/ sábado 17 de octubre de 2020

El error de fijarnos sólo en la forma y no en el fundamento

Se ha escrito que los intereses de la mayoría no necesariamente son los del bien común, por ejemplo, la mayoría puede estar a favor de redefinir la familia en su sociedad, pero eso no hace que esa mayoría esté en lo correcto y que su redefinición de familia sea para el bien común, pues la historia habla que aquellas civilizaciones que declaran la guerra a la institución tradicional de la familia, atentan contra su propia existencia, y por lo tanto, atentan contra su propio bien común.

Esta es una de las grandes razones por las cuales el gobierno de las mayorías llamado democracia es tan peligroso, pues el deseo de las mayorías no siempre es igual a bueno, no obstante, esta forma de gobierno sigue siendo popular hoy en día.

Por otro lado, tenemos la forma de gobierno llamada república que a diferencia de la democracia reconoce que el bien de una comunidad depende de más cosas que sólo los deseos de la mayoría, es decir, la república reconoce que hay aspectos inamovibles para el bien común que no pueden dejarse al capricho de la mayoría.

Por ejemplo, en la antigua Atenas democrática, las decisiones tomadas en su asamblea por el voto de la mayoría eran consideradas absolutas, negando así cualquier otra autoridad superior, ni siquiera estaban atados a precedentes de enseñanzas pasadas que les podrían haber evitado cometer los mismos errores pasados, y les podrían haber ayudado a escapar de su decadencia. Porque sencillamente no tenían ninguna autoridad superior para verificar sus juicios.

Por eso no es de extrañar que el político J. Madison señalara de las democracias lo siguiente: “El gobierno de las mayorías impone espectáculos de turbulencia y contienda; alguna vez se ha encontrado incompatible con la seguridad personal o los derechos de propiedad, y en general han sido tan breves en sus vidas como violentos en sus muertes.”

Así que no resulta raro que hasta principios del siglo XIX, las naciones europeas y sus líderes veían a las repúblicas de la antigua Esparta y Roma, y no a la Atenas democrática, como modelos a imitar. La razón es sencilla, porque un gobierno del tipo republicano puede mitigar de alguna manera estas dificultades propias de las democracias, porque si bien la república es literalmente “una cosa del pueblo”, no es una “cosa de muchos”, ya que pretende reunir leyes adecuadas para todos en una constitución que gobierne a todos con la intención de escapar del caos que generan las democracias, las cuales no pueden establecer leyes ni instituciones permanentes por dejarlas sujetas al deseo cambiante de las mayorías.

Lo interesante con todo esto es, que nos revela que los hombres siempre han buscado cuál será la mejor forma de gobierno que los lleve al éxito. Sin embargo, ya sea una forma de gobierno democrático, o una forma de gobierno republicano, o una mezcla de ambos, o una mezcla de ambos mezclados con otras formas, la realidad es que necesitamos comprender en qué hemos fallado.

Pues si se trata sólo de prestar atención a la forma de gobierno (es decir, no que no sea importante la forma, pero si se tratara “sólo” de eso) para tener éxito, desde cuando en México ya lo habríamos experimentado, pues se dice que tenemos una forma de gobierno republicano representativo, democrático y federal.

Ahora, si también nos fijamos en la forma de gobierno que tiene el vecino país del norte, de éste se dice que tiene un gobierno republicano federal constitucional, sin embargo, tampoco vemos que en la actualidad sean un país exitoso.

Pero, a diferencia de México, éste país del norte llamado EUA. tiene un pasado que nos revela que sí lograron un gran éxito en el pasado en muy corto tiempo, pero no fue sólo por la forma de gobierno que diseñaron para sí mismos, fue por el fundamento sobre el que edificaron esa forma de gobierno, un fundamento enraizado en la ley de la ética bíblica en el corazón de su gente y en el corazón de sus iglesias, algo que han perdido últimamente para centrarse sólo en la forma de gobierno, y esto los ha llevado a la cuerda floja donde se encuentran parados actualmente.

México nunca ha tenido ese tipo de fundamento. Hace poco más de 200 años de nacer como país independiente, México buscó imitar la forma de gobierno norteamericano, pero nunca se percató que su éxito no se debió únicamente a la forma que eligieron, sino al fundamento sobre el cual lo edificaron. ¿Querremos seguir ignorando ésta importante lección de la historia, o miraremos con ojo crítico su enseñanza para poder girar el timón de éste país hacia mejores horizontes?

Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo: metamorfosiscultural2016@gmail.com Gracias.

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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.



