/ miércoles 25 de marzo de 2020

SOPA DE LETRAS

El tema en boga era el de las mujeres, “Oh!!! Mujeres divinas”, dice la canción de José Alfredo Jiménez, hasta que el miserable coronavirus llegó, robándoles toda la atención.

La cuestión de éste mal que es llamado científicamente COVID-19 puede ser abordado desde varios puntos de vista que van desde las recomendaciones que hacen las autoridades sanitarias; el tiempo de duración del mismo; que si se avecina algo peor de lo que han manifestado los gobiernos internacionales a sus respectivos connacionales; e incluso hay quien se ha preguntado que si es éste el principio del fin de la humanidad, etc, etc...

Sin embargo nadie, o casi nadie en este país se ha pronunciado respecto de la posibilidad efectiva de fincar responsabilidades a quien con culpa o con dolo haya ocasionado esta pandemia que ha puesto en vilo al mundo entero dado que hay quien asegura que éste virus no es de origen “natural”, sino que ha sido creado en laboratorio, y que tiene incluso hasta su patente dando santo y seña de los científicos que intervinieron en su creación.

Sería importante que alguna autoridad saliera a decir al resto del mundo que se está investigando a los responsables de la elaboración y expansión del COVID-19 para que sean sancionados ejemplarmente. Sin embargo y pese a la inundación de información que tenemos no escuchamos a nadie que haga señalamientos al respecto.

Se dice que el virus fue originado en China por sus malos, -qué digo malos-, pésimos y asquerosos hábitos alimenticios tales como comer murciélagos, pero otros tantos sostienen que fueron los estadounidenses quienes lo elaboraron para “detonarlo” en China a manera de experimento que redituaría miles de millones de dólares al sector empresarial y farmacéutico. Más aún, se ha dado a conocer que es a la empresa “Johnson and Johnson” a la que le dejaría dividendos extraordinarios.

Luego entonces, por qué si investigaciones (aunque periodísticas) presuntivamente ya lo han dejado al descubierto, es que no se ha visto a ninguna autoridad nacional o internacional tener una reacción valerosa y satisfactoria por la que se realizara una exhaustiva investigación que dejara en claro el meollo del asunto, y que de confirmarse la creación deliberada del virus y su posterior diseminación en determinado país para que éste fuera la puerta involuntaria de contagio hacia el resto del mundo y por consecuencia la pandemia que ahora se registra, recibieran todo el castigo y rigor de la ley por un verdadero delito de lesa humanidad .

¿Dónde quedan los famosos Derechos Humanos y el Control de Convencionalidad? Es aquí donde todo ciudadano del orbe quisiera ver salvaguardados los derechos de los de su especie y ver también a aquellos que –en el caso- hayan tomado parte en el magnicidio que ocasionaron unos cuantos individuos carentes de toda moral y de los principios éticos que deben regir a los seres pensantes. ¡Con qué individuos nos ha tocado vivir…! oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com

El tema en boga era el de las mujeres, “Oh!!! Mujeres divinas”, dice la canción de José Alfredo Jiménez, hasta que el miserable coronavirus llegó, robándoles toda la atención.

La cuestión de éste mal que es llamado científicamente COVID-19 puede ser abordado desde varios puntos de vista que van desde las recomendaciones que hacen las autoridades sanitarias; el tiempo de duración del mismo; que si se avecina algo peor de lo que han manifestado los gobiernos internacionales a sus respectivos connacionales; e incluso hay quien se ha preguntado que si es éste el principio del fin de la humanidad, etc, etc...

Sin embargo nadie, o casi nadie en este país se ha pronunciado respecto de la posibilidad efectiva de fincar responsabilidades a quien con culpa o con dolo haya ocasionado esta pandemia que ha puesto en vilo al mundo entero dado que hay quien asegura que éste virus no es de origen “natural”, sino que ha sido creado en laboratorio, y que tiene incluso hasta su patente dando santo y seña de los científicos que intervinieron en su creación.

Sería importante que alguna autoridad saliera a decir al resto del mundo que se está investigando a los responsables de la elaboración y expansión del COVID-19 para que sean sancionados ejemplarmente. Sin embargo y pese a la inundación de información que tenemos no escuchamos a nadie que haga señalamientos al respecto.

Se dice que el virus fue originado en China por sus malos, -qué digo malos-, pésimos y asquerosos hábitos alimenticios tales como comer murciélagos, pero otros tantos sostienen que fueron los estadounidenses quienes lo elaboraron para “detonarlo” en China a manera de experimento que redituaría miles de millones de dólares al sector empresarial y farmacéutico. Más aún, se ha dado a conocer que es a la empresa “Johnson and Johnson” a la que le dejaría dividendos extraordinarios.

Luego entonces, por qué si investigaciones (aunque periodísticas) presuntivamente ya lo han dejado al descubierto, es que no se ha visto a ninguna autoridad nacional o internacional tener una reacción valerosa y satisfactoria por la que se realizara una exhaustiva investigación que dejara en claro el meollo del asunto, y que de confirmarse la creación deliberada del virus y su posterior diseminación en determinado país para que éste fuera la puerta involuntaria de contagio hacia el resto del mundo y por consecuencia la pandemia que ahora se registra, recibieran todo el castigo y rigor de la ley por un verdadero delito de lesa humanidad .

¿Dónde quedan los famosos Derechos Humanos y el Control de Convencionalidad? Es aquí donde todo ciudadano del orbe quisiera ver salvaguardados los derechos de los de su especie y ver también a aquellos que –en el caso- hayan tomado parte en el magnicidio que ocasionaron unos cuantos individuos carentes de toda moral y de los principios éticos que deben regir a los seres pensantes. ¡Con qué individuos nos ha tocado vivir…! oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com