/ domingo 5 de mayo de 2019

A PROPÓSITO DEL DÍA DEL NIÑO…


El 30 de abril de 1924 se festejó por primera vez en México, el Día del Niño, siendo titular del poder ejecutivo federal, el general Álvaro Obregón. Este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador les ofreció un desayuno a infantes de diferentes estados de la República. En Guanajuato, la sección 45 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación les organizó un festival. Hicieron lo propio educadoras de todas las escuelas. En Irapuato, el parque Irecua, dirigido por la ingeniera Esther Córdoba Aguirre recibió cientos de niñas y niños en magno evento.

Por mi parte, encontré en las redes sociales dos frases que me hicieron reflexionar; en esta entrega las comparto: “No hay niños difíciles. Lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y con prisa”. Si todos los días corremos de un lado a otro para cumplir con nuestros compromisos ¿a qué hora educamos a nuestros hijos?, Si andamos cansados y estresados, ¿cómo atendemos a nuestros alumnos? Segunda frase: “Los niños son el reflejo de la bondad olvidada de los adultos”. ¿Nos asombraremos saber que el crimen organizado ha reclutado a cientos de niñas, niños y adolescentes para sus fines perversos, cuando de nosotros no reciben afecto y ni siquiera los escuchamos?

Vivimos en una sociedad muy violenta, ¿qué estamos haciendo como adultos, para que niñas, niños y adolescentes apliquen las normas de una cultura de paz? ¿Qué estamos haciendo como padres y maestros para que los infantes aprendan a manejar sus emociones? Es muy común que los adultos utilicemos la violencia física y verbal para formar a menores, incluso sin razonar, sino por el desbordamiento natural por situaciones personales, cayendo en el maltrato, psicológico o físico. El primero es cualquier actitud que provoque en el niño sentimiento de descalificación o humillación: amenazas, intimidación o provocación del sentimiento de culpa. El maltrato físico o castigo corporal se refiere a cualquier castigo que incluya el uso de la fuerza, provocando daño a corto o largo plazo, en ocasiones para toda la vida. A pesar de las distintas corrientes psicológicas, hay aceptación general sobre las consecuencias de educar con violencia física o psicológica, a saber:


  1. A pesar de lo que pensamos los adultos, educar a los niños con violencia psicológica es tan grave o más, que la violencia física.


  2. Las agresiones afectan la autoestima y la confianza en los demás.


  3. El niño o niña agredido aprenderá que los problemas cotidianos sólo se podrán resolver con violencia.


  4. Lo que enseña la violencia no es, portarse bien sino sólo a evitar el castigo.


  5. Las niñas, niños y adolescentes que crecen con personas autoritarias, en hogares donde se emplean métodos violentos para educar, lo más probable es que ellos también sean autoritarios y pocos dados a conciliar o llegar a acuerdos.


  6. Ser agredidos, en período de formación, por personas que se aman (Padre, madre, abuelos, tíos o hermanos) es muy complejo superarlo, pues produce sentimiento de desamparo, impotencia y tristeza.


  7. Crecer en una familia que forma con violencia física o psicológica altera el desarrollo fisiológico del cerebro con las consecuencias que trae consigo.

A las personas adultas nos interesa que nuestras niñas, niños y adolescentes tengan todo lo necesario para alimentarse, vestirse, los útiles escolares, y los medicamentos, si se enferman; es decir, cubrir las necesidades materiales, olvidando que lo más importante es todo lo que no se puede comprar con dinero, es decir: respeto, comprensión y amor. Lo que los psicólogos llaman: Buen clima familiar y estilo de crianza correcto, lo cual no implica que no existan problemas en la familia sino formas armónicas de resolverlos.

Si sociedad y gobierno trabajan para tener mejores familias, y si los padres luchamos por mejorar nuestro clima familiar, seguramente disminuirá la violencia y tendremos mejores seres humanos. A propósito del Día del Niño… gracias por la educación que recibí de mis padres.




