/ sábado 10 de octubre de 2020

La idolatría al dios-gobierno

El historiador Herbert Schlossberg en su obra Idols for Destruction, citado en el artículo de GaryDeMar El Estado se ha convertido en el verdadero Dios de nuestra nación, dice lo siguiente:


“Los gobernantes siempre han estado tentados a hacer el papel de padres de sus pueblos…Esto incluye a autoridades eclesiásticas que no comprenden para nada la advertencia de los Evangelios de no llamar a nadie padre en la tierra, porque uno es nuestro Padre, el que está en los cielos (Mateo 23:9). El padre es símbolo no solamente de autoridad, sino también de provisión. “Padre nuestro que estás en los cielos…El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” (Mateo 9:9,11). Mirar al Estado para que provea es un acto de adoración; nosotros esperamos correctamente que el alimento provenga de los padres, y cuando consideramos al Estado como la fuente del sustento físico le estamos rindiendo los honores de idolatría (1).”


¿Qué piensas tú de las palabras de Herbert?, ¿Consideras que la mayoría de los mexicanos están libres en sus pensamientos de considerar al gobierno como su gran proveedor, están libres de conferirle al gobierno un rol de padre?


El proporcionar cosas gratis ha sido un discurso muy socorrido por los líderes políticos en éste país que buscan los votos que los eleven al poder, sencillamente porque a la mayoría de los mexicanos les gustan las cosas gratis: educación gratis, salud gratis, despensas gratis, y todo tipo de ayudas “gratis” proporcionadas por papá gobierno.


Pero recibir cosas gratis crea un lazo de dependencia cruel y destructiva entre quien recibe lo gratis y el que da lo gratis. Y Herbert lo explica de ésta manera:


“Transformar un Estado en un ídolo al cual miramos para todas nuestras necesidades es un crimen. El paternalismo del Estado es el de un progenitor malo que quiere que sus hijos sean dependientes de él para siempre. El progenitor bueno prepara a sus hijos para la independencia, los capacita para que tomen decisiones responsables, sabe que les hace daño cuando no los ayuda a liberarse. El Estado paternal se nutre de la dependencia. Cuando los dependientes se liberan pierde poder. Por tanto, es parásito de las mismas personas a las cuales convierte en parásitos. Así, el Estado y sus dependientes marchan simbióticamente (en una unión estrecha el uno con los otros) hacia la destrucción (bis).”


Por eso es altamente peligroso ese poder que el pueblo entrega a quienes se creen “buenos” porque están convencidos de que sus intenciones de ayudar a los pobres o menos afortunados son correctas, porque en realidad el pueblo les confiere el permiso para que éstos líderes “buenos que se creen mesías” lleguen al poder del gobierno para controlar más y más a las personas hasta el punto que pierdan sus derechos y libertades convirtiéndolas en esclavas del dios-gobierno.


Jesucristo jamás hizo un llamado a despojar a los ricos para cubrir las necesidades de los pobres, ni predicó el discurso de obtener las cosas gratis, antes bien, reafirmó la caridad voluntaria y privada (es decir, no obligada por el gobierno e impartida por éste a los pobres), y enseñó a la gente el valor del trabajo para obtener las cosas dentro del orden establecido por la norma bíblica, y un ejemplo lo leemos en Juan 6, cuando Jesús dio de comer a una gran multitud, pues la distribución del pan motivó a la multitud a querer a hacer rey a Jesús a la fuerza, a querer ponerlo como su rey del bienestar que ellos habían estado deseando, el cual les proveyera alimento gratis siempre, lo cuál es completamente erróneo y por eso Jesús se retiró de ellos.


Cuando una nación pone su fe en el dios–gobierno, espera de éste dios su bienestar, que sea quien le provea seguridad, justicia, alimento, empleo, educación, salud, riqueza, etc. pero desgraciadamente el dios–gobierno nunca ha podido suplir esto porque el dios–gobierno solo puede ser una pésima imitación de un padre, ya que su intención de hacerle el bien al pueblo se convierte en una fuerza destructiva porque termina manteniendo al pueblo en una condición de dependencia hacia él.


¿Dónde dirías tú que México está parado en ésta idolatría hacia el dios–gobierno?


Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo: metamorfosiscultural2016@gmail.com Gracias.

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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.

