/ sábado 19 de diciembre de 2020

El secreto del arte

El arte nació cuando nació el hombre, pero debieron pasar muchos milenios antes de que el ser humano tomara conciencia de él. Los primeros en identificarlo y reflexionar sobre éste, fueron los padres de la cultura occidental: Platón y Aristóteles, lo que marcó con una poderosa carga filosófica a la evolución conceptual del arte. Así, mientras para Platón el arte era por definición y por principio imperfecto, al no poder existir perfección artística más que en el mundo de las ideas, para Aristóteles el arte sí podía aspirar a ser perfecto: todo dependía de la capacidad productora y reproductora de su factor.

Siglos más tarde, Galeno distinguirá entre artes liberales y vulgares. Clasificación que retomará el mundo medieval dando origen, a partir de las liberales, al trivium y al quadrivium, en tanto que las vulgares, más tarde denominadas mecánicas, fueron a su vez subdivididas de acuerdo principalmente a su fin. Fue el caso del teólogo escolástico Raoul de Longchamps, Radulfus Ardens, quien identificó también a siete artes mecánicas: victuaria (para alimentar), lanificaria (para el vestir), architectura (para dar cobijo), suffragatoria (para transportar), medicinaria (para el curar), militaria (para defenderse) y negotiatoria (para el intercambio mercantil.

En el Renacimiento, la teoría del arte florece. El humanista Giannozzo Manetti, emplea un nuevo concepto: “artes ingeniosas”, para aludir a las antiguas artes liberales, incluyendo a las ciencias y excluyendo a la poesía. Leonardo Da Vinci, a su vez, asociará al arte con dos entidades potencialmente creadoras: el artista y la naturaleza, al definir por primera vez qué era un artista: “aquél que es maestro en el arte de la imitación de la naturaleza”. A mediados del siglo XVI, Giovanni Pietro Capriano, a través de su obra De vera poética, introduce como propuesta: “artes nobles”, en un intento por subir de rango a la arquitectura, la pintura y la escultura que hasta entonces eran consideradas artes mecánicas, por ser objeto de nuestros “sentimientos más nobles”.

Ludovico Castelvetro, estudioso de Dante y Petrarca, filólogo a quien debemos haber demostrado que el italiano procede del latín, llamó artes “memoriales” a la pintura, escultura y poesía, por conservar en nuestro recuerdo cosas y hechos. Por su parte, Masiglio Da Ficino, Director de la Academia Platónica de Florencia, concebirá que la música es el fundamento de todas las artes, siendo fuente superior de inspiración de todo creador, orador, poeta, escultor y arquitecto. Supremacía que el lusitano Francisco d’Olanda reconocerá a la pintura, de ahí que introduzca por primera vez el término “boas artes”. Concepto que François Blondel en 1765 utilizará para designar como “bellas artes” a todas las que por su belleza actúan de modo armónico. Al mismo tiempo, Giambattista Vico sugerirá que un mejor concepto es el de artes “agradables” y James Harris, el de “elegantes”. Sin embargo, será con Charles Batteaux con quien se establezca el concepto que hasta hoy pervive y que denomina como “bellas artes” a la música, literatura, danza, arquitectura, escultura y pintura.

De entonces a la fecha, numerosas teorías han sido elaboradas: Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Schopenhauer, Freud, todos los grandes intelectuales contemporáneos han tratado de explicar el sortilegio de lo que es el arte sin que hasta el momento haya un consenso. Unos se han inclinado más hacia el aristotelismo y se han inclinado por comprender al arte en tanto creación de formas. Otros han tratado de ver en el arte un símbolo, como es el caso de Ernst Cassirer y Paul Gadamer, para quien el símbolo del arte es equivalente a la metáfora de la “tablilla del recuerdo”. Kandinsky, por su lado, verá en él a la vía por excelencia del artista para expresar su intención íntima. Otros más, como Witkiewicz, anhelante de trascender las ideas clásica y renacentista de quienes veían en el arte una mera imitación de la naturaleza, sostendrá que el arte posee un aliento metafísico, radicado en cultos y creencias, por ser el espacio humano ideal que permite al hombre (sobre todo a través del teatro) encontrarse con el Misterio de la Existencia. Metafísica en pos de la cual Bergson declarará que así como el artista expone y el arte nos muestra el camino, para hacer metafísica, tenemos que ser un poco científicos y sobre todo un poco artistas.

Como vemos, al paso de las centurias, la búsqueda de poder encontrar un sentido o un significado del arte se vuelve cada vez más intrincado. Tal vez porque el arte está vinculado estrechamente con la cultura y dentro de cada cultura existen múltiples subculturas, lo que le dinamiza en un proceso sin fin. ¿Debemos entonces renunciar a una definición? A una definición universal estoy segura que sí, porque si el arte resuena es con nuestra propia intimidad. De ahí que me quedo con la definición de Benedetto Croce que conocí por mi padre: “el arte es la intuición de una percepción”. A usted, querido lector, corresponde interpretarlo: al hacerlo, conocerá su secreto.


