/ sábado 15 de febrero de 2020

Himno de Riego: bicentenario de un himno liberal

En la historia política contemporánea, 1820 fue un año determinante. Con él dio inicio un ciclo revolucionario; en él se estrenó un himno emblemático para la historia de España, pero también entonces España perdió la oportunidad de que el constitucionalismo ganara y se impidiera el desmembramiento de los territorios que integraban la nación hispana.

El 19 de marzo de 1812, las Cortes Generales, reunidas en el oratorio de san Felipe Neri en Cádiz, promulgaron la llamada Constitución Política de la Monarquía Española: uno de los textos fundamentales más importantes y avanzados de todos los tiempos. Sin embargo, esta Carta Magna, la más liberal de su momento, de representatividad transoceánica y cuyo sello quedó plasmado -pese a su efímera e intermitente aplicación- en gran parte de las posteriores constituciones europeas de la época y en la mayoría de las americanas, enfrentó un obstáculo que al final no logró salvar: el poderío real.

En 1814, apenas recuperado el trono hispano, Fernando VII encabezó una ofensiva contra las Cortes Gaditanas y su Constitución: a unas las disolvió y a la otra la derogó, declarando nulos sus actos de dicho órgano y ordenando la detención de los diputados liberales. Era el retorno del absolutismo en pleno, pero era demasiado tarde. Para los grandes sectores de la población anhelantes de democracia, no habría marcha atrás. Solo faltaba la chispa que detonara el incendio y esa chispa se llamó Rafael del Riego y Flórez.

Originario de Asturias, estudió leyes en la Universidad de Oviedo y siguió la carrera militar en la Guardia Real en Madrid. De regreso a su tierra, participó en la División Asturiana hasta que su regimiento fue vencido por las tropas del mariscal Víctor.

Apresado, fue deportado a Francia donde se vinculó a masones y liberales de otros países. A partir de entonces, su destino quedó trazado. Su regreso a España lo condujo en 1817 hacia el Ejército Expedicionario y en 1819 al batallón Asturias, acantonado entonces en Las Cabezas de San Juan, provincia de Sevilla, cuyos mandos -con el asturiano Evaristo Fernández de San Miguel a la cabeza-, organizaban una conspiración contra el régimen monárquico absolutista pero fueron delatados.

Riego asumió entonces la responsabilidad del movimiento y el 1º de enero de 1820 proclamó la Constitución de Cádiz con la arenga: “¡Sí, sí, soldados; la Constitución! ¡Viva la Constitución!”. Su ejemplo fue seguido por una junta militar en La Coruña y en las principales ciudades de la península. Fernando VII (“El felón” por haber traicionado a la Constitución), no tendrá alternativa y el 10 de marzo convoca: “Marchemos francamente y Yo, el primero, por la senda constitucional”.

Riego será aclamado como un patriota: el libertador que sin un tiro logró la conversión constitucional del Rey. Comenzará a partir de entonces la leyenda y, junto con ella, la divulgación desde febrero de 1820 de un himno en su honor: el famoso “Himno de Riego”. Se cree que la letra fue autoría del propio San Miguel y, aunque al paso del tiempo tuvo otras letras populares, de sus estrofas primigenias extraemos el siguiente pasaje: “Serenos y alegres, / valientes y osados, / cantemos soldados, / el himno a la lid.

De nuestros acentos el orbe se admire y en nosotros mire los hijos del Cid. Soldados, la Patria, nos llama a la lid. Juremos por ella: Prefiero vencer o morir. El mundo vio nunca más noble osadía, ni vio nunca un día más grande el valor, que aquel que, inflamados, nos vimos del fuego excitar a Riego de Patria el amor…”. En cambio, se ignora quién fue el compositor de su música, ni siquiera las investigaciones de Asenjo Barbieri y Pedrell lograron identificarlo con certeza.

Vicente Blasco Ibáñez refiere que fue el valenciano José Melchor Gomis, el mismo que compuso la ópera Riego en Sevilla. Adolfo Salazar infiere que pudo serlo el suizo Antonio Hech, José María Sans Puig declara que su origen es anónimo, pero hay también otras fuentes que sostienen pudo realizarla el director de la banda del Regimiento asturiano a cargo de Riego o bien nos aportan otros nombres, pero a la fecha el enigma musical de su autoría subsiste.

Desde entonces, por decreto real (7 de abril de 1822) fue el primer himno nacional de España en el “Trienio liberal” (1820-1823). Durante la “Década ominosa” (1823-1833) fue prohibido, pero las dos Repúblicas (1873-1874 y 1931-1939) lo entonaron y Manuel Azaña lo declaró himno “provisional”.

Entre las letras que desde entonces le fueron dedicadas, una de las más famosas se debe a Marcial Rodríguez, la cual fue cantada durante el exilio español en México en escuelas de enseñanza de los republicanos como el Instituto Luis Vives y el Colegio Madrid.

