/ lunes 26 de abril de 2021

SOPA DE LETRAS

Nada hay más ejemplar y más santo qué un árbol hermoso y fuerte”


Lo que a continuación narro no es en modo alguno presunción… nada de eso; sin embargo es una realidad el hecho de que el transcurrir del tiempo, aunado a mi actividad, así como también por qué no decirlo, por un poquito de vagancia, han hecho que esté un tanto reflexivo de mi pasado.

Bueno pues en alguna ocasión subí hasta la azotea del edificio del Seguro Social de esta ciudad de Irapuato, teniendo un panorama hacia los cuatro vientos a mi entera disposición. Bastaba girar mi cabeza hacia cualquier lado y así poner mi vista en algún punto al azar, y ahí donde dirigía mi mirada, habría yo estado físicamente con anterioridad, tendría algún recuerdo en ese lugar, o algún acontecimiento habría yo presenciado.

En efecto el dominio de mi vista llegaba incluso hasta la montaña de Cristo Rey, lugar que aunque es del municipio de Silao, sin embargo se atisbaba desde donde me encontraba, y que también habría yo ya estado con antelación.

Cualquier punto por lejano que éste sea, siendo de Irapuato, allí he estado, tengo algún recuerdo en él, o he participado de algún suceso en ese lugar. Volteaba hacia otro punto y veía algún edificio o las cúpulas de los templos, y de igual manera, algo podría contar de mi presencia en ese sitio. Todos los puntos que mi vista dominaba los hacía míos… lejanos y cercanos, ahí en cualquier rincón de Irapuato había estado anteriormente, reflexionaba.

Y ¿qué quiero decir con esto? más que decir, es hacer una reflexión y ésta consiste en que he tenido la oportunidad de haber transitado por varias décadas a todo lo largo y ancho de mi ciudad varias veces, e incluso de tomarle fotografías y por diversas causas he recorrido esta ciudad como pocas personas que ni los “falso promesas” o candidatos lo han hecho. Conozco a su gente y su gente me conoce; tengo amigos, conocidos y obviamente familiares aquí y allá.

No pasa desapercibido para un genuino irapuatense que por ejemplo el antiguo… qué digo antiguo, ¡¡¡antiquísimo árbol!!! que echaba sus raíces desde una casa particular y extendía sus “brazos” dando una sombra exquisita y protectora en la calle Manuel Doblado casi esquina con Ocampo y ahora ya no lo hace... alguien recientemente lo cortó… lo taló… lo asesinó; y con ello una parte de Irapuato ha sido mutilada.

En el año 2016 advertimos por éste medio periodístico que la vida –refiriéndonos a otro árbol-, el más longevo de nuestra ciudad, pendía de un hilo debido a la remodelación que en ese tiempo se estaba haciendo de la escuela Primaria Benito Juárez, ubicada en la calle Terán, en el mero centro de nuestra ciudad lugar en que se ubica dicho árbol, y que de paso sea dicho, si bien es cierto aún se encuentra en ese sitio, no menos cierto es que le cortaron la mayor parte de sus ramas quedando reducido a casi nada, cortaron incluso la mayor parte de sus raíces y actualmente está hecho un madero seco y triste. Ojalá las autoridades pusieran mayor empeño en preservar los árboles antiguos de nuestra ciudad y no talen ni permitan talar uno más de manera injustificada.

Con justa razón Herman Hesse ya desde el siglo pasado dijo: “Nada hay más ejemplar y más santo qué un árbol hermoso y fuerte”. oem-el-sol-de-irapuato@hotmail.com



Nada hay más ejemplar y más santo qué un árbol hermoso y fuerte”


Lo que a continuación narro no es en modo alguno presunción… nada de eso; sin embargo es una realidad el hecho de que el transcurrir del tiempo, aunado a mi actividad, así como también por qué no decirlo, por un poquito de vagancia, han hecho que esté un tanto reflexivo de mi pasado.

Bueno pues en alguna ocasión subí hasta la azotea del edificio del Seguro Social de esta ciudad de Irapuato, teniendo un panorama hacia los cuatro vientos a mi entera disposición. Bastaba girar mi cabeza hacia cualquier lado y así poner mi vista en algún punto al azar, y ahí donde dirigía mi mirada, habría yo estado físicamente con anterioridad, tendría algún recuerdo en ese lugar, o algún acontecimiento habría yo presenciado.

En efecto el dominio de mi vista llegaba incluso hasta la montaña de Cristo Rey, lugar que aunque es del municipio de Silao, sin embargo se atisbaba desde donde me encontraba, y que también habría yo ya estado con antelación.

Cualquier punto por lejano que éste sea, siendo de Irapuato, allí he estado, tengo algún recuerdo en él, o he participado de algún suceso en ese lugar. Volteaba hacia otro punto y veía algún edificio o las cúpulas de los templos, y de igual manera, algo podría contar de mi presencia en ese sitio. Todos los puntos que mi vista dominaba los hacía míos… lejanos y cercanos, ahí en cualquier rincón de Irapuato había estado anteriormente, reflexionaba.

Y ¿qué quiero decir con esto? más que decir, es hacer una reflexión y ésta consiste en que he tenido la oportunidad de haber transitado por varias décadas a todo lo largo y ancho de mi ciudad varias veces, e incluso de tomarle fotografías y por diversas causas he recorrido esta ciudad como pocas personas que ni los “falso promesas” o candidatos lo han hecho. Conozco a su gente y su gente me conoce; tengo amigos, conocidos y obviamente familiares aquí y allá.

No pasa desapercibido para un genuino irapuatense que por ejemplo el antiguo… qué digo antiguo, ¡¡¡antiquísimo árbol!!! que echaba sus raíces desde una casa particular y extendía sus “brazos” dando una sombra exquisita y protectora en la calle Manuel Doblado casi esquina con Ocampo y ahora ya no lo hace... alguien recientemente lo cortó… lo taló… lo asesinó; y con ello una parte de Irapuato ha sido mutilada.

En el año 2016 advertimos por éste medio periodístico que la vida –refiriéndonos a otro árbol-, el más longevo de nuestra ciudad, pendía de un hilo debido a la remodelación que en ese tiempo se estaba haciendo de la escuela Primaria Benito Juárez, ubicada en la calle Terán, en el mero centro de nuestra ciudad lugar en que se ubica dicho árbol, y que de paso sea dicho, si bien es cierto aún se encuentra en ese sitio, no menos cierto es que le cortaron la mayor parte de sus ramas quedando reducido a casi nada, cortaron incluso la mayor parte de sus raíces y actualmente está hecho un madero seco y triste. Ojalá las autoridades pusieran mayor empeño en preservar los árboles antiguos de nuestra ciudad y no talen ni permitan talar uno más de manera injustificada.

Con justa razón Herman Hesse ya desde el siglo pasado dijo: “Nada hay más ejemplar y más santo qué un árbol hermoso y fuerte”. oem-el-sol-de-irapuato@hotmail.com