/ sábado 16 de mayo de 2020

INFODEMIA

Cada vez uso menos las redes sociales. Desde muchos meses dejé de colgar fotos personales o de familia y prefiero utilizarlas para asuntos de trabajo o para sondear el ánimo de quienes aún sigo ligado a través de la amistad cibernética.

En estos sesenta días de cuarentena, (sí van dos meses para una enfermedad cuyo ciclo de vida según los científicos es de dos semanas) he comparado las estadísticas diarias y machaconas del virus con aquellas de la violencia nuestra de cada día, que ha pasado a un segundo plano a pesar de que las cifras son mucho más alarmantes. Mi comparación molestó a algunos, por ello me pareció pertinente reproducirla en este espacio.

Según el contagiómetro del Diario AM, que reproduce cifras oficiales, llevamos 841 enfermos contagiados de COVID, de los cuales 529 aún están activos, mientras se han descartado 7.340 casos. Hablamos de un estado con 6 millones de habitantes que sigue paralizado y apenas, gracias a la presión de los gringos y otras ensambladoras extranjeras, prevé iniciar actividades en la industria automotriz ya no esta semana sino el 1 de junio.

A lo largo de la cuarentena se han contabilizado 71 decesos, que suenan poco si consideramos que durante los cuatro primeros meses del año sumamos 1.523 homicidios dolosos, y en lo que va de este mes se contabilizan 167.

No hay “quédate en casa” que valga, a este paso superaremos los 2.834 homicidios dolosos del 2019 sin que a nadie se le haya ocurrido detener por completo las clases y la actividad productiva, o poner anuncios en avionetas con altavoz para exhortarnos a protegernos de las balas. La falta de respuesta como sociedad, con casos aislados que no han logrado sacudir nuestra bovina indiferencia, es, por decirlo de una manera bonita, indignante.

No sé si la entrega de la seguridad pública al Ejército mexicano por el Ejecutivo, en contravía de lo prometido en campaña, traiga algún cambio positivo. Legalizará o normalizará lo que ya vivimos desde hace dos sexenios. Pero, sin cambios estructurales en las instituciones la inercia será la misma: la indolencia sigue ahí.

¿Quién podrá contra el crimen organizado tan enquistado en la trama institucional mexicana? Con la crisis económica que apenas empieza y se desarrollará a lo largo de este año, ¿de dónde creen que volverán a salir recursos para las campañas políticas?

Esta semana jóvenes anónimos invitaban a una fiesta para infectarse de COVID-19 y lograr una supuesta “inmunidad de rebaño”. En su vespertina, San Hugo López-Gatell condenaba esta iniciativa por descabellada y poco científica. Yo añadiría, innecesaria: el rebaño no sólo parece inmune al sentido común, también es insensible.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

Cada vez uso menos las redes sociales. Desde muchos meses dejé de colgar fotos personales o de familia y prefiero utilizarlas para asuntos de trabajo o para sondear el ánimo de quienes aún sigo ligado a través de la amistad cibernética.

En estos sesenta días de cuarentena, (sí van dos meses para una enfermedad cuyo ciclo de vida según los científicos es de dos semanas) he comparado las estadísticas diarias y machaconas del virus con aquellas de la violencia nuestra de cada día, que ha pasado a un segundo plano a pesar de que las cifras son mucho más alarmantes. Mi comparación molestó a algunos, por ello me pareció pertinente reproducirla en este espacio.

Según el contagiómetro del Diario AM, que reproduce cifras oficiales, llevamos 841 enfermos contagiados de COVID, de los cuales 529 aún están activos, mientras se han descartado 7.340 casos. Hablamos de un estado con 6 millones de habitantes que sigue paralizado y apenas, gracias a la presión de los gringos y otras ensambladoras extranjeras, prevé iniciar actividades en la industria automotriz ya no esta semana sino el 1 de junio.

A lo largo de la cuarentena se han contabilizado 71 decesos, que suenan poco si consideramos que durante los cuatro primeros meses del año sumamos 1.523 homicidios dolosos, y en lo que va de este mes se contabilizan 167.

No hay “quédate en casa” que valga, a este paso superaremos los 2.834 homicidios dolosos del 2019 sin que a nadie se le haya ocurrido detener por completo las clases y la actividad productiva, o poner anuncios en avionetas con altavoz para exhortarnos a protegernos de las balas. La falta de respuesta como sociedad, con casos aislados que no han logrado sacudir nuestra bovina indiferencia, es, por decirlo de una manera bonita, indignante.

No sé si la entrega de la seguridad pública al Ejército mexicano por el Ejecutivo, en contravía de lo prometido en campaña, traiga algún cambio positivo. Legalizará o normalizará lo que ya vivimos desde hace dos sexenios. Pero, sin cambios estructurales en las instituciones la inercia será la misma: la indolencia sigue ahí.

¿Quién podrá contra el crimen organizado tan enquistado en la trama institucional mexicana? Con la crisis económica que apenas empieza y se desarrollará a lo largo de este año, ¿de dónde creen que volverán a salir recursos para las campañas políticas?

Esta semana jóvenes anónimos invitaban a una fiesta para infectarse de COVID-19 y lograr una supuesta “inmunidad de rebaño”. En su vespertina, San Hugo López-Gatell condenaba esta iniciativa por descabellada y poco científica. Yo añadiría, innecesaria: el rebaño no sólo parece inmune al sentido común, también es insensible.


Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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