/ viernes 18 de septiembre de 2020

UG TU CONECTE CON LA CIENCIA

La trascendencia de la ciencia

Dr. Carlos Alberto Núñez-Colín
Departamento de Ingenierías

División de Ciencias de la Salud e Ingenierías

Campus Celaya-Salvatierra

Universidad de Guanajuato.


Como profesor universitario, uno de los grandes logros es que mis estudiantes me recuerden, en estas fechas de pandemia es aún más difícil; si bien actualmente tenemos redes sociales y formas de comunicación a distancia que eficientizan el dictar cátedra aun cuando no observes las reacciones de tus estudiantes, el lazo formado cuando realmente aprecian tus enseñanzas, aunque algunos no las vuelvan a utilizar, genera en sí la trascendencia de la ciencia.

Como gente de ciencia, al menos yo, no se busca el privilegio, los premios, el poder político o ser millonario sino el gusto y fascinación de aprender, de saber algo nuevo, de innovar donde nadie ha podido. Esto me recuerda la trágica historia de Gregor Mendel (1822-1884), el monje, el matemático que por querer aportar algo a la teoría darwiniana estableció experimentos que cambiaron la historia de las ciencias naturales. ¿Tuvo suerte? Como muchos otros hombres de ciencia, si su experimento hubiere sido con frijoles o habas probablemente no habría llegado a las conclusiones que llegó, pero al ser matemático explicó algo en el naturalismo (hoy biología) que no entendieron en su momento —hoy una obra clásica expuesta en 1865 y publicada en 1866— su trabajo fue enviado por el mismo Mendel a los naturalistas prominentes de la época por correo postal. Mendel murió sabiendo que había descubierto algo que podría aportar mucho al naturalismo, pero nunca obtuvo reconocimiento. No fue hasta 1900 cuando “redescubren” su trabajo y se fundamenta la genética, muchas cosas hemos entendido de evolución y genética desde entonces y hoy reconocemos a Mendel con el título de padre de la genética.

Yo lucho para ser el próximo Mendel, aportando mis granitos de arena a la ciencia mundial; espero que, cuando muera, ese aporte sirva para que la comunidad académica siga avanzando y llenando huecos del conocimiento; no importa que yo ya no lo vea porque sé que, dentro de mis estudiantes, en algunos más que en otros, la trascendencia de lo que he aprendido no se perderá. Sabré al igual que Mendel que algunas de las cosas que he publicado o he enseñado son importantes, aunque aún no tenga conocimiento de cuales lo que me obliga a seguir intentándolo. Asimismo, espero también haber despertado a algunas mentes que quieran seguir el camino de la ciencia entre mis estudiantes.


Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka

La trascendencia de la ciencia

Dr. Carlos Alberto Núñez-Colín
Departamento de Ingenierías

División de Ciencias de la Salud e Ingenierías

Campus Celaya-Salvatierra

Universidad de Guanajuato.


Como profesor universitario, uno de los grandes logros es que mis estudiantes me recuerden, en estas fechas de pandemia es aún más difícil; si bien actualmente tenemos redes sociales y formas de comunicación a distancia que eficientizan el dictar cátedra aun cuando no observes las reacciones de tus estudiantes, el lazo formado cuando realmente aprecian tus enseñanzas, aunque algunos no las vuelvan a utilizar, genera en sí la trascendencia de la ciencia.

Como gente de ciencia, al menos yo, no se busca el privilegio, los premios, el poder político o ser millonario sino el gusto y fascinación de aprender, de saber algo nuevo, de innovar donde nadie ha podido. Esto me recuerda la trágica historia de Gregor Mendel (1822-1884), el monje, el matemático que por querer aportar algo a la teoría darwiniana estableció experimentos que cambiaron la historia de las ciencias naturales. ¿Tuvo suerte? Como muchos otros hombres de ciencia, si su experimento hubiere sido con frijoles o habas probablemente no habría llegado a las conclusiones que llegó, pero al ser matemático explicó algo en el naturalismo (hoy biología) que no entendieron en su momento —hoy una obra clásica expuesta en 1865 y publicada en 1866— su trabajo fue enviado por el mismo Mendel a los naturalistas prominentes de la época por correo postal. Mendel murió sabiendo que había descubierto algo que podría aportar mucho al naturalismo, pero nunca obtuvo reconocimiento. No fue hasta 1900 cuando “redescubren” su trabajo y se fundamenta la genética, muchas cosas hemos entendido de evolución y genética desde entonces y hoy reconocemos a Mendel con el título de padre de la genética.

Yo lucho para ser el próximo Mendel, aportando mis granitos de arena a la ciencia mundial; espero que, cuando muera, ese aporte sirva para que la comunidad académica siga avanzando y llenando huecos del conocimiento; no importa que yo ya no lo vea porque sé que, dentro de mis estudiantes, en algunos más que en otros, la trascendencia de lo que he aprendido no se perderá. Sabré al igual que Mendel que algunas de las cosas que he publicado o he enseñado son importantes, aunque aún no tenga conocimiento de cuales lo que me obliga a seguir intentándolo. Asimismo, espero también haber despertado a algunas mentes que quieran seguir el camino de la ciencia entre mis estudiantes.


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