/ domingo 21 de octubre de 2018

CARPE DIEM

CONSULTAS

Lic. Francisco Sunderland Álvarez


De siempre, de todos los tiempos, la fuerza ha sentado su imperio en el reino de la naturaleza. El pez grande, devora al menor; Caín, se deshace de Abel; el Imperio Romano, conquista la mayor parte del “mundo” conocido en ese entonces; José Stalin, masacró a gran parte del pueblo ruso/soviético (“Sinfonía en Rojo Mayor” de José Standovski) y el brazo de Stalin le alcanzó para eliminar a León Trostsky en México y, como estos, muchos otros ejemplos denigrantes de lesa humanidad.

No sorprende que cuando hay algún disturbio y llega la policía, los ánimos se apaciguan pero, si se enardecen, llegan los granaderos y, si la gresca continúa, aparece el ejército y así sucesivamente. Bueno, hasta los protectores de los delincuentes, los derechos humanos y que raramente lo hacen por los humanos derechos, se quedan calladitos.

Abrir una consulta pública respecto un tema de alta especialidad técnica como lo es la terminación de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, es un acto que llama la atención, sea o no democrático (que bajo la óptica de no pocas personas, es un acto visceral y financiero), sino porque, como vulgarmente se dice, una encuesta de tal naturaleza, equivale a poner la Iglesia en manos de Lutero (ojo, nada que ver contra los Luteranos, simplemente aludo a un refrán popular).

Vamos, ese asunto no solo les atañe a los habitantes de las zonas cercanas al aeropuerto actual y el que está en construcción, sino a todo México. Y el punto medular son los intereses ocultos, personales y, sobre todo, económicos, por lo que, al carecer de elementos sólidos (no económicos sino técnicos y de alta experiencia) se busca que la decisión sea “abierta y popular”, dándosele así un baño de “Juan Pueblo” para que éste sea “quien decida” y se pueda decir: “vox populi vox Dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios; el pueblo nunca se equivoca, etc.).

Seguramente el endoso a la sabiduría popular recaerá en un “Juan Pueblo”, que ha de tener insospechados conocimientos sobre aeronáutica, transportación aérea, seguridad aeroportuaria y que extiende sus sesudos conocimientos a la física quántica, presiones atmosféricas en el espacio, etc.

Independientemente de cómo se presente la encuesta, porque creo que esto ya está decidido y solo se quiere popularizar la decisión, se considera que es muy prudente considerar la suspensión de la obra en tanto personas que realmente tengan firmes conocimientos sobre la materia, seguridad, tránsito aéreo, pilotos aviadores, controladores aéreos, etc., y, por supuesto, sin desatender los aspectos ambientalistas, financieros, aporten su leal saber y entender para que se les escuche, atienda y comprenda y luego se decida.

Seguramente, la mayoría de los que realmente si saben, estarán dispuestos a extender sus opiniones y puntos de vista con fundamentos reales, prácticos y no solo viscerales y financieros, ¿por qué no convocarlos?

De otra manera, es de imaginarse las preguntas de la mentada “encuesta”: A.- ¿Está usted en contra de que sigan adelante las obras del nuevo aeropuerto? B.- ¿Está usted muy en contra de que sigan adelante las obras del nuevo aeropuerto? C.- ¿Está usted a favor de que se pongan dos pistas de despegue-aterrizaje en otro aeropuerto cercano a la CDMX? ¿Está usted muy a favor de que pongan dos pistas de despegue-aterrizaje en otro aeropuerto cercano a la CDMX?

Se sabe que es preciso que la encuesta sea sencilla, de fácil comprensión y breve, muy breve para que la pueda entender y contestar sin lugar a duda alguna “Juan Pueblo”. Ante este pueblo que nunca se equivoca, tal vez sea oportuno recordar a otra parte del pueblo lo dicho por Oscar Wilde (1854-1900) dramaturgo y novelista irlandés: “Sólo podemos dar valor a una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda, por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor.” ¿Quiénes irán a votar?

Sin embargo, si es que el gobierno le va a endosar al pueblo y no a su representante tan vital decisión, valdría meditar sobre una breve encuesta popular que, puedo asegurar, todo “Juan Pueblo” contestaría muy gustoso porque sería para beneficio común y se aplaudiría a rabiar pero, sobre todo, sería factible.

Dicha encuesta sería: ¿Está usted de acuerdo en que bajen los precios de la gasolina, del gas, de los hidrocarburos, de la tortilla, de la ropa, de los útiles escolares quitando algunos impuestos? ¿Está usted de acuerdo en que todo el dinero del pueblo que ha sido vilmente robado, sea regresado al país para bien del pueblo? ¿Está usted de acuerdo en que a esos ladrones se les juzgue con todas las de la ley? ¿Apoyaría que se regrese al texto del artículo 22 de la Constitución de 1917? ¿Está usted dispuesto a respaldar al gobierno para que haga lo necesario y logre lo anterior?

¿Cuál creen ustedes, apreciables lectores, que sería la encuesta en que todos haríamos fila, el tiempo que fuera necesario, para contestarla? Y no se requerirían mapaches ni se andaría gritando “encuesta por encuesta; voto, por voto; casilla por casilla”. ¡¡Vaya plebiscito!! ¡¡Este sí!!

