/ lunes 15 de junio de 2020

DON SOCORRITO

Don Socorrito fue un hombre trabajador, fuerte de carácter, bueno y lector incansable de la Biblia. Fue hijo del matrimonio formado por José Soto y Ramona Figueroa. Nacido el 10 de enero de 1980 en Pueblo Nuevo, Guanajuato; a temprana edad quedó huérfano de padre y madre, por lo que se hizo cargo de sus hermanos: Ma. de Jesús, Manuel, Leobardo y Rosario. Ese suceso lo marcó profundamente, tuvo que laborar muy duro en el campo como adulto, siendo aún pequeño. De su primer matrimonio tuvo cinco hijas: María, Luz, Coco, Chabelita y Cucuy, de las cuales, cuatro fueron maestras de grupo y con el paso del tiempo, directoras de escuela. Al fallecer su primera esposa, contrajo segundas nupcias con una jovencita llamada Juana Martínez Rivera con la que procreó siete hijos: Gonzalo, Teresa, David, Ezequiel, Daniel, Ana María e Idalia.

La orfandad, la falta de escuelas, así como la escasez de recursos, poco tiempo asistió a la primaria elemental. Gracias a la urgencia de conocimientos y a su inteligencia pronto aprendió a leer, escribir, hacer cuentas y tocar mandolina. Fue obrero de la fábrica de cigarros El Águila; se dedicó también al comercio, hacía y vendía amplificaciones fotográficas y administró un negocio en donde aprendió carpintería, plomería, electricidad y contabilidad. En los últimos años de su vida fue corresponsal en Irapuato del Banco Popular de Edificación y Ahorros con sede en Monterrey, Nuevo León. Don Socorrito, además de trabajador, le gustaba ahorrar. Compró una casa en la calle Vallarta a unas cuadras del centro de la ciudad de Irapuato, dando así seguridad y tranquilidad a su familia. Tuvo muchos amigos que lo querían, lo respetaban y lo buscaban para pedirle consejos; ¡era un cofre de sabiduría! En su época, los estudios por correspondencia eran apreciados, con ese sistema logró ser maestro de Teología.

El 2 de febrero de 1980, le festejamos el 90 aniversario de su natalicio en el Centro Social y Balneario El Paraíso, propiedad de nuestro amigo, don Maurilio Martín. Al convivio asistieron 12 hijos, 51 nietos y 8 bisnietos. Fue una cálida reunión en la que intercambiamos, recuerdos, anécdotas y sueños. Recuerdo muy bien, que estaba de moda la melodía titulada Amigo, interpretaba por Roberto Carlos, al escuchar las primeras notas en el convivio, todos cantamos: “Tú eres mi hermano del alma, realmente el amigo/ Que en todo camino y jornada está siempre conmigo/ Aunque eres un hombre,/ aún tienes alma de niño/ Aquel que me da su amistad y cariño”. La cantamos una vez, otra y otra… ¡Qué momentos inolvidables!

José Socorro Soto Figueroa -don Socorrito- fue mi padre, mi maestro y mi héroe, porque despertó mi gusto por la lectura, que tantos beneficios ha traído a mi vida personal y profesional; y en este confinamiento por la terrible pandemia del coronavirus, su ejemplo y palabras me han hecho fuerte para salir adelante, con mi familia. ¡Gracias, muchas gracias padre mío!.

Don Socorrito fue un hombre trabajador, fuerte de carácter, bueno y lector incansable de la Biblia. Fue hijo del matrimonio formado por José Soto y Ramona Figueroa. Nacido el 10 de enero de 1980 en Pueblo Nuevo, Guanajuato; a temprana edad quedó huérfano de padre y madre, por lo que se hizo cargo de sus hermanos: Ma. de Jesús, Manuel, Leobardo y Rosario. Ese suceso lo marcó profundamente, tuvo que laborar muy duro en el campo como adulto, siendo aún pequeño. De su primer matrimonio tuvo cinco hijas: María, Luz, Coco, Chabelita y Cucuy, de las cuales, cuatro fueron maestras de grupo y con el paso del tiempo, directoras de escuela. Al fallecer su primera esposa, contrajo segundas nupcias con una jovencita llamada Juana Martínez Rivera con la que procreó siete hijos: Gonzalo, Teresa, David, Ezequiel, Daniel, Ana María e Idalia.

La orfandad, la falta de escuelas, así como la escasez de recursos, poco tiempo asistió a la primaria elemental. Gracias a la urgencia de conocimientos y a su inteligencia pronto aprendió a leer, escribir, hacer cuentas y tocar mandolina. Fue obrero de la fábrica de cigarros El Águila; se dedicó también al comercio, hacía y vendía amplificaciones fotográficas y administró un negocio en donde aprendió carpintería, plomería, electricidad y contabilidad. En los últimos años de su vida fue corresponsal en Irapuato del Banco Popular de Edificación y Ahorros con sede en Monterrey, Nuevo León. Don Socorrito, además de trabajador, le gustaba ahorrar. Compró una casa en la calle Vallarta a unas cuadras del centro de la ciudad de Irapuato, dando así seguridad y tranquilidad a su familia. Tuvo muchos amigos que lo querían, lo respetaban y lo buscaban para pedirle consejos; ¡era un cofre de sabiduría! En su época, los estudios por correspondencia eran apreciados, con ese sistema logró ser maestro de Teología.

El 2 de febrero de 1980, le festejamos el 90 aniversario de su natalicio en el Centro Social y Balneario El Paraíso, propiedad de nuestro amigo, don Maurilio Martín. Al convivio asistieron 12 hijos, 51 nietos y 8 bisnietos. Fue una cálida reunión en la que intercambiamos, recuerdos, anécdotas y sueños. Recuerdo muy bien, que estaba de moda la melodía titulada Amigo, interpretaba por Roberto Carlos, al escuchar las primeras notas en el convivio, todos cantamos: “Tú eres mi hermano del alma, realmente el amigo/ Que en todo camino y jornada está siempre conmigo/ Aunque eres un hombre,/ aún tienes alma de niño/ Aquel que me da su amistad y cariño”. La cantamos una vez, otra y otra… ¡Qué momentos inolvidables!

José Socorro Soto Figueroa -don Socorrito- fue mi padre, mi maestro y mi héroe, porque despertó mi gusto por la lectura, que tantos beneficios ha traído a mi vida personal y profesional; y en este confinamiento por la terrible pandemia del coronavirus, su ejemplo y palabras me han hecho fuerte para salir adelante, con mi familia. ¡Gracias, muchas gracias padre mío!.