/ viernes 12 de agosto de 2022

Un bolillo y la mala experiencia al cliente

Mariana.pefer@gmail.com

Hace poco fui a un restaurante con presencia a nivel nacional para desayunar y festejar un cumpleaños. Generalmente la experiencia en ese lugar ha sido buena, pese a los muchos cambios que ha tenido a lo largo del tiempo. De hecho, ese sitio estuvo muy ligado a momentos gratos de mi infancia y adolescencia.

Sin embargo, es un lugar totalmente distinto al de la última vez que fui, a finales del año pasado:

Como ya sucede en varios lados, ofrecen pan de dulce que tiene un costo adicional, lo cual es normal y entendible, y más ahora que los insumos han tenido incrementos fuertes. Pero ocurre que también estaba en la mesa colocada una bolsa de medio kilo de café, también a la venta, y no es que sean espacios amplios, realmente estorba.

El desayuno estuvo bien, pero el bolillo era muy pequeño y llevaron dos piezas para dos personas, es decir, si querías más había que solicitar, lo mismo pasó con las servilletas, solo 1 por comensal.

La experiencia del café fue menos incómoda, pero solicitar crema para acompañarlo era molesto porque llevaban el mínimo. De acompañantes como picante o cebolla, ni hablamos.

En resumen, aquello que ya viene incluido en el precio, hubo que pedir reiteradamente que lo llevaran ya que daban porciones muy pequeñas; y aquello que implicaría un costo adicional, se ofrecía y ponía a disposición aún sin solicitarlo.

Como remate, instalaron televisores en varios puntos del restaurante donde transmiten anuncios del mismo, además de ofrecer un espacio para quien quiera pagar por promocionarse.

Lo que sería una experiencia agradable se convirtió en un comercial gigante donde en vez de procurar un momento tranquilo y placentero fue un constante bombardeo de anuncios, en la mesa, de parte de lxs meserxs y en las televisiones.

Cabe señalar que jamás había visto al personal tan desanimado y tenso, por experiencia, puedo suponer que se debe a fuertes metas de venta que les son impuestas.

Incluso como cliente me sentí casi obligada a consumir más o comprar adicionales, ¿cuándo regresaré? Nunca. Si bien la calidad de la comida es buena, la experiencia en general fue mala.

Me explico: normalmente un emprendedor tradicional del rubro alimenticio le apuesta al sabor de la comida, incluso al tamaño de las porciones, pero los clientes buscamos la experiencia completa, desde una buena atención que incluye: rapidez, amabilidad, disposición, atención a las peticiones, suministros como servilletas, pan, mermeladas, salsas, etc. variedad, incluso la comodidad de los asientos, higiene, música ambiental, formas de cobro disponibles, facilidad para facturar, estacionamiento, y demás elementos que nos permiten disfrutar.

Es una pena que el lugar que menciono se haya vuelto un sitio indeseable que aleja a los clientes y que busca ticket alto de una ocasión en vez de fidelización.

Recuerda: “Si fuera fácil, cualquiera lo haría bien.”

Mariana.pefer@gmail.com

Hace poco fui a un restaurante con presencia a nivel nacional para desayunar y festejar un cumpleaños. Generalmente la experiencia en ese lugar ha sido buena, pese a los muchos cambios que ha tenido a lo largo del tiempo. De hecho, ese sitio estuvo muy ligado a momentos gratos de mi infancia y adolescencia.

Sin embargo, es un lugar totalmente distinto al de la última vez que fui, a finales del año pasado:

Como ya sucede en varios lados, ofrecen pan de dulce que tiene un costo adicional, lo cual es normal y entendible, y más ahora que los insumos han tenido incrementos fuertes. Pero ocurre que también estaba en la mesa colocada una bolsa de medio kilo de café, también a la venta, y no es que sean espacios amplios, realmente estorba.

El desayuno estuvo bien, pero el bolillo era muy pequeño y llevaron dos piezas para dos personas, es decir, si querías más había que solicitar, lo mismo pasó con las servilletas, solo 1 por comensal.

La experiencia del café fue menos incómoda, pero solicitar crema para acompañarlo era molesto porque llevaban el mínimo. De acompañantes como picante o cebolla, ni hablamos.

En resumen, aquello que ya viene incluido en el precio, hubo que pedir reiteradamente que lo llevaran ya que daban porciones muy pequeñas; y aquello que implicaría un costo adicional, se ofrecía y ponía a disposición aún sin solicitarlo.

Como remate, instalaron televisores en varios puntos del restaurante donde transmiten anuncios del mismo, además de ofrecer un espacio para quien quiera pagar por promocionarse.

Lo que sería una experiencia agradable se convirtió en un comercial gigante donde en vez de procurar un momento tranquilo y placentero fue un constante bombardeo de anuncios, en la mesa, de parte de lxs meserxs y en las televisiones.

Cabe señalar que jamás había visto al personal tan desanimado y tenso, por experiencia, puedo suponer que se debe a fuertes metas de venta que les son impuestas.

Incluso como cliente me sentí casi obligada a consumir más o comprar adicionales, ¿cuándo regresaré? Nunca. Si bien la calidad de la comida es buena, la experiencia en general fue mala.

Me explico: normalmente un emprendedor tradicional del rubro alimenticio le apuesta al sabor de la comida, incluso al tamaño de las porciones, pero los clientes buscamos la experiencia completa, desde una buena atención que incluye: rapidez, amabilidad, disposición, atención a las peticiones, suministros como servilletas, pan, mermeladas, salsas, etc. variedad, incluso la comodidad de los asientos, higiene, música ambiental, formas de cobro disponibles, facilidad para facturar, estacionamiento, y demás elementos que nos permiten disfrutar.

Es una pena que el lugar que menciono se haya vuelto un sitio indeseable que aleja a los clientes y que busca ticket alto de una ocasión en vez de fidelización.

Recuerda: “Si fuera fácil, cualquiera lo haría bien.”