/ martes 31 de agosto de 2021

LOS PASOS DE CITLALI

Citlali Ávalos es originaria de Tepic, es una mujer inteligente y maestra apasionada de educación especial. Ella y yo coincidimos varios años en los trabajos de Carrera Magisterial en México, convocados por el SNTE. Ignoro si tiene poemarios, pero sí algunos textos, como el que ahora transcribo producto de una subida “a una montaña rusa de emociones”. Que salga bien y mi solidaridad la acompañe.

“Mis pasos me han llevado de nuevo a mi hogar. Tomé mi dignidad, mi coraje, mis cosas y di el primer paso, conduje lentamente disfrutando el paisaje, despidiéndome de cada metro, de cada pueblo, de cada persona Rumbo a casa, al lado de mi hija, estaba segura de encontrarme en la ruta ideal. Poco a poco el paisaje se hizo más familiar, mi Nayarit, mi tierra, mi Tepic amado. Conforme avanzaba me sentí más a salvo, más conmigo, más de mí. Iba parando en el camino para llamar a mis personas de emergencias, mis hermanos, mis amigos, recordando los nombres que me resignifican, anunciando mis pasos hacia mi hogar.

Casi sin pensar vi la entrada a Tepic, mi hija dormida, no pude evitar unas lágrimas silenciosas, y mi corazón brincaba, dolía, fue ese dolor el que me recordó que ya no soy tan joven, no tengo ya tanta energía. Me observé, me estaba cuidando, observaba mi mente, mi cuerpo, principalmente, mi casa, esperando ver con claridad alguna emoción del torbellino que me atacaba. Cansancio, decepción, frustración, profunda tristeza, pero hubo una que casi no se notaba y surgió de entre todas las demás: tranquilidad”

“Llegué cansada, decepcionada, frustrada y profundamente triste, pero tranquila/ Y ahí estaba, mi casita de chocolate, mi dulce hogar, casi abandonado, con las cortinas empolvadas, las paredes llenas de humedad. Bichos muertos y un olor terrible a abandono. / Hace más de un mes que pasó lo que les cuento, y si han llegado hasta aquí les contaré lo que pasó después. / Me instalé en mi tranquilidad, recorrí cada rincón, miré mi ciudad con profundo amor, sus calles, las mismas que hasta ahora me reconfortan, incluso las playas: Chacala, Matanchén, el Borrego, las Islitas y la Tavara, estaba en mi tierra.

Volviendo a casa compré pintura, brochas, un rotomartillo, brocas, hasta cortinas nueva, y mi tranquilidad sigue ahí firme, como una hazaña a la que no voy a renunciar. ¿Por qué les comparto esta experiencia? Porque fue en mi cumpleaños cuando todo se revolvió. Mi familia y mis amigos fueron una enorme fortaleza, pero me subí a una montaña rusa de emociones (por cierto, me desagradan enormemente las montañas rusas). / Luego todo volvió a la normalidad, me ocupé de nuevo en observarme. Mi cuerpo, mi mente, mi corazón, me siento fuerte, todo tiene su tiempo. / Todo cambia, no soy la misma, no quiero ser la misma… Además, estoy en casa.

Amo mi casita de chocolate y amo la versión de mí que construyo día a día. / Amo a las personas que enriquecen mi vida, todo tiene que ser mejor, solo queda evolucionar y estar en un lugar en el que se fortalezca mi tranquilidad. ¡Gracias familia, amigos gracias! P.D. Tal historia no concluye aún, no sé cómo terminará. Citlali Ávalos”.


Citlali Ávalos es originaria de Tepic, es una mujer inteligente y maestra apasionada de educación especial. Ella y yo coincidimos varios años en los trabajos de Carrera Magisterial en México, convocados por el SNTE. Ignoro si tiene poemarios, pero sí algunos textos, como el que ahora transcribo producto de una subida “a una montaña rusa de emociones”. Que salga bien y mi solidaridad la acompañe.

“Mis pasos me han llevado de nuevo a mi hogar. Tomé mi dignidad, mi coraje, mis cosas y di el primer paso, conduje lentamente disfrutando el paisaje, despidiéndome de cada metro, de cada pueblo, de cada persona Rumbo a casa, al lado de mi hija, estaba segura de encontrarme en la ruta ideal. Poco a poco el paisaje se hizo más familiar, mi Nayarit, mi tierra, mi Tepic amado. Conforme avanzaba me sentí más a salvo, más conmigo, más de mí. Iba parando en el camino para llamar a mis personas de emergencias, mis hermanos, mis amigos, recordando los nombres que me resignifican, anunciando mis pasos hacia mi hogar.

Casi sin pensar vi la entrada a Tepic, mi hija dormida, no pude evitar unas lágrimas silenciosas, y mi corazón brincaba, dolía, fue ese dolor el que me recordó que ya no soy tan joven, no tengo ya tanta energía. Me observé, me estaba cuidando, observaba mi mente, mi cuerpo, principalmente, mi casa, esperando ver con claridad alguna emoción del torbellino que me atacaba. Cansancio, decepción, frustración, profunda tristeza, pero hubo una que casi no se notaba y surgió de entre todas las demás: tranquilidad”

“Llegué cansada, decepcionada, frustrada y profundamente triste, pero tranquila/ Y ahí estaba, mi casita de chocolate, mi dulce hogar, casi abandonado, con las cortinas empolvadas, las paredes llenas de humedad. Bichos muertos y un olor terrible a abandono. / Hace más de un mes que pasó lo que les cuento, y si han llegado hasta aquí les contaré lo que pasó después. / Me instalé en mi tranquilidad, recorrí cada rincón, miré mi ciudad con profundo amor, sus calles, las mismas que hasta ahora me reconfortan, incluso las playas: Chacala, Matanchén, el Borrego, las Islitas y la Tavara, estaba en mi tierra.

Volviendo a casa compré pintura, brochas, un rotomartillo, brocas, hasta cortinas nueva, y mi tranquilidad sigue ahí firme, como una hazaña a la que no voy a renunciar. ¿Por qué les comparto esta experiencia? Porque fue en mi cumpleaños cuando todo se revolvió. Mi familia y mis amigos fueron una enorme fortaleza, pero me subí a una montaña rusa de emociones (por cierto, me desagradan enormemente las montañas rusas). / Luego todo volvió a la normalidad, me ocupé de nuevo en observarme. Mi cuerpo, mi mente, mi corazón, me siento fuerte, todo tiene su tiempo. / Todo cambia, no soy la misma, no quiero ser la misma… Además, estoy en casa.

Amo mi casita de chocolate y amo la versión de mí que construyo día a día. / Amo a las personas que enriquecen mi vida, todo tiene que ser mejor, solo queda evolucionar y estar en un lugar en el que se fortalezca mi tranquilidad. ¡Gracias familia, amigos gracias! P.D. Tal historia no concluye aún, no sé cómo terminará. Citlali Ávalos”.