/ viernes 5 de junio de 2020

ALERTA AGROPECUARIA

El futuro del campo… después de la pandemia del covid-19.

Entre los importantes cambios que plantea el nuevo escenario mundial, con sus vertiginosos avances tecnológicos y las cada vez más frecuentes coyunturas ideológicas y políticas, parecería que el campo es una área de oportunidades para producir alimentos y satisfacer la demanda de la sociedad civil, tal parece que se va estancando y quedando obsoleta, toda vez “.

Que este sector, demuestra que es estratégico para la actividad económica y la vida del estado y del país durante muchos años es y ha sido “invisibilizado, marginado y menospreciado por políticas neoliberales, se pensó que nuestro estado y consecuentemente el país podía tener alimentos sin producirlos, a partir de la importación. Hoy, nos estamos dando cuenta que gracias a la persistencia y a la resistencia de los campesinos y las comunidades indígenas, el flujo de la producción de alimentos permanece”.

Y es que, ante el impactante influjo del mercado y el talón de Aquiles la comercialización, los altos costos de producción, el cambio climático, la contaminación ambiental, la inseguridad, la pandemia del covid-19 y las nuevas realidades sociales, los Estados penosamente se han visto disminuidos en su capacidad para regular y articular las normas que rigen nuestras sociedades.

Sin embargo, al mismo tiempo, resulta imposible aceptar que estos insólitos hechos van a orillarnos a prescindir de la noche a la mañana de la técnica y la práctica de cultivar la tierra para producir alimentos, o incluso nos forzarán a permanecer indiferentes y ser cómplices de un sector primario que clama por la subsistencia del ejido y la comunidad rural.

Hacemos un llamado de Alerta Agropecuaria, a los tres órdenes de gobierno para que cambien su mentalidad frente a todos esos contextos que impactan la producción de alimentos del campo, hoy más que nunca los cultivadores de la tierra, y en especial aquellos que se dedican a su cultivo de autoconsumo, debemos estar atentos y realizar una profunda reflexión respecto a las formas en cómo entendemos al sistema del sector primario.

¿Cómo cambiar la mentalidad de miles de burócratas que su único trabajo es atender las necesidades del campo para producir nuestros sagrados alimentos?, De ahí que la clave para abordar este nuevo contexto radique en repensar los modelos obsoletos de producción, desde la educación rural en los que se estarán formando los futuros agricultores del campo, las nuevas generaciones que han crecido con este virus invisible que ataca a todas clases sociales, afectando principalmente a nuestros amigos productores del campo: diabéticos, hipertensos, obesos, desnutridos, mujeres, hombres adultos mayores y grupos vulnerables.

Nos preocupa que paralelamente a la migración crezca la pobreza y la desigualdad social. Porque si seguimos entendiendo el campo como algo estático, como un mero conjunto de personas que, con el simple hecho de vivir en el medio rural bastas en para transformar la realidad, tarde que temprano, nos llevaremos una gran decepción. La apuesta de cualquier institución educativa o que incide en el desarrollo del campo, que aspire a estar actualizada, a convertir productores capaces de liderar los procesos de cambio social, a entender las normas como catalizadores de los vínculos relacionales de los ciudadanos en este entorno globalizado, debe enfocarse en las personas, es decir, en aquellos que accionan el derecho a producir alimentos.

En formar servidores públicos que estén dispuestos a ser creativos, innovadores, pero sobre todo, sensibles a las problemáticas de los campesinos. “Por eso, es necesario encontrar un adecuado equilibrio entre esa formación”.

Cuando, por lo general, estas profundas transformaciones tecnológicas en las dinámicas del campo, casi siempre, se plantean en términos alarmistas y centrando su atención en la deshumanización del papel de los campesinos, se olvida que si estos conocen los límites éticos de su actuar y utilizan sus habilidades para fomentar la autogestión, sus potencialidades dependerán de la correcta y creativa armonización de las propias dinámicas de la producción rural con su correspondiente sentido de responsabilidad social y comunitaria.

En las tierras de la República mexicana se cultiva el 55 por ciento de los alimentos que llegan a la mesa de los que se han podido quedar en casa y de los que no. El campo no para..!! No obstante el futuro del campo es incierto y obsoleto, Pero estimado lector, Usted tiene la mejor opinión.

CONÉCTATE con nosotros: catarino_mg@hotmail.com; Facebook: catarino mendoza Gutiérrez; twiter: @Ingcatarino

El futuro del campo… después de la pandemia del covid-19.