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli

El arte nació cuando nació el hombre, pero debieron pasar muchos milenios antes de que el ser humano tomara conciencia de él. Los primeros en identificarlo y reflexionar sobre éste, fueron los padres de la cultura occidental: Platón y Aristóteles, lo que marcó con una poderosa carga filosófica a la evolución conceptual del arte. Así, mientras para Platón el arte era por definición y por principio imperfecto, al no poder existir perfección artística más que en el mundo de las ideas, para Aristóteles el arte sí podía aspirar a ser perfecto: todo dependía de la capacidad productora y reproductora de su factor.

Siglos más tarde, Galeno distinguirá entre artes liberales y vulgares. Clasificación que retomará el mundo medieval dando origen, a partir de las liberales, al trivium y al quadrivium, en tanto que las vulgares, más tarde denominadas mecánicas, fueron a su vez subdivididas de acuerdo principalmente a su fin. Fue el caso del teólogo escolástico Raoul de Longchamps, Radulfus Ardens, quien identificó también a siete artes mecánicas: victuaria (para alimentar), lanificaria (para el vestir), architectura (para dar cobijo), suffragatoria (para transportar), medicinaria (para el curar), militaria (para defenderse) y negotiatoria (para el intercambio mercantil.

En el Renacimiento, la teoría del arte florece. El humanista Giannozzo Manetti, emplea un nuevo concepto: “artes ingeniosas”, para aludir a las antiguas artes liberales, incluyendo a las ciencias y excluyendo a la poesía. Leonardo Da Vinci, a su vez, asociará al arte con dos entidades potencialmente creadoras: el artista y la naturaleza, al definir por primera vez qué era un artista: “aquél que es maestro en el arte de la imitación de la naturaleza”. A mediados del siglo XVI, Giovanni Pietro Capriano, a través de su obra De vera poética, introduce como propuesta: “artes nobles”, en un intento por subir de rango a la arquitectura, la pintura y la escultura que hasta entonces eran consideradas artes mecánicas, por ser objeto de nuestros “sentimientos más nobles”.

Ludovico Castelvetro, estudioso de Dante y Petrarca, filólogo a quien debemos haber demostrado que el italiano procede del latín, llamó artes “memoriales” a la pintura, escultura y poesía, por conservar en nuestro recuerdo cosas y hechos. Por su parte, Masiglio Da Ficino, Director de la Academia Platónica de Florencia, concebirá que la música es el fundamento de todas las artes, siendo fuente superior de inspiración de todo creador, orador, poeta, escultor y arquitecto. Supremacía que el lusitano Francisco d’Olanda reconocerá a la pintura, de ahí que introduzca por primera vez el término “boas artes”. Concepto que François Blondel en 1765 utilizará para designar como “bellas artes” a todas las que por su belleza actúan de modo armónico. Al mismo tiempo, Giambattista Vico sugerirá que un mejor concepto es el de artes “agradables” y James Harris, el de “elegantes”. Sin embargo, será con Charles Batteaux con quien se establezca el concepto que hasta hoy pervive y que denomina como “bellas artes” a la música, literatura, danza, arquitectura, escultura y pintura.

De entonces a la fecha, numerosas teorías han sido elaboradas: Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Schopenhauer, Freud, todos los grandes intelectuales contemporáneos han tratado de explicar el sortilegio de lo que es el arte sin que hasta el momento haya un consenso. Unos se han inclinado más hacia el aristotelismo y se han inclinado por comprender al arte en tanto creación de formas. Otros han tratado de ver en el arte un símbolo, como es el caso de Ernst Cassirer y Paul Gadamer, para quien el símbolo del arte es equivalente a la metáfora de la “tablilla del recuerdo”. Kandinsky, por su lado, verá en él a la vía por excelencia del artista para expresar su intención íntima. Otros más, como Witkiewicz, anhelante de trascender las ideas clásica y renacentista de quienes veían en el arte una mera imitación de la naturaleza, sostendrá que el arte posee un aliento metafísico, radicado en cultos y creencias, por ser el espacio humano ideal que permite al hombre (sobre todo a través del teatro) encontrarse con el Misterio de la Existencia. Metafísica en pos de la cual Bergson declarará que así como el artista expone y el arte nos muestra el camino, para hacer metafísica, tenemos que ser un poco científicos y sobre todo un poco artistas.

Como vemos, al paso de las centurias, la búsqueda de poder encontrar un sentido o un significado del arte se vuelve cada vez más intrincado. Tal vez porque el arte está vinculado estrechamente con la cultura y dentro de cada cultura existen múltiples subculturas, lo que le dinamiza en un proceso sin fin. ¿Debemos entonces renunciar a una definición? A una definición universal estoy segura que sí, porque si el arte resuena es con nuestra propia intimidad. De ahí que me quedo con la definición de Benedetto Croce que conocí por mi padre: “el arte es la intuición de una percepción”. A usted, querido lector, corresponde interpretarlo: al hacerlo, conocerá su secreto.


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli