/ viernes 22 de octubre de 2021

¿Por qué decides lo que decides?

“Si yo tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conociera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos”, es una frase atribuida a Albert Einstein.

En el mundo del emprendimiento y el freelancismo, te topas con sucesos que implican toma de decisiones, y parece lo más fácil del mundo porque todo el día estamos en contacto con las elecciones: camisa blanca o azul, zapatos o tenis, café o té, escuchar tal o cual playlist pero hay otras que requieren más labor intelectual. Comprender eso es vital porque muchas veces el tiempo se dedica a atender las consecuencias de los problemas y no la solución de los mismos.

Te contaré algo que pasó en época pre-pandemia, Mónica (nombre ficticio) gerente de sucursal de una empresa con presencia nacional, me pidió que diera una plática sobre trabajo en equipo en su centro de trabajo. Como parte de mis procesos internos, antes de dar una capacitación, indago por qué la quieren o necesitan, Mónica me explicó que tenían altísima rotación de personal y que había un mal ambiente laboral. Siempre que me invitan a participar en un proyecto llevo a cabo un proceso de toma de decisiones donde, entre otras cosas, analizo lo que solicitan vs. las posibilidades de llevarlo a cabo dado las condiciones y recursos existentes. Es hasta ese momento que de acepto o no.

En la columna anterior te conté que una de las cosas que descubrimos con Samuel (nombre ficticio) es que no tenía indicadores de rendimiento, en este caso, Mónica quien pertenece a una empresa grande, sí los tiene, y en parte, eso era parte del problema.

Un proceso de toma de decisiones requiere meticulosidad. Para explicar el tema en esta columna, excluyo algunos pasos, por lo que te invito a investigar a profundidad más allá de este texto.

Lo primero es identificar el problema y por eso hago preguntas a mis clientes potenciales.

Luego, establecer los criterios (y rangos) qué tomaré en cuenta en la toma de decisión que resultará en aceptar o no el trabajo. Por ejemplo, determinar si está dentro de mis habilidades técnicas, disponibilidad de horario, tiempo de preparación del material, si su presupuesto se alinea a mis costos, entre otros. Además, las expectativas de resultados del cliente vs. lo que me solicitaron.

El proceso de toma de decisiones, es complejo, va más allá de sentimientos y/o emociones, requiere metodología ya que en algunas podemos hablar desde la experiencia, en otras, con abundante información, en otras, sin información ni conocimiento previo y con poco tiempo disponible.

La siguiente semana hablaremos de las demás partes del proceso de toma de decisiones y si di o no la plática.

¿Cómo llevas a cabo las elecciones difíciles?

Mariana.pefer@gmail.com

Recuerda: “Si fuera fácil, cualquiera lo haría bien”.

“Si yo tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conociera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos”, es una frase atribuida a Albert Einstein.

En el mundo del emprendimiento y el freelancismo, te topas con sucesos que implican toma de decisiones, y parece lo más fácil del mundo porque todo el día estamos en contacto con las elecciones: camisa blanca o azul, zapatos o tenis, café o té, escuchar tal o cual playlist pero hay otras que requieren más labor intelectual. Comprender eso es vital porque muchas veces el tiempo se dedica a atender las consecuencias de los problemas y no la solución de los mismos.

Te contaré algo que pasó en época pre-pandemia, Mónica (nombre ficticio) gerente de sucursal de una empresa con presencia nacional, me pidió que diera una plática sobre trabajo en equipo en su centro de trabajo. Como parte de mis procesos internos, antes de dar una capacitación, indago por qué la quieren o necesitan, Mónica me explicó que tenían altísima rotación de personal y que había un mal ambiente laboral. Siempre que me invitan a participar en un proyecto llevo a cabo un proceso de toma de decisiones donde, entre otras cosas, analizo lo que solicitan vs. las posibilidades de llevarlo a cabo dado las condiciones y recursos existentes. Es hasta ese momento que de acepto o no.

En la columna anterior te conté que una de las cosas que descubrimos con Samuel (nombre ficticio) es que no tenía indicadores de rendimiento, en este caso, Mónica quien pertenece a una empresa grande, sí los tiene, y en parte, eso era parte del problema.

Un proceso de toma de decisiones requiere meticulosidad. Para explicar el tema en esta columna, excluyo algunos pasos, por lo que te invito a investigar a profundidad más allá de este texto.

Lo primero es identificar el problema y por eso hago preguntas a mis clientes potenciales.

Luego, establecer los criterios (y rangos) qué tomaré en cuenta en la toma de decisión que resultará en aceptar o no el trabajo. Por ejemplo, determinar si está dentro de mis habilidades técnicas, disponibilidad de horario, tiempo de preparación del material, si su presupuesto se alinea a mis costos, entre otros. Además, las expectativas de resultados del cliente vs. lo que me solicitaron.

El proceso de toma de decisiones, es complejo, va más allá de sentimientos y/o emociones, requiere metodología ya que en algunas podemos hablar desde la experiencia, en otras, con abundante información, en otras, sin información ni conocimiento previo y con poco tiempo disponible.

La siguiente semana hablaremos de las demás partes del proceso de toma de decisiones y si di o no la plática.

¿Cómo llevas a cabo las elecciones difíciles?

Mariana.pefer@gmail.com

Recuerda: “Si fuera fácil, cualquiera lo haría bien”.