/ sábado 12 de mayo de 2018

CARPE DIEM

EL 10 DE MAYO


El alma de la mujer ¡qué vale”!, si dentro de ella no hay un alma de madre.”


Jacinto Benavente, Dramaturgo español, Premio Nobel de Literatura (1866-1954)


Lic. Francisco Sunderland Álvarez


Muy interesante el trabajo de la señora Martha Lamas que le publica la revista Proceso y que me fue remitido ayer (jueves 10 de mayo), obligándome a dejar fuera el artículo preparado y darle prioridad a este del cual les comparto algunos fragmentos que me han parecido sobresalientes sin menoscabo del resto.

Respetando la autoría y casa editorial, busco difundir en mi columna las partes que me han parecido preeminentes con el fin de dar una mayor difusión, con todo y estar consciente del segmento que representan los editoriales y opinión en los medios impresos.

Así, señala la autora que la celebración del día 10 de mayo se derivó de una publicación de la Secretaría de Educación en 1982 en su colección “Memoria y Olvido” hecha por Martha Acevedo quien mostró que en nuestro país, la instauración del Día de la Madre, derivó de una intervención conservadora.

Esto arranca con un proceso social yucateco generado por la Revolución Mexicana que alienta un movimiento feminista que realiza su primer congreso en Yucatán en 1916 y, entre otras cosas, se aconseja a las mujeres cómo evitar embarazos no deseados mediante el método anticonceptivo de Margaret Sanger.

Entre marzo y abril de 1922, varios periódicos yucatecos emprenden una campaña contra las propuestas inmorales para regular la procreación y, el diario Excélsior, retoma la celebración estadounidense del Día de la Madre, convocando a un festejo similar con el apoyo decidido tanto del Secretario de Educación Pública, el Lic. José Vasconcelos Calderón, como del Arzobispo Primado de México, la Cruz Roja y las Cámaras de Comercio.

De 1922 a 1968, todos los 10 de mayo, Excélsior organiza festivales en los que premia a las madres más prolíficas, más heroicas, más sacrificadas e inclusive surge la iniciativa, en 1927, de construir un Monumento a la Madre que en 1949 inaugura el Presidente Miguel Alemán en la Ciudad de México, D.F.

Los seres humanos somos luces y penumbras. De tal modo, este día, muy particularmente, se promueve la idea tradicional de la maternidad como un amor incondicional que implica gran abnegación, amor, generosidad y abnegación pero – ojo – también encubre aspectos negativos o contradictorios del ejercicio maternal.

Atrás de la imagen de la “madrecita santa”, encontramos a madres hartas, agotadas, golpeadoras, ambivalentes, culposas, inseguras, deprimidas, reprimidas, que abandonan a sus hijos, los dejan encerrados o al garete. Un mito que encubre los descuidos, aberraciones y crueldades que ejercen contra sus hijos siendo, tal vez la mayoría de las ocasiones, víctimas inocentes que las volvió victimarias dolosas.

La familia es el lugar del duro trabajo no reconocido a las mujeres, en su mayoría madres. Se olvidan de lo que implican las horas de trabajo cuando surgen las privaciones que suelen acompañar las responsabilidades de la crianza.

Cabe citar a Don Severo Catalina del Amo (1832-1871) político y escritor español, que en su obra “La Mujer”, señala: “…no es la primera mujer del mundo la que más hijos ha parido, sino la que mejor los ha educado…”

Y dentro del cuerpo de este trabajo, con absoluta convicción comenté, como todos sabemos, que “Los seres humanos somos luces y penumbras.”, y así concluyo señalando que, un lugar en el que se pueden apreciar estos claroscuros, en donde resaltan las madres “positivas” con amor, sacrificio, generosas, abnegadas, etc., y también las “negativas” con su hartazgo, agotamiento, golpeadoras, ambivalentes, culposas, inseguras, deprimidas, etc., es en donde se encuentran las criaturas abandonadas, física o moralmente.

Simplemente visiten ustedes, apreciables lectores, cualquier Casa Cuna de cualquier ciudad, y se encontrarán que las criaturas que ahí han llegado por padres desobligados y madres “negativas”, y que quienes cuidan a esos seres indefensos como amorosas madres “positivas” son las manos de las enfermeras, las voluntarias, trabajadoras sociales, nutriólogas, etc., que se desvelan por niños bajo su custodia.

Sería interesante ver hasta dónde llega la generosidad y solidaridad humanas.

