/ sábado 26 de diciembre de 2020

SOPA DE LETRAS

Se acerca el tiempo electoral y lo más seguro es que en el escenario político de nuestra ciudad, específicamente entre los candidatos que tienen posibilidades de ganar no vayamos a ver caras nuevas... no las hay. Los que han levantado la mano, son ya conocidos por todos y por cierto, perdedores también, que para acabarla, se aferran a conseguir el puesto pretendido cueste lo que cueste.

Una terquedad que no tesonería válida. Un brinco de tal a cuál partido, sin importar la doctrina partidaria que le da convicción y vida moral a los partidos, con la finalidad de ser postulados en sus huestes. No hay un verdadero liderazgo, alguien que tire verdaderamente del carro, que inspire confianza al menos de hacer las cosas de manera honesta, es decir, que logren convencer con planes definidos capaces de bajar los índices de delincuencia, hacer respetar los diversos reglamentos del municipio, y por tanto lo más seguro es que en los días subsecuentes veamos…

Veamos nada nuevo; eso sí, almas caritativas, con rostros sonrientes, dispuestos a –supuestamente- ayudar a las clases marginadas de nuestra ciudad. Históricamente hemos caído en la trampa de creerle a tal o cual candidato, para finalmente ser desengañados incluso desde antes que terminen su período.

Es preciso que el electorado no emita un voto sin antes haberlo reflexionado y haber analizado las propuestas de su candidato e incluso a éste mismo, y vea si verdaderamente es viable y sensato lo que sugiere o mejor dicho, lo que promete realizar. Debemos preguntarnos si el plan de gobierno que se nos intenta “vender” pueda ser posible de realización o por el contrario es atole con el dedo. Para ello, es responsabilidad del ciudadano tener un mínimo de conocimiento de la situación que prevalece en nuestra ciudad en los distintos rubros, para así poder comprender si las propuestas que presentarán los contendientes de los diversos partidos son viables o no.

De un tiempo para acá, grupos con deseos de poder en todos los niveles buscan presentar candidatos que lleven consigo ya una popularidad hecha, aunque no sean idóneos para liderar políticamente a una ciudad o estado, pero sí que sean conocidos y aceptados por las masas.

Individuos que traigan en sí cierta popularidad pero no conseguida en base a logros de trabajo político ni en favor de las personas ni de labor social… basta que tengan cierta notoriedad sin importar de dónde la hayan adquirido para proponerlo como la persona capaz de detentar el poder. Llámese actor, cantante, deportista, no importa; sacar ventaja, eso sí es lo más importante. Intentar resolver problemas sociales aunque no tengan ni el más remoto conocimiento de lo que es la política ni mucho menos de la administración pública, el objetivo es arrasar en las urnas.

No es tan difícil descubrir en la gran mayoría de ellos el deseo de satisfacer su “ego” propio y su economía más que el interés de la comunidad.

Para evitar situaciones tan desafortunadas, -se insiste- es que todos seamos ciudadanos “menos ignorantes” y además responsables, pues ésta, es decir, la responsabilidad en la ciudadanía implica estar enterados tanto de los sucesos y necesidades actuales como también de los antecedentes y credenciales de los candidatos que pretenden gobernarnos.

Responsabilidad es también saber elegir a nuestros gobernantes, así el que no emita un sufragio bien pensado y razonado no debe tener derecho a quejarse, sino que debe resentir las consecuencias por su irresponsabilidad, ignorancia y apatía. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com

Se acerca el tiempo electoral y lo más seguro es que en el escenario político de nuestra ciudad, específicamente entre los candidatos que tienen posibilidades de ganar no vayamos a ver caras nuevas... no las hay. Los que han levantado la mano, son ya conocidos por todos y por cierto, perdedores también, que para acabarla, se aferran a conseguir el puesto pretendido cueste lo que cueste.

Una terquedad que no tesonería válida. Un brinco de tal a cuál partido, sin importar la doctrina partidaria que le da convicción y vida moral a los partidos, con la finalidad de ser postulados en sus huestes. No hay un verdadero liderazgo, alguien que tire verdaderamente del carro, que inspire confianza al menos de hacer las cosas de manera honesta, es decir, que logren convencer con planes definidos capaces de bajar los índices de delincuencia, hacer respetar los diversos reglamentos del municipio, y por tanto lo más seguro es que en los días subsecuentes veamos…

Veamos nada nuevo; eso sí, almas caritativas, con rostros sonrientes, dispuestos a –supuestamente- ayudar a las clases marginadas de nuestra ciudad. Históricamente hemos caído en la trampa de creerle a tal o cual candidato, para finalmente ser desengañados incluso desde antes que terminen su período.

Es preciso que el electorado no emita un voto sin antes haberlo reflexionado y haber analizado las propuestas de su candidato e incluso a éste mismo, y vea si verdaderamente es viable y sensato lo que sugiere o mejor dicho, lo que promete realizar. Debemos preguntarnos si el plan de gobierno que se nos intenta “vender” pueda ser posible de realización o por el contrario es atole con el dedo. Para ello, es responsabilidad del ciudadano tener un mínimo de conocimiento de la situación que prevalece en nuestra ciudad en los distintos rubros, para así poder comprender si las propuestas que presentarán los contendientes de los diversos partidos son viables o no.

De un tiempo para acá, grupos con deseos de poder en todos los niveles buscan presentar candidatos que lleven consigo ya una popularidad hecha, aunque no sean idóneos para liderar políticamente a una ciudad o estado, pero sí que sean conocidos y aceptados por las masas.

Individuos que traigan en sí cierta popularidad pero no conseguida en base a logros de trabajo político ni en favor de las personas ni de labor social… basta que tengan cierta notoriedad sin importar de dónde la hayan adquirido para proponerlo como la persona capaz de detentar el poder. Llámese actor, cantante, deportista, no importa; sacar ventaja, eso sí es lo más importante. Intentar resolver problemas sociales aunque no tengan ni el más remoto conocimiento de lo que es la política ni mucho menos de la administración pública, el objetivo es arrasar en las urnas.

No es tan difícil descubrir en la gran mayoría de ellos el deseo de satisfacer su “ego” propio y su economía más que el interés de la comunidad.

Para evitar situaciones tan desafortunadas, -se insiste- es que todos seamos ciudadanos “menos ignorantes” y además responsables, pues ésta, es decir, la responsabilidad en la ciudadanía implica estar enterados tanto de los sucesos y necesidades actuales como también de los antecedentes y credenciales de los candidatos que pretenden gobernarnos.

Responsabilidad es también saber elegir a nuestros gobernantes, así el que no emita un sufragio bien pensado y razonado no debe tener derecho a quejarse, sino que debe resentir las consecuencias por su irresponsabilidad, ignorancia y apatía. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com