto Pedro de Gante, acompañándonos varios maestros y padres de familia, fue una experiencia inolvidable. Llegamos a desayunar a la Alameda Central; después tomamos fotos del bellísimo Hemiciclo a Juárez y del Palacio de las Bellas Artes y luego nos dirigimos a Chapultepec, lugar donde se ubica el Museo de Antropología. Lo primero que vimos fue el monolito de Tláloc, símbolo y guardián del Museo; lo recorrimos casi todo, muy rápido porque terminando, nos dirigimos a Teotihuacán. ¡Quedamos deslumbrados!, Una década después, reviví con mayor intensidad, la emoción, con mi esposa, mis hijas y mi suegra. Concluyo, en su República dice Platón: “No habrá pues, querido amigo, que emplear la fuerza para la educación de los niños; muy al contrario, deberá enseñárseles jugando, para llegar también a conocer mejor las inclinaciones naturales de cada uno” En ambos casos -con mis alumnos y con mi familia- se les enseñó historia de México en un viaje de estudios y de manera lúdica.