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.



CONSULTAS

Lic. Francisco Sunderland Álvarez


De siempre, de todos los tiempos, la fuerza ha sentado su imperio en el reino de la naturaleza. El pez grande, devora al menor; Caín, se deshace de Abel; el Imperio Romano, conquista la mayor parte del “mundo” conocido en ese entonces; José Stalin, masacró a gran parte del pueblo ruso/soviético (“Sinfonía en Rojo Mayor” de José Standovski) y el brazo de Stalin le alcanzó para eliminar a León Trostsky en México y, como estos, muchos otros ejemplos denigrantes de lesa humanidad.

No sorprende que cuando hay algún disturbio y llega la policía, los ánimos se apaciguan pero, si se enardecen, llegan los granaderos y, si la gresca continúa, aparece el ejército y así sucesivamente. Bueno, hasta los protectores de los delincuentes, los derechos humanos y que raramente lo hacen por los humanos derechos, se quedan calladitos.

Abrir una consulta pública respecto un tema de alta especialidad técnica como lo es la terminación de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, es un acto que llama la atención, sea o no democrático (que bajo la óptica de no pocas personas, es un acto visceral y financiero), sino porque, como vulgarmente se dice, una encuesta de tal naturaleza, equivale a poner la Iglesia en manos de Lutero (ojo, nada que ver contra los Luteranos, simplemente aludo a un refrán popular).

Vamos, ese asunto no solo les atañe a los habitantes de las zonas cercanas al aeropuerto actual y el que está en construcción, sino a todo México. Y el punto medular son los intereses ocultos, personales y, sobre todo, económicos, por lo que, al carecer de elementos sólidos (no económicos sino técnicos y de alta experiencia) se busca que la decisión sea “abierta y popular”, dándosele así un baño de “Juan Pueblo” para que éste sea “quien decida” y se pueda decir: “vox populi vox Dei” (la voz del pueblo es la voz de Dios; el pueblo nunca se equivoca, etc.).

Seguramente el endoso a la sabiduría popular recaerá en un “Juan Pueblo”, que ha de tener insospechados conocimientos sobre aeronáutica, transportación aérea, seguridad aeroportuaria y que extiende sus sesudos conocimientos a la física quántica, presiones atmosféricas en el espacio, etc.

Independientemente de cómo se presente la encuesta, porque creo que esto ya está decidido y solo se quiere popularizar la decisión, se considera que es muy prudente considerar la suspensión de la obra en tanto personas que realmente tengan firmes conocimientos sobre la materia, seguridad, tránsito aéreo, pilotos aviadores, controladores aéreos, etc., y, por supuesto, sin desatender los aspectos ambientalistas, financieros, aporten su leal saber y entender para que se les escuche, atienda y comprenda y luego se decida.

Seguramente, la mayoría de los que realmente si saben, estarán dispuestos a extender sus opiniones y puntos de vista con fundamentos reales, prácticos y no solo viscerales y financieros, ¿por qué no convocarlos?

De otra manera, es de imaginarse las preguntas de la mentada “encuesta”: A.- ¿Está usted en contra de que sigan adelante las obras del nuevo aeropuerto? B.- ¿Está usted muy en contra de que sigan adelante las obras del nuevo aeropuerto? C.- ¿Está usted a favor de que se pongan dos pistas de despegue-aterrizaje en otro aeropuerto cercano a la CDMX? ¿Está usted muy a favor de que pongan dos pistas de despegue-aterrizaje en otro aeropuerto cercano a la CDMX?

Se sabe que es preciso que la encuesta sea sencilla, de fácil comprensión y breve, muy breve para que la pueda entender y contestar sin lugar a duda alguna “Juan Pueblo”. Ante este pueblo que nunca se equivoca, tal vez sea oportuno recordar a otra parte del pueblo lo dicho por Oscar Wilde (1854-1900) dramaturgo y novelista irlandés: “Sólo podemos dar valor a una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda, por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor.” ¿Quiénes irán a votar?

Sin embargo, si es que el gobierno le va a endosar al pueblo y no a su representante tan vital decisión, valdría meditar sobre una breve encuesta popular que, puedo asegurar, todo “Juan Pueblo” contestaría muy gustoso porque sería para beneficio común y se aplaudiría a rabiar pero, sobre todo, sería factible.

Dicha encuesta sería: ¿Está usted de acuerdo en que bajen los precios de la gasolina, del gas, de los hidrocarburos, de la tortilla, de la ropa, de los útiles escolares quitando algunos impuestos? ¿Está usted de acuerdo en que todo el dinero del pueblo que ha sido vilmente robado, sea regresado al país para bien del pueblo? ¿Está usted de acuerdo en que a esos ladrones se les juzgue con todas las de la ley? ¿Apoyaría que se regrese al texto del artículo 22 de la Constitución de 1917? ¿Está usted dispuesto a respaldar al gobierno para que haga lo necesario y logre lo anterior?

¿Cuál creen ustedes, apreciables lectores, que sería la encuesta en que todos haríamos fila, el tiempo que fuera necesario, para contestarla? Y no se requerirían mapaches ni se andaría gritando “encuesta por encuesta; voto, por voto; casilla por casilla”. ¡¡Vaya plebiscito!! ¡¡Este sí!!

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.



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