/ viernes 1 de julio de 2022

Cuando la muerte es la única moneda de cambio para los migrantes

La migración indocumentada es un viaje que, tristemente, no siempre tiene retorno. El hecho ocurrido en San Antonio, Texas, en el que 53 migrantes (cifra oficial dada al momento de escribir estas líneas) perecieron en el interior de un remolque de un camión abandonado es aterrador. “Uno no viene a trabajar esperando abrir la puerta de un tráiler y toparse con una pila de personas muertas”, comentó en rueda de prensa Charles Hood, jefe de bomberos de la ciudad.

Además, Hood informó que las personas atrapadas en el remolque no tenían ventilación y, sumado a la intensa ola de calor que se ha registrado en los últimos días en San Antonio con hasta 46 grados de temperatura, son los motivos que provocaron esta tragedia sin precedentes.

La muerte de estos 53 migrantes fue por asfixia y falta de agua, aunque, por lo que se sabe, fueron abandonados a su suerte por presuntos contrabandistas de personas. La desaparición y muerte de migrantes son parte del drama que a diario vemos en los principales noticieros y en las primeras planas de los periódicos nacionales e internacionales.

Tristemente, estas historias son cada vez más constantes y visibles. En uno de mis artículos mencioné que las personas abandonan sus países por varias causas, incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia … inseguridad. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren riesgos muy graves como agresiones, extorsiones y secuestros, su traslado se convierte en una terrible odisea.

En este sentido, los datos sobre las muertes de migrantes en nuestra frontera con Estados Unidos son lapidarios. Según la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno Federal de México (SRE), de 2019 a 2021 han muerto en la frontera 1 mil 478 mexicanos de los cuales, desafortunadamente, 308 eran menores de edad.

Así mismo, según la SRE el estado de la Unión Americana donde se registra el mayor número de decesos es precisamente Texas, el cual en 2021 registró 293 personas fallecidas (100% más en comparación con 2020). Le siguen Arizona con 289 decesos y California con 137 (300% más respecto al año previo). Por otra parte, las principales causas de muerte de personas que intentan cruzar la frontera son: Deshidratación con 42%, ahogamiento con 30% y accidente con 25%.

Si a estos datos le sumamos que, según el Centro de Información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, en el 2021 se presentó un incremento del 200% en el número de detenciones (casi dos millones), podemos darnos cuenta de la magnitud que ha tomado la movilización ilegal de personas en nuestra frontera con la Unión Americana.

“La horrible y trágica muerte de al menos 50 seres humanos en San Antonio, es resultado de leyes migratorias rotas y disfuncionales, y subraya el imperativo de la Declaración sobre Migración de la Cumbre de las Américas para ofrecer una migración segura, ordenada, humana y legal”, escribió en sus redes sociales el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar.

Quizá Ken tenga razón y esta tragedia mueva mucho más que los corazones de las familias dolientes y tienda sobre la mesa motivos suficientes para lograr acuerdos gubernamentales que aminoren la migración ilegal y pasemos, de una vez por todas, a una época histórica en la que se integre de manera paulatina y ordenada a los migrantes en los países de destino. Pero, entre tanto, el dolor de quienes han perdido a un familiar en un río, una montaña, en el desierto o en un remolque de un camión abandonado es muy profundo y tal vez nunca sane del todo.

El acompañamiento en las gestiones necesarias a las familias afectadas es lo mínimo que podemos hacer para sumarnos y comprender, aunque sea un poco, la ausencia que dejaron en sus hogares quienes se fueron con sueños de mejorar su vida y que ya no lo harán.

Mientras escribo estas líneas en el vuelo rumbo a San Antonio (para cumplir con las instrucciones de nuestro Gobernador Diego Sinhue de brindar todo el apoyo a las familias de las víctimas de nuestra entidad), llevo el luto como guanajuatense, mexicano y como ser humano. Pero, sobre todo, no dejo de pensar que seguramente en estos momentos, mientras el lector lee este artículo, la vida sea la única moneda de cambio que tengan muchos de los migrantes que ahora mismo intentan cruzar de manera ilegal alguna frontera con apenas unos sueños en los bolsillos. Amigo, migrante, piénsalo bien, no te arriesgues.