El 30 de abril de 1924 se festejó por primera vez en México, el Día del Niño, siendo titular del poder ejecutivo federal, el general Álvaro Obregón. Este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador les ofreció un desayuno a infantes de diferentes estados de la República. En Guanajuato, la sección 45 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación les organizó un festival. Hicieron lo propio educadoras de todas las escuelas. En Irapuato, el parque Irecua, dirigido por la ingeniera Esther Córdoba Aguirre recibió cientos de niñas y niños en magno evento.

Por mi parte, encontré en las redes sociales dos frases que me hicieron reflexionar; en esta entrega las comparto: “No hay niños difíciles. Lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y con prisa”. Si todos los días corremos de un lado a otro para cumplir con nuestros compromisos ¿a qué hora educamos a nuestros hijos?, Si andamos cansados y estresados, ¿cómo atendemos a nuestros alumnos? Segunda frase: “Los niños son el reflejo de la bondad olvidada de los adultos”. ¿Nos asombraremos saber que el crimen organizado ha reclutado a cientos de niñas, niños y adolescentes para sus fines perversos, cuando de nosotros no reciben afecto y ni siquiera los escuchamos?

Vivimos en una sociedad muy violenta, ¿qué estamos haciendo como adultos, para que niñas, niños y adolescentes apliquen las normas de una cultura de paz? ¿Qué estamos haciendo como padres y maestros para que los infantes aprendan a manejar sus emociones? Es muy común que los adultos utilicemos la violencia física y verbal para formar a menores, incluso sin razonar, sino por el desbordamiento natural por situaciones personales, cayendo en el maltrato, psicológico o físico. El primero es cualquier actitud que provoque en el niño sentimiento de descalificación o humillación: amenazas, intimidación o provocación del sentimiento de culpa. El maltrato físico o castigo corporal se refiere a cualquier castigo que incluya el uso de la fuerza, provocando daño a corto o largo plazo, en ocasiones para toda la vida. A pesar de las distintas corrientes psicológicas, hay aceptación general sobre las consecuencias de educar con violencia física o psicológica, a saber:


  1. A pesar de lo que pensamos los adultos, educar a los niños con violencia psicológica es tan grave o más, que la violencia física.


  2. Las agresiones afectan la autoestima y la confianza en los demás.


  3. El niño o niña agredido aprenderá que los problemas cotidianos sólo se podrán resolver con violencia.


  4. Lo que enseña la violencia no es, portarse bien sino sólo a evitar el castigo.


  5. Las niñas, niños y adolescentes que crecen con personas autoritarias, en hogares donde se emplean métodos violentos para educar, lo más probable es que ellos también sean autoritarios y pocos dados a conciliar o llegar a acuerdos.


  6. Ser agredidos, en período de formación, por personas que se aman (Padre, madre, abuelos, tíos o hermanos) es muy complejo superarlo, pues produce sentimiento de desamparo, impotencia y tristeza.


  7. Crecer en una familia que forma con violencia física o psicológica altera el desarrollo fisiológico del cerebro con las consecuencias que trae consigo.

A las personas adultas nos interesa que nuestras niñas, niños y adolescentes tengan todo lo necesario para alimentarse, vestirse, los útiles escolares, y los medicamentos, si se enferman; es decir, cubrir las necesidades materiales, olvidando que lo más importante es todo lo que no se puede comprar con dinero, es decir: respeto, comprensión y amor. Lo que los psicólogos llaman: Buen clima familiar y estilo de crianza correcto, lo cual no implica que no existan problemas en la familia sino formas armónicas de resolverlos.

Si sociedad y gobierno trabajan para tener mejores familias, y si los padres luchamos por mejorar nuestro clima familiar, seguramente disminuirá la violencia y tendremos mejores seres humanos. A propósito del Día del Niño… gracias por la educación que recibí de mis padres.