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.

fsacomentarios@gmail.com

EL 10 DE MAYO


El alma de la mujer ¡qué vale”!, si dentro de ella no hay un alma de madre.”


Jacinto Benavente, Dramaturgo español, Premio Nobel de Literatura (1866-1954)


Lic. Francisco Sunderland Álvarez


Muy interesante el trabajo de la señora Martha Lamas que le publica la revista Proceso y que me fue remitido ayer (jueves 10 de mayo), obligándome a dejar fuera el artículo preparado y darle prioridad a este del cual les comparto algunos fragmentos que me han parecido sobresalientes sin menoscabo del resto.

Respetando la autoría y casa editorial, busco difundir en mi columna las partes que me han parecido preeminentes con el fin de dar una mayor difusión, con todo y estar consciente del segmento que representan los editoriales y opinión en los medios impresos.

Así, señala la autora que la celebración del día 10 de mayo se derivó de una publicación de la Secretaría de Educación en 1982 en su colección “Memoria y Olvido” hecha por Martha Acevedo quien mostró que en nuestro país, la instauración del Día de la Madre, derivó de una intervención conservadora.

Esto arranca con un proceso social yucateco generado por la Revolución Mexicana que alienta un movimiento feminista que realiza su primer congreso en Yucatán en 1916 y, entre otras cosas, se aconseja a las mujeres cómo evitar embarazos no deseados mediante el método anticonceptivo de Margaret Sanger.

Entre marzo y abril de 1922, varios periódicos yucatecos emprenden una campaña contra las propuestas inmorales para regular la procreación y, el diario Excélsior, retoma la celebración estadounidense del Día de la Madre, convocando a un festejo similar con el apoyo decidido tanto del Secretario de Educación Pública, el Lic. José Vasconcelos Calderón, como del Arzobispo Primado de México, la Cruz Roja y las Cámaras de Comercio.

De 1922 a 1968, todos los 10 de mayo, Excélsior organiza festivales en los que premia a las madres más prolíficas, más heroicas, más sacrificadas e inclusive surge la iniciativa, en 1927, de construir un Monumento a la Madre que en 1949 inaugura el Presidente Miguel Alemán en la Ciudad de México, D.F.

Los seres humanos somos luces y penumbras. De tal modo, este día, muy particularmente, se promueve la idea tradicional de la maternidad como un amor incondicional que implica gran abnegación, amor, generosidad y abnegación pero – ojo – también encubre aspectos negativos o contradictorios del ejercicio maternal.

Atrás de la imagen de la “madrecita santa”, encontramos a madres hartas, agotadas, golpeadoras, ambivalentes, culposas, inseguras, deprimidas, reprimidas, que abandonan a sus hijos, los dejan encerrados o al garete. Un mito que encubre los descuidos, aberraciones y crueldades que ejercen contra sus hijos siendo, tal vez la mayoría de las ocasiones, víctimas inocentes que las volvió victimarias dolosas.

La familia es el lugar del duro trabajo no reconocido a las mujeres, en su mayoría madres. Se olvidan de lo que implican las horas de trabajo cuando surgen las privaciones que suelen acompañar las responsabilidades de la crianza.

Cabe citar a Don Severo Catalina del Amo (1832-1871) político y escritor español, que en su obra “La Mujer”, señala: “…no es la primera mujer del mundo la que más hijos ha parido, sino la que mejor los ha educado…”

Y dentro del cuerpo de este trabajo, con absoluta convicción comenté, como todos sabemos, que “Los seres humanos somos luces y penumbras.”, y así concluyo señalando que, un lugar en el que se pueden apreciar estos claroscuros, en donde resaltan las madres “positivas” con amor, sacrificio, generosas, abnegadas, etc., y también las “negativas” con su hartazgo, agotamiento, golpeadoras, ambivalentes, culposas, inseguras, deprimidas, etc., es en donde se encuentran las criaturas abandonadas, física o moralmente.

Simplemente visiten ustedes, apreciables lectores, cualquier Casa Cuna de cualquier ciudad, y se encontrarán que las criaturas que ahí han llegado por padres desobligados y madres “negativas”, y que quienes cuidan a esos seres indefensos como amorosas madres “positivas” son las manos de las enfermeras, las voluntarias, trabajadoras sociales, nutriólogas, etc., que se desvelan por niños bajo su custodia.

Sería interesante ver hasta dónde llega la generosidad y solidaridad humanas.

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.

fsacomentarios@gmail.com

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