Se ha escrito que los intereses de la mayoría no necesariamente son los del bien común, por ejemplo, la mayoría puede estar a favor de redefinir la familia en su sociedad, pero eso no hace que esa mayoría esté en lo correcto y que su redefinición de familia sea para el bien común, pues la historia habla que aquellas civilizaciones que declaran la guerra a la institución tradicional de la familia, atentan contra su propia existencia, y por lo tanto, atentan contra su propio bien común.

Esta es una de las grandes razones por las cuales el gobierno de las mayorías llamado democracia es tan peligroso, pues el deseo de las mayorías no siempre es igual a bueno, no obstante, esta forma de gobierno sigue siendo popular hoy en día.

Por otro lado, tenemos la forma de gobierno llamada república que a diferencia de la democracia reconoce que el bien de una comunidad depende de más cosas que sólo los deseos de la mayoría, es decir, la república reconoce que hay aspectos inamovibles para el bien común que no pueden dejarse al capricho de la mayoría.

Por ejemplo, en la antigua Atenas democrática, las decisiones tomadas en su asamblea por el voto de la mayoría eran consideradas absolutas, negando así cualquier otra autoridad superior, ni siquiera estaban atados a precedentes de enseñanzas pasadas que les podrían haber evitado cometer los mismos errores pasados, y les podrían haber ayudado a escapar de su decadencia. Porque sencillamente no tenían ninguna autoridad superior para verificar sus juicios.

Por eso no es de extrañar que el político J. Madison señalara de las democracias lo siguiente: “El gobierno de las mayorías impone espectáculos de turbulencia y contienda; alguna vez se ha encontrado incompatible con la seguridad personal o los derechos de propiedad, y en general han sido tan breves en sus vidas como violentos en sus muertes.”

Así que no resulta raro que hasta principios del siglo XIX, las naciones europeas y sus líderes veían a las repúblicas de la antigua Esparta y Roma, y no a la Atenas democrática, como modelos a imitar. La razón es sencilla, porque un gobierno del tipo republicano puede mitigar de alguna manera estas dificultades propias de las democracias, porque si bien la república es literalmente “una cosa del pueblo”, no es una “cosa de muchos”, ya que pretende reunir leyes adecuadas para todos en una constitución que gobierne a todos con la intención de escapar del caos que generan las democracias, las cuales no pueden establecer leyes ni instituciones permanentes por dejarlas sujetas al deseo cambiante de las mayorías.

Lo interesante con todo esto es, que nos revela que los hombres siempre han buscado cuál será la mejor forma de gobierno que los lleve al éxito. Sin embargo, ya sea una forma de gobierno democrático, o una forma de gobierno republicano, o una mezcla de ambos, o una mezcla de ambos mezclados con otras formas, la realidad es que necesitamos comprender en qué hemos fallado.

Pues si se trata sólo de prestar atención a la forma de gobierno (es decir, no que no sea importante la forma, pero si se tratara “sólo” de eso) para tener éxito, desde cuando en México ya lo habríamos experimentado, pues se dice que tenemos una forma de gobierno republicano representativo, democrático y federal.

Ahora, si también nos fijamos en la forma de gobierno que tiene el vecino país del norte, de éste se dice que tiene un gobierno republicano federal constitucional, sin embargo, tampoco vemos que en la actualidad sean un país exitoso.

Pero, a diferencia de México, éste país del norte llamado EUA. tiene un pasado que nos revela que sí lograron un gran éxito en el pasado en muy corto tiempo, pero no fue sólo por la forma de gobierno que diseñaron para sí mismos, fue por el fundamento sobre el que edificaron esa forma de gobierno, un fundamento enraizado en la ley de la ética bíblica en el corazón de su gente y en el corazón de sus iglesias, algo que han perdido últimamente para centrarse sólo en la forma de gobierno, y esto los ha llevado a la cuerda floja donde se encuentran parados actualmente.

México nunca ha tenido ese tipo de fundamento. Hace poco más de 200 años de nacer como país independiente, México buscó imitar la forma de gobierno norteamericano, pero nunca se percató que su éxito no se debió únicamente a la forma que eligieron, sino al fundamento sobre el cual lo edificaron. ¿Querremos seguir ignorando ésta importante lección de la historia, o miraremos con ojo crítico su enseñanza para poder girar el timón de éste país hacia mejores horizontes?

Favor de enviar todo comentario a los siguientes sitios sociales, blog: metamorfosiscultural.wordpress.com; facebook, twitter, YouTube: Metamorfosis Cultural ó si deseas comentar más ampliamente puedes hacerlo al correo: metamorfosiscultural2016@gmail.com Gracias.

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Artículo escrito por: Alejandra Pimentel Sánchez. Licenciada en Ciencias de la Familia.