/ sábado 30 de marzo de 2019

SOPA DE LETRAS

Esta vez diremos estar de acuerdo con el Lic. Adolfo Córdoba Rosales agente del Ministerio Público quien después de alrededor de quince años que a decir de él no había vuelto a ser infraccionado –precisamente por no haber dado motivo para ello- en días pasados tuvo el infortunio de que los elementos de tránsito, o policía vial, o quién sabe cómo se le llama ya ahora a esta dependencia municipal, (pues ya que le ponen nombrecitos de una u otra manera, pero que a final de cuentas son lo mismo) sí le hayan impuesto una multa.

Pero ese no es el punto a comentar, pues como buen ciudadano ha querido pagar su infracción, y de veras que así como a él a muchos ciudadanos les ha costado dar con el lugar para realizar el pago y recoger su placa.

Por un lado te dicen que allá, por el CERESO en las oficinas de tránsito, otros tantos que no, que en el edificio del Centro de Gobierno, otros dicen que en una plaza denominada Las Palmas rumbo a Villas de Irapuato y otros tantos más que en la Plaza España ubicada en la calle de Tres Guerras.

Hasta un agente mismo al que se le cuestionó dijo que si la infracción fue el mismo día, pueden recoger su placa en un lugar y sí ya tiene varios será en otro. ¡Háganme el favor! ¡Qué relajo! Quién sabe quién ideó ese sistemita de traer paseando de aquí para allá las placas infraccionadas, y si la intención era la de causar menos molestias al ciudadano que ha sido multado, lo cierto es que no cumple con su cometido, sino todo lo contrario. Más bien hace sospechar que eso de traer al ciudadano de aquí para allá es parte disimulada de la sanción, no conforme con haber incrementado exponencialmente las multas. Ni modo Lic. Adolfo, así es nuestra ciudad.

EL AMIGO PEDRO OJEDA

Y mezclando ahora un poco más esta sopa de letras, o lo que equivale a decir -cambiando abruptamente de tema- diremos que ciertamente en nuestro diario vivir nos vamos encontrando con situaciones tan variadas que van desde las más sencillas hasta las más complejas. Las primeras las resolvemos con facilidad mientras que las segundas necesitaremos de auxilio de personas capaces de echarnos la mano.

Así tenemos que de vez en cuando llegará el día que nunca imaginamos, ese que no sospechábamos que nos traería por ahí un cierto desaguisado y nos hiciera alguna jugarreta menor pero con consecuencias un tanto desagradables.

Sí; me estoy refiriendo a cuando no traemos con nosotros la llave que necesitamos para abrir el auto, la recamara, la casa, la oficina, etc. y que creíamos llevar en nuestro llavero, pero que no es así, ya sea porque las hayamos perdido, que nos las hayan robado, o simplemente porque se nos quedaron dentro de alguno de esos lugares. ¡Qué frustración!

Cerrajería Ojeda, sí, esa que todo Irapuato conoce; la de Pedro Ojeda su fundador, la que no hay cerradura ni candado que se le resista, gente voluntariosa que abre todo cuanto se le solicita, y de muy buena voluntad que es lo que se agradece.

Si de algo estoy seguro, es precisamente de que así como no debe faltar nunca en ninguna casa un botiquín médico y una caja de herramientas pues no sabemos cuándo llegará el momento en que sean imprescindibles, así también debemos agregar a nuestra lista tener a la mano el número teléfono de una cerrajería confiable, pues nada más desagradable es no poder entrar al lugar que queríamos hacerlo por ese “pequeñito” descuido nuestro de haber olvidado o extraviado las llaves.

Ya sea Pedro, Carlos o José, en menos que canta un gallo aparecen con el equipo necesario y con un decir: “ábrete sésamo” y asunto resuelto. No es exageración, y la gente que lo ha vivido bien sabe que el momento ese en que al fin se abre la puerta no se compara con otro; nos da la sensación de un buen respiro de tranquilidad… de un asunto resuelto. Por eso es siempre recomendable tener amigos calve, y entre esos no debe faltarnos el de la cerrajería que de veras que te llegan a resolver la vida. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com


Esta vez diremos estar de acuerdo con el Lic. Adolfo Córdoba Rosales agente del Ministerio Público quien después de alrededor de quince años que a decir de él no había vuelto a ser infraccionado –precisamente por no haber dado motivo para ello- en días pasados tuvo el infortunio de que los elementos de tránsito, o policía vial, o quién sabe cómo se le llama ya ahora a esta dependencia municipal, (pues ya que le ponen nombrecitos de una u otra manera, pero que a final de cuentas son lo mismo) sí le hayan impuesto una multa.

Pero ese no es el punto a comentar, pues como buen ciudadano ha querido pagar su infracción, y de veras que así como a él a muchos ciudadanos les ha costado dar con el lugar para realizar el pago y recoger su placa.

Por un lado te dicen que allá, por el CERESO en las oficinas de tránsito, otros tantos que no, que en el edificio del Centro de Gobierno, otros dicen que en una plaza denominada Las Palmas rumbo a Villas de Irapuato y otros tantos más que en la Plaza España ubicada en la calle de Tres Guerras.

Hasta un agente mismo al que se le cuestionó dijo que si la infracción fue el mismo día, pueden recoger su placa en un lugar y sí ya tiene varios será en otro. ¡Háganme el favor! ¡Qué relajo! Quién sabe quién ideó ese sistemita de traer paseando de aquí para allá las placas infraccionadas, y si la intención era la de causar menos molestias al ciudadano que ha sido multado, lo cierto es que no cumple con su cometido, sino todo lo contrario. Más bien hace sospechar que eso de traer al ciudadano de aquí para allá es parte disimulada de la sanción, no conforme con haber incrementado exponencialmente las multas. Ni modo Lic. Adolfo, así es nuestra ciudad.

EL AMIGO PEDRO OJEDA

Y mezclando ahora un poco más esta sopa de letras, o lo que equivale a decir -cambiando abruptamente de tema- diremos que ciertamente en nuestro diario vivir nos vamos encontrando con situaciones tan variadas que van desde las más sencillas hasta las más complejas. Las primeras las resolvemos con facilidad mientras que las segundas necesitaremos de auxilio de personas capaces de echarnos la mano.

Así tenemos que de vez en cuando llegará el día que nunca imaginamos, ese que no sospechábamos que nos traería por ahí un cierto desaguisado y nos hiciera alguna jugarreta menor pero con consecuencias un tanto desagradables.

Sí; me estoy refiriendo a cuando no traemos con nosotros la llave que necesitamos para abrir el auto, la recamara, la casa, la oficina, etc. y que creíamos llevar en nuestro llavero, pero que no es así, ya sea porque las hayamos perdido, que nos las hayan robado, o simplemente porque se nos quedaron dentro de alguno de esos lugares. ¡Qué frustración!

Cerrajería Ojeda, sí, esa que todo Irapuato conoce; la de Pedro Ojeda su fundador, la que no hay cerradura ni candado que se le resista, gente voluntariosa que abre todo cuanto se le solicita, y de muy buena voluntad que es lo que se agradece.

Si de algo estoy seguro, es precisamente de que así como no debe faltar nunca en ninguna casa un botiquín médico y una caja de herramientas pues no sabemos cuándo llegará el momento en que sean imprescindibles, así también debemos agregar a nuestra lista tener a la mano el número teléfono de una cerrajería confiable, pues nada más desagradable es no poder entrar al lugar que queríamos hacerlo por ese “pequeñito” descuido nuestro de haber olvidado o extraviado las llaves.

Ya sea Pedro, Carlos o José, en menos que canta un gallo aparecen con el equipo necesario y con un decir: “ábrete sésamo” y asunto resuelto. No es exageración, y la gente que lo ha vivido bien sabe que el momento ese en que al fin se abre la puerta no se compara con otro; nos da la sensación de un buen respiro de tranquilidad… de un asunto resuelto. Por eso es siempre recomendable tener amigos calve, y entre esos no debe faltarnos el de la cerrajería que de veras que te llegan a resolver la vida. oem-elsol-de-irapuato@hotmail.com