La migración indocumentada es un viaje que, tristemente, no siempre tiene retorno. El hecho ocurrido en San Antonio, Texas, en el que 53 migrantes (cifra oficial dada al momento de escribir estas líneas) perecieron en el interior de un remolque de un camión abandonado es aterrador. “Uno no viene a trabajar esperando abrir la puerta de un tráiler y toparse con una pila de personas muertas”, comentó en rueda de prensa Charles Hood, jefe de bomberos de la ciudad.

Además, Hood informó que las personas atrapadas en el remolque no tenían ventilación y, sumado a la intensa ola de calor que se ha registrado en los últimos días en San Antonio con hasta 46 grados de temperatura, son los motivos que provocaron esta tragedia sin precedentes.

La muerte de estos 53 migrantes fue por asfixia y falta de agua, aunque, por lo que se sabe, fueron abandonados a su suerte por presuntos contrabandistas de personas. La desaparición y muerte de migrantes son parte del drama que a diario vemos en los principales noticieros y en las primeras planas de los periódicos nacionales e internacionales.

Tristemente, estas historias son cada vez más constantes y visibles. En uno de mis artículos mencioné que las personas abandonan sus países por varias causas, incluyendo la falta de oportunidades, golpes de estado, catástrofes naturales, violencia … inseguridad. Y si a eso le sumamos que durante su movilización sufren riesgos muy graves como agresiones, extorsiones y secuestros, su traslado se convierte en una terrible odisea.

En este sentido, los datos sobre las muertes de migrantes en nuestra frontera con Estados Unidos son lapidarios. Según la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno Federal de México (SRE), de 2019 a 2021 han muerto en la frontera 1 mil 478 mexicanos de los cuales, desafortunadamente, 308 eran menores de edad.

Así mismo, según la SRE el estado de la Unión Americana donde se registra el mayor número de decesos es precisamente Texas, el cual en 2021 registró 293 personas fallecidas (100% más en comparación con 2020). Le siguen Arizona con 289 decesos y California con 137 (300% más respecto al año previo). Por otra parte, las principales causas de muerte de personas que intentan cruzar la frontera son: Deshidratación con 42%, ahogamiento con 30% y accidente con 25%.

Si a estos datos le sumamos que, según el Centro de Información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, en el 2021 se presentó un incremento del 200% en el número de detenciones (casi dos millones), podemos darnos cuenta de la magnitud que ha tomado la movilización ilegal de personas en nuestra frontera con la Unión Americana.

“La horrible y trágica muerte de al menos 50 seres humanos en San Antonio, es resultado de leyes migratorias rotas y disfuncionales, y subraya el imperativo de la Declaración sobre Migración de la Cumbre de las Américas para ofrecer una migración segura, ordenada, humana y legal”, escribió en sus redes sociales el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar.

Quizá Ken tenga razón y esta tragedia mueva mucho más que los corazones de las familias dolientes y tienda sobre la mesa motivos suficientes para lograr acuerdos gubernamentales que aminoren la migración ilegal y pasemos, de una vez por todas, a una época histórica en la que se integre de manera paulatina y ordenada a los migrantes en los países de destino. Pero, entre tanto, el dolor de quienes han perdido a un familiar en un río, una montaña, en el desierto o en un remolque de un camión abandonado es muy profundo y tal vez nunca sane del todo.

El acompañamiento en las gestiones necesarias a las familias afectadas es lo mínimo que podemos hacer para sumarnos y comprender, aunque sea un poco, la ausencia que dejaron en sus hogares quienes se fueron con sueños de mejorar su vida y que ya no lo harán.

Mientras escribo estas líneas en el vuelo rumbo a San Antonio (para cumplir con las instrucciones de nuestro Gobernador Diego Sinhue de brindar todo el apoyo a las familias de las víctimas de nuestra entidad), llevo el luto como guanajuatense, mexicano y como ser humano. Pero, sobre todo, no dejo de pensar que seguramente en estos momentos, mientras el lector lee este artículo, la vida sea la única moneda de cambio que tengan muchos de los migrantes que ahora mismo intentan cruzar de manera ilegal alguna frontera con apenas unos sueños en los bolsillos. Amigo, migrante, piénsalo bien, no te arriesgues.