/ sábado 26 de diciembre de 2020

Medicina. Ciencia social.

Luis Omar Montoya Arias

Hoy la medicina es política y la política es medicina. Un binomio.

“Dimensión médica: enfermedad, enfermo y medicina. La medicina es un arte y una ciencia. Cabe descartarla como ciencia exacta. Por grande que sea el apoyo prestado por la estadística, en patología o en medicina social, ningún paciente reacciona como el hombre medio. La medicina es una ciencia natural.

En la enfermedad influyen factores físicos, químicos, biológicos, sociales y psíquicos. Algo semejante ocurre si se concibe a la medicina como una ciencia social. Al igual que la psicología y la historia, la medicina se propone investigar a lo humano. En medicina, la investigación se centra en la enfermedad.

La medicina es una ciencia aplicada. Gran parte de los conocimientos médicos, provienen de las ciencias naturales y de las ciencias del hombre. ¿Cuál es la actitud que el hombre asume frente al cáncer? La medicina oscila entre la enfermedad y el enfermo. El médico es investigador y persona.

Puede verse entre los primitivos, donde el hechicero, el sacerdote o el jefe de la tribu es médico y medicina. Hay expresiones como médico de cabecera, médico de familia y ciencia médica. La medicina tiene que ver con lo social y con factores extra científicos como la magia, la religión, la fe y la superstición. La medicina tiene que ver con el medio social.

El arte de curar responde al tiempo y al lugar del enfermo, y de la enfermedad; del papel asignado al médico y de la misión confiada a la medicina. La medicina es historia” (Historia de la medicina, José Babini, Editorial Gedisa, Buenos Aires, 2012, p.11).

El dolor nos sitúa en lo social: lo que sentimos no se puede apartar de lo que aprendemos de nuestra cultura, ni del modo cómo reaccionan los demás ante nosotros. El dolor es una experiencia subjetiva. Aprendemos cómo sentir el dolor y sus significados. El dolor crónico es un problema económico y social de enorme magnitud.

El estrés convierte los trabajos mejor remunerados en campos de enfermos. El dolor es más que simple problema médico. No se le puede reducir a una transición del sistema nervioso. La experiencia del dolor también está conformada por fuerzas culturales de la potencia del género, la religión y la clase social. Ciertos estados psicológicos y emocionales como la culpa, el miedo, la ira y la depresión, lo crean y lo refuerzan. La culpa es una cuestión muy cultural.

Son los escritores quienes se han mostrado interesados en comprender el lugar del dolor en la vida humana. Literatos e investigadores han creado significados sociales sobre el dolor. El abismo que separa a médicos de escritores, debe reducirse. Debe generarse un diálogo entre la medicina y la literatura. La medicina es social.

La literatura nos ofrece un campo rico para examinar los significados que la humanidad ha construido sobre el dolor. De Homero a Beckett, textos literarios ha representado los encuentros humanos con el dolor (La cultura del dolor, David Morris, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996). Hay que leer historia.

El COVID-19 no sólo es un problema de orden clínico, también social, educativo y cultural. La gente pobre es la que más letalidad padece, porque la ausencia de dinero conlleva mala alimentación, carencias educativas, ignorancia y miseria. Las pandemias se contienen, también desde lo cultural, desde la educación escolarizada. El COVID ofrece un perfil médico, pero no se agota en él. Si pretendemos generar un diagnóstico de la actual epidemia, sólo desde el campo de la medicina tradicional, estaríamos errando el camino. El COVID es un problema social, educativo y cultural. La riqueza no sólo es material, también espiritual.


Luis Omar Montoya Arias

Hoy la medicina es política y la política es medicina. Un binomio.

“Dimensión médica: enfermedad, enfermo y medicina. La medicina es un arte y una ciencia. Cabe descartarla como ciencia exacta. Por grande que sea el apoyo prestado por la estadística, en patología o en medicina social, ningún paciente reacciona como el hombre medio. La medicina es una ciencia natural.

En la enfermedad influyen factores físicos, químicos, biológicos, sociales y psíquicos. Algo semejante ocurre si se concibe a la medicina como una ciencia social. Al igual que la psicología y la historia, la medicina se propone investigar a lo humano. En medicina, la investigación se centra en la enfermedad.

La medicina es una ciencia aplicada. Gran parte de los conocimientos médicos, provienen de las ciencias naturales y de las ciencias del hombre. ¿Cuál es la actitud que el hombre asume frente al cáncer? La medicina oscila entre la enfermedad y el enfermo. El médico es investigador y persona.

Puede verse entre los primitivos, donde el hechicero, el sacerdote o el jefe de la tribu es médico y medicina. Hay expresiones como médico de cabecera, médico de familia y ciencia médica. La medicina tiene que ver con lo social y con factores extra científicos como la magia, la religión, la fe y la superstición. La medicina tiene que ver con el medio social.

El arte de curar responde al tiempo y al lugar del enfermo, y de la enfermedad; del papel asignado al médico y de la misión confiada a la medicina. La medicina es historia” (Historia de la medicina, José Babini, Editorial Gedisa, Buenos Aires, 2012, p.11).

El dolor nos sitúa en lo social: lo que sentimos no se puede apartar de lo que aprendemos de nuestra cultura, ni del modo cómo reaccionan los demás ante nosotros. El dolor es una experiencia subjetiva. Aprendemos cómo sentir el dolor y sus significados. El dolor crónico es un problema económico y social de enorme magnitud.

El estrés convierte los trabajos mejor remunerados en campos de enfermos. El dolor es más que simple problema médico. No se le puede reducir a una transición del sistema nervioso. La experiencia del dolor también está conformada por fuerzas culturales de la potencia del género, la religión y la clase social. Ciertos estados psicológicos y emocionales como la culpa, el miedo, la ira y la depresión, lo crean y lo refuerzan. La culpa es una cuestión muy cultural.

Son los escritores quienes se han mostrado interesados en comprender el lugar del dolor en la vida humana. Literatos e investigadores han creado significados sociales sobre el dolor. El abismo que separa a médicos de escritores, debe reducirse. Debe generarse un diálogo entre la medicina y la literatura. La medicina es social.

La literatura nos ofrece un campo rico para examinar los significados que la humanidad ha construido sobre el dolor. De Homero a Beckett, textos literarios ha representado los encuentros humanos con el dolor (La cultura del dolor, David Morris, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996). Hay que leer historia.

El COVID-19 no sólo es un problema de orden clínico, también social, educativo y cultural. La gente pobre es la que más letalidad padece, porque la ausencia de dinero conlleva mala alimentación, carencias educativas, ignorancia y miseria. Las pandemias se contienen, también desde lo cultural, desde la educación escolarizada. El COVID ofrece un perfil médico, pero no se agota en él. Si pretendemos generar un diagnóstico de la actual epidemia, sólo desde el campo de la medicina tradicional, estaríamos errando el camino. El COVID es un problema social, educativo y cultural. La riqueza no sólo es material, también espiritual.


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