Hoy Rafael del Riego y su himno rara vez son recordados, pero si algo mantuvo vivo al liberalismo español durante los últimos dos siglos, fue el “Himno de Riego”: la flama ardiente musical del constitucionalismo y republicanismo españoles.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli


En la historia política contemporánea, 1820 fue un año determinante. Con él dio inicio un ciclo revolucionario; en él se estrenó un himno emblemático para la historia de España, pero también entonces España perdió la oportunidad de que el constitucionalismo ganara y se impidiera el desmembramiento de los territorios que integraban la nación hispana.

El 19 de marzo de 1812, las Cortes Generales, reunidas en el oratorio de san Felipe Neri en Cádiz, promulgaron la llamada Constitución Política de la Monarquía Española: uno de los textos fundamentales más importantes y avanzados de todos los tiempos. Sin embargo, esta Carta Magna, la más liberal de su momento, de representatividad transoceánica y cuyo sello quedó plasmado -pese a su efímera e intermitente aplicación- en gran parte de las posteriores constituciones europeas de la época y en la mayoría de las americanas, enfrentó un obstáculo que al final no logró salvar: el poderío real.

En 1814, apenas recuperado el trono hispano, Fernando VII encabezó una ofensiva contra las Cortes Gaditanas y su Constitución: a unas las disolvió y a la otra la derogó, declarando nulos sus actos de dicho órgano y ordenando la detención de los diputados liberales. Era el retorno del absolutismo en pleno, pero era demasiado tarde. Para los grandes sectores de la población anhelantes de democracia, no habría marcha atrás. Solo faltaba la chispa que detonara el incendio y esa chispa se llamó Rafael del Riego y Flórez.

Originario de Asturias, estudió leyes en la Universidad de Oviedo y siguió la carrera militar en la Guardia Real en Madrid. De regreso a su tierra, participó en la División Asturiana hasta que su regimiento fue vencido por las tropas del mariscal Víctor.

Apresado, fue deportado a Francia donde se vinculó a masones y liberales de otros países. A partir de entonces, su destino quedó trazado. Su regreso a España lo condujo en 1817 hacia el Ejército Expedicionario y en 1819 al batallón Asturias, acantonado entonces en Las Cabezas de San Juan, provincia de Sevilla, cuyos mandos -con el asturiano Evaristo Fernández de San Miguel a la cabeza-, organizaban una conspiración contra el régimen monárquico absolutista pero fueron delatados.

Riego asumió entonces la responsabilidad del movimiento y el 1º de enero de 1820 proclamó la Constitución de Cádiz con la arenga: “¡Sí, sí, soldados; la Constitución! ¡Viva la Constitución!”. Su ejemplo fue seguido por una junta militar en La Coruña y en las principales ciudades de la península. Fernando VII (“El felón” por haber traicionado a la Constitución), no tendrá alternativa y el 10 de marzo convoca: “Marchemos francamente y Yo, el primero, por la senda constitucional”.

Riego será aclamado como un patriota: el libertador que sin un tiro logró la conversión constitucional del Rey. Comenzará a partir de entonces la leyenda y, junto con ella, la divulgación desde febrero de 1820 de un himno en su honor: el famoso “Himno de Riego”. Se cree que la letra fue autoría del propio San Miguel y, aunque al paso del tiempo tuvo otras letras populares, de sus estrofas primigenias extraemos el siguiente pasaje: “Serenos y alegres, / valientes y osados, / cantemos soldados, / el himno a la lid.

De nuestros acentos el orbe se admire y en nosotros mire los hijos del Cid. Soldados, la Patria, nos llama a la lid. Juremos por ella: Prefiero vencer o morir. El mundo vio nunca más noble osadía, ni vio nunca un día más grande el valor, que aquel que, inflamados, nos vimos del fuego excitar a Riego de Patria el amor…”. En cambio, se ignora quién fue el compositor de su música, ni siquiera las investigaciones de Asenjo Barbieri y Pedrell lograron identificarlo con certeza.

Vicente Blasco Ibáñez refiere que fue el valenciano José Melchor Gomis, el mismo que compuso la ópera Riego en Sevilla. Adolfo Salazar infiere que pudo serlo el suizo Antonio Hech, José María Sans Puig declara que su origen es anónimo, pero hay también otras fuentes que sostienen pudo realizarla el director de la banda del Regimiento asturiano a cargo de Riego o bien nos aportan otros nombres, pero a la fecha el enigma musical de su autoría subsiste.

Desde entonces, por decreto real (7 de abril de 1822) fue el primer himno nacional de España en el “Trienio liberal” (1820-1823). Durante la “Década ominosa” (1823-1833) fue prohibido, pero las dos Repúblicas (1873-1874 y 1931-1939) lo entonaron y Manuel Azaña lo declaró himno “provisional”.

Entre las letras que desde entonces le fueron dedicadas, una de las más famosas se debe a Marcial Rodríguez, la cual fue cantada durante el exilio español en México en escuelas de enseñanza de los republicanos como el Instituto Luis Vives y el Colegio Madrid.

Hoy Rafael del Riego y su himno rara vez son recordados, pero si algo mantuvo vivo al liberalismo español durante los últimos dos siglos, fue el “Himno de Riego”: la flama ardiente musical del constitucionalismo y republicanismo españoles.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli