/ viernes 18 de septiembre de 2020

UG TU CONECTE CON LA CIENCIA

La enfermedad del jardinero

Dr. Héctor Manuel Mora Montes

Departamento de Biología

División de Ciencias Naturales y Exactas

Campus Guanajuato, Universidad de Guanajuato


Estamos en la etapa del año a la que comúnmente le llamamos “época de lluvias”, y la aparición de hongos de muchos tamaños, colores, e incluso sabores, es uno de los muchos cambios que observamos en los campos, parques y jardines. Los hongos no desaparecen cuando el clima se vuelve seco, lo que apreciamos con la humedad acumulada de las lluvias es solo una pequeña fracción de estos organismos que se encuentran siempre presentes alrededor de nosotros. Una gran parte de las especies de hongos son microscópicos, imperceptibles a simple vista, los respiramos, los ingerimos, viven en la superficie de nuestra piel y mucosas, y gracias a ellos es posible reciclar las macromoléculas que forman parte de los restos de animales y plantas, que están en proceso de descomposición.

Cuando algunos de estos microorganismos son transportados a un medioambiente distinto al que están acostumbrados, como el interior del cuerpo humano, sufren un proceso adaptativo que traerá como consecuencia el daño de los tejidos y el establecimiento de una infección. Este es el caso de la enfermedad llamada esporotricosis, causada por hongos del género Sporothrix. Estos hongos crecen de manera habitual sobre rastrojos, pajas, restos vegetales no aprovechados de hortalizas, superficies leñosas, entre otros, y si son inoculados mediante el astillamiento o punción con superficies contaminadas (por ejemplo, las espinas de los rosales, de ahí el nombre de la enfermedad del jardinero), el hongo se depositará en el tejido subcutáneo y generará una lesión purulenta en la piel, con dolor en la periferia e inflamación.

Está lesión puede autocontrolarse, si las defensas del individuo logran eliminar al hongo, o puede diseminarse (si el individuo presenta algún tipo de inmunosupresión permanente o transitoria), generando múltiples lesiones que pueden invadir todo el cuerpo y afectar órganos internos como pulmones, riñones e hígado, poniendo en riesgo la vida del paciente. Los estados con mayor incidencia de esporotricosis en nuestro país son Guerrero, Puebla, Oaxaca, Veracruz, estado de México y la región del Bajío, que incluye a Guanajuato (en particular, los municipios de Acámbaro y Dolores Hidalgo C.I.N.).

En la Universidad de Guanajuato estamos trabajando, desde hace varios años, en nuevas estrategias que permitan el diagnóstico oportuno de la enfermedad, así como explorando macromoléculas que puedan ser utilizadas como nuevos blancos terapéuticos y para la prevención de la infección.


Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka


La enfermedad del jardinero

Dr. Héctor Manuel Mora Montes

Departamento de Biología

División de Ciencias Naturales y Exactas

Campus Guanajuato, Universidad de Guanajuato


Estamos en la etapa del año a la que comúnmente le llamamos “época de lluvias”, y la aparición de hongos de muchos tamaños, colores, e incluso sabores, es uno de los muchos cambios que observamos en los campos, parques y jardines. Los hongos no desaparecen cuando el clima se vuelve seco, lo que apreciamos con la humedad acumulada de las lluvias es solo una pequeña fracción de estos organismos que se encuentran siempre presentes alrededor de nosotros. Una gran parte de las especies de hongos son microscópicos, imperceptibles a simple vista, los respiramos, los ingerimos, viven en la superficie de nuestra piel y mucosas, y gracias a ellos es posible reciclar las macromoléculas que forman parte de los restos de animales y plantas, que están en proceso de descomposición.

Cuando algunos de estos microorganismos son transportados a un medioambiente distinto al que están acostumbrados, como el interior del cuerpo humano, sufren un proceso adaptativo que traerá como consecuencia el daño de los tejidos y el establecimiento de una infección. Este es el caso de la enfermedad llamada esporotricosis, causada por hongos del género Sporothrix. Estos hongos crecen de manera habitual sobre rastrojos, pajas, restos vegetales no aprovechados de hortalizas, superficies leñosas, entre otros, y si son inoculados mediante el astillamiento o punción con superficies contaminadas (por ejemplo, las espinas de los rosales, de ahí el nombre de la enfermedad del jardinero), el hongo se depositará en el tejido subcutáneo y generará una lesión purulenta en la piel, con dolor en la periferia e inflamación.

Está lesión puede autocontrolarse, si las defensas del individuo logran eliminar al hongo, o puede diseminarse (si el individuo presenta algún tipo de inmunosupresión permanente o transitoria), generando múltiples lesiones que pueden invadir todo el cuerpo y afectar órganos internos como pulmones, riñones e hígado, poniendo en riesgo la vida del paciente. Los estados con mayor incidencia de esporotricosis en nuestro país son Guerrero, Puebla, Oaxaca, Veracruz, estado de México y la región del Bajío, que incluye a Guanajuato (en particular, los municipios de Acámbaro y Dolores Hidalgo C.I.N.).

En la Universidad de Guanajuato estamos trabajando, desde hace varios años, en nuevas estrategias que permitan el diagnóstico oportuno de la enfermedad, así como explorando macromoléculas que puedan ser utilizadas como nuevos blancos terapéuticos y para la prevención de la infección.


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