Entre los importantes cambios que plantea el nuevo escenario mundial, con sus vertiginosos avances tecnológicos y las cada vez más frecuentes coyunturas ideológicas y políticas, parecería que el campo es una área de oportunidades para producir alimentos y satisfacer la demanda de la sociedad civil, tal parece que se va estancando y quedando obsoleta, toda vez “.

Que este sector, demuestra que es estratégico para la actividad económica y la vida del estado y del país durante muchos años es y ha sido “invisibilizado, marginado y menospreciado por políticas neoliberales, se pensó que nuestro estado y consecuentemente el país podía tener alimentos sin producirlos, a partir de la importación. Hoy, nos estamos dando cuenta que gracias a la persistencia y a la resistencia de los campesinos y las comunidades indígenas, el flujo de la producción de alimentos permanece”.

Y es que, ante el impactante influjo del mercado y el talón de Aquiles la comercialización, los altos costos de producción, el cambio climático, la contaminación ambiental, la inseguridad, la pandemia del covid-19 y las nuevas realidades sociales, los Estados penosamente se han visto disminuidos en su capacidad para regular y articular las normas que rigen nuestras sociedades.

Sin embargo, al mismo tiempo, resulta imposible aceptar que estos insólitos hechos van a orillarnos a prescindir de la noche a la mañana de la técnica y la práctica de cultivar la tierra para producir alimentos, o incluso nos forzarán a permanecer indiferentes y ser cómplices de un sector primario que clama por la subsistencia del ejido y la comunidad rural.

Hacemos un llamado de Alerta Agropecuaria, a los tres órdenes de gobierno para que cambien su mentalidad frente a todos esos contextos que impactan la producción de alimentos del campo, hoy más que nunca los cultivadores de la tierra, y en especial aquellos que se dedican a su cultivo de autoconsumo, debemos estar atentos y realizar una profunda reflexión respecto a las formas en cómo entendemos al sistema del sector primario.

¿Cómo cambiar la mentalidad de miles de burócratas que su único trabajo es atender las necesidades del campo para producir nuestros sagrados alimentos?, De ahí que la clave para abordar este nuevo contexto radique en repensar los modelos obsoletos de producción, desde la educación rural en los que se estarán formando los futuros agricultores del campo, las nuevas generaciones que han crecido con este virus invisible que ataca a todas clases sociales, afectando principalmente a nuestros amigos productores del campo: diabéticos, hipertensos, obesos, desnutridos, mujeres, hombres adultos mayores y grupos vulnerables.

Nos preocupa que paralelamente a la migración crezca la pobreza y la desigualdad social. Porque si seguimos entendiendo el campo como algo estático, como un mero conjunto de personas que, con el simple hecho de vivir en el medio rural bastas en para transformar la realidad, tarde que temprano, nos llevaremos una gran decepción. La apuesta de cualquier institución educativa o que incide en el desarrollo del campo, que aspire a estar actualizada, a convertir productores capaces de liderar los procesos de cambio social, a entender las normas como catalizadores de los vínculos relacionales de los ciudadanos en este entorno globalizado, debe enfocarse en las personas, es decir, en aquellos que accionan el derecho a producir alimentos.

En formar servidores públicos que estén dispuestos a ser creativos, innovadores, pero sobre todo, sensibles a las problemáticas de los campesinos. “Por eso, es necesario encontrar un adecuado equilibrio entre esa formación”.

Cuando, por lo general, estas profundas transformaciones tecnológicas en las dinámicas del campo, casi siempre, se plantean en términos alarmistas y centrando su atención en la deshumanización del papel de los campesinos, se olvida que si estos conocen los límites éticos de su actuar y utilizan sus habilidades para fomentar la autogestión, sus potencialidades dependerán de la correcta y creativa armonización de las propias dinámicas de la producción rural con su correspondiente sentido de responsabilidad social y comunitaria.

En las tierras de la República mexicana se cultiva el 55 por ciento de los alimentos que llegan a la mesa de los que se han podido quedar en casa y de los que no. El campo no para..!! No obstante el futuro del campo es incierto y obsoleto, Pero estimado lector, Usted tiene la mejor opinión.

CONÉCTATE con nosotros: catarino_mg@hotmail.com; Facebook: catarino mendoza Gutiérrez; twiter: @Ingcatarino