Referencias:

1) https://www.legadocultural.org/resources/topic/514533871.html





El historiador Herbert Schlossberg en su obra Idols for Destruction, citado en el artículo de GaryDeMar El Estado se ha convertido en el verdadero Dios de nuestra nación, dice lo siguiente:


“Los gobernantes siempre han estado tentados a hacer el papel de padres de sus pueblos…Esto incluye a autoridades eclesiásticas que no comprenden para nada la advertencia de los Evangelios de no llamar a nadie padre en la tierra, porque uno es nuestro Padre, el que está en los cielos (Mateo 23:9). El padre es símbolo no solamente de autoridad, sino también de provisión. “Padre nuestro que estás en los cielos…El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” (Mateo 9:9,11). Mirar al Estado para que provea es un acto de adoración; nosotros esperamos correctamente que el alimento provenga de los padres, y cuando consideramos al Estado como la fuente del sustento físico le estamos rindiendo los honores de idolatría (1).”


¿Qué piensas tú de las palabras de Herbert?, ¿Consideras que la mayoría de los mexicanos están libres en sus pensamientos de considerar al gobierno como su gran proveedor, están libres de conferirle al gobierno un rol de padre?


El proporcionar cosas gratis ha sido un discurso muy socorrido por los líderes políticos en éste país que buscan los votos que los eleven al poder, sencillamente porque a la mayoría de los mexicanos les gustan las cosas gratis: educación gratis, salud gratis, despensas gratis, y todo tipo de ayudas “gratis” proporcionadas por papá gobierno.


Pero recibir cosas gratis crea un lazo de dependencia cruel y destructiva entre quien recibe lo gratis y el que da lo gratis. Y Herbert lo explica de ésta manera:


“Transformar un Estado en un ídolo al cual miramos para todas nuestras necesidades es un crimen. El paternalismo del Estado es el de un progenitor malo que quiere que sus hijos sean dependientes de él para siempre. El progenitor bueno prepara a sus hijos para la independencia, los capacita para que tomen decisiones responsables, sabe que les hace daño cuando no los ayuda a liberarse. El Estado paternal se nutre de la dependencia. Cuando los dependientes se liberan pierde poder. Por tanto, es parásito de las mismas personas a las cuales convierte en parásitos. Así, el Estado y sus dependientes marchan simbióticamente (en una unión estrecha el uno con los otros) hacia la destrucción (bis).”


Por eso es altamente peligroso ese poder que el pueblo entrega a quienes se creen “buenos” porque están convencidos de que sus intenciones de ayudar a los pobres o menos afortunados son correctas, porque en realidad el pueblo les confiere el permiso para que éstos líderes “buenos que se creen mesías” lleguen al poder del gobierno para controlar más y más a las personas hasta el punto que pierdan sus derechos y libertades convirtiéndolas en esclavas del dios-gobierno.


Jesucristo jamás hizo un llamado a despojar a los ricos para cubrir las necesidades de los pobres, ni predicó el discurso de obtener las cosas gratis, antes bien, reafirmó la caridad voluntaria y privada (es decir, no obligada por el gobierno e impartida por éste a los pobres), y enseñó a la gente el valor del trabajo para obtener las cosas dentro del orden establecido por la norma bíblica, y un ejemplo lo leemos en Juan 6, cuando Jesús dio de comer a una gran multitud, pues la distribución del pan motivó a la multitud a querer a hacer rey a Jesús a la fuerza, a querer ponerlo como su rey del bienestar que ellos habían estado deseando, el cual les proveyera alimento gratis siempre, lo cuál es completamente erróneo y por eso Jesús se retiró de ellos.


Cuando una nación pone su fe en el dios–gobierno, espera de éste dios su bienestar, que sea quien le provea seguridad, justicia, alimento, empleo, educación, salud, riqueza, etc. pero desgraciadamente el dios–gobierno nunca ha podido suplir esto porque el dios–gobierno solo puede ser una pésima imitación de un padre, ya que su intención de hacerle el bien al pueblo se convierte en una fuerza destructiva porque termina manteniendo al pueblo en una condición de dependencia hacia él.


¿Dónde dirías tú que México está parado en ésta idolatría hacia el dios–gobierno?


Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo: metamorfosiscultural2016@gmail.com Gracias.

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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.

Referencias:

1) https://www.legadocultural.org/resources/topic/514533871.html