/ domingo 29 de mayo de 2022

2.1 MILLONES DESEMPLEADOS, 5.2 MILLONES SUB OCUPADOS: 54.6% INFORMALES

Este 1º de mayo millones de mexicanas y mexicanos no tuvieron trabajo qué celebrar. Revisemos datos de quienes hoy no trabajan; y de los que sí trabajan, en qué condiciones lo hacen. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en febrero del 2022, la Población Económicamente Activa (de 15 años y más) fuimos 58.2 millones de personas (58.7% del total de población). De éstas, 56.1 millones (96.3%), estuvieron ocupadas en febrero, y 2.2 millones desocupadas, y sin ingresos. Del total de ocupadas, 38 millones operaron con plaza de trabajo; 12.8 millones por su cuenta y sin empleados; 3 millones fueron patrones, y 2.3 millones se desempeñaron en negocios o parcelas familiares, sin sueldo, ni prestación de seguridad alguna. De las ocupadas, las sub-ocupadas (por tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas) fueron 5.2 millones de personas (9.2% de la población ocupada). Y la Población No económicamente activa fue de 42.8 millones de personas (menores de 15 años, adultos de gran edad).

Personas ocupadas en la informalidad fueron 30.6 millones (54.6 % de la ocupada): una tercera parte de la población sin servicio médico, vacaciones, aguinaldo, infonavit, ni posibilidad de jubilarse o pensionarse, por más que se “soben el lomo”. Los desempleados y subempleados están peor. El ciclo intergeneracional de la pobreza se agravó estos últimos 3 años.

De la población desocupada, por sexo, la masculina fue de1.3 millones, y la femenina 0.9 millones de personas. En febrero de este año, 12.4% de los desocupados no contaba con estudios completos de secundaria, los de mayor nivel de instrucción representaron 87.5% de desocupados (la escolarización ya no garantiza trabajo). Por rangos de edad, el grupo de 25 a 44 años concentró 45.9% de la población desocupada. El grupo de 15 a 24 años conforman al 28.7% de desempleados, 4.5 puntos porcentuales por debajo de la reportada un año antes; y el de 45 a 64 años agrupó a 23.3%, un alza de 2.7 puntos porcentuales; son los más “desechables”. Por duración del desempleo, a febrero de 2022: 33.9% duró desempleada más de 1 mes y hasta 3 meses, y 42.7% permaneció en la búsqueda de un empleo hasta por más un año.

Si bien la economía y el mercado laboral han registrado una leve recuperación luego del Covid-19, el porcentaje de la población en pobreza laboral aún no alcanza los niveles registrados antes del inicio de la pandemia. Y considerando el incremento de la inflación general (el “impuesto más gravoso para los pobres”), se presenta una reducción del ingreso per cápita del 0.9%, al pasar de $2,769.23 a $2,745.32, siendo mayor la caída del ingreso laboral entre los trabajadores formales (2.8%) que entre los informales. Esto explica las conclusiones del Coneval: hoy 43.9% de la población, esto es, 55.7 millones de mexicanos están en situación de pobreza (3.8 millones de pobres más que en 2018). Y más grave aún, la población en pobreza extrema pasó de 14% a 17.2%, de 8.7 millones a 10.8 millones de personas, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Inegi). El derecho a la vida se expresa en el derecho al medio básico para la conservación de la vida, que es el trabajo. Por nuestra propia naturaleza, cada quien tenemos la capacidad y la necesidad de trabajar, esto es, de desarrollar nuestra actividad para contribuir a la solución de las necesidades humanas de todo tipo. No olvidemos los aspectos penosos y difíciles de fatiga, rutina y tedio, insuficiencia económica y carencias de trato humano que viven nuestros trabajadores. Insistamos en que el derecho al trabajo debe referirse al derecho de contar en la sociedad con una economía que genere puestos de trabajo en medida suficiente, con productividad comprobada y estabilidad monetaria. Nos urge una economía justa y progresiva, sobre la base de un orden político honrado y capaz. Este es el reto hoy no atendido y que nos debe ocupar.

Este 1º de mayo millones de mexicanas y mexicanos no tuvieron trabajo qué celebrar. Revisemos datos de quienes hoy no trabajan; y de los que sí trabajan, en qué condiciones lo hacen. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en febrero del 2022, la Población Económicamente Activa (de 15 años y más) fuimos 58.2 millones de personas (58.7% del total de población). De éstas, 56.1 millones (96.3%), estuvieron ocupadas en febrero, y 2.2 millones desocupadas, y sin ingresos. Del total de ocupadas, 38 millones operaron con plaza de trabajo; 12.8 millones por su cuenta y sin empleados; 3 millones fueron patrones, y 2.3 millones se desempeñaron en negocios o parcelas familiares, sin sueldo, ni prestación de seguridad alguna. De las ocupadas, las sub-ocupadas (por tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas) fueron 5.2 millones de personas (9.2% de la población ocupada). Y la Población No económicamente activa fue de 42.8 millones de personas (menores de 15 años, adultos de gran edad).

Personas ocupadas en la informalidad fueron 30.6 millones (54.6 % de la ocupada): una tercera parte de la población sin servicio médico, vacaciones, aguinaldo, infonavit, ni posibilidad de jubilarse o pensionarse, por más que se “soben el lomo”. Los desempleados y subempleados están peor. El ciclo intergeneracional de la pobreza se agravó estos últimos 3 años.

De la población desocupada, por sexo, la masculina fue de1.3 millones, y la femenina 0.9 millones de personas. En febrero de este año, 12.4% de los desocupados no contaba con estudios completos de secundaria, los de mayor nivel de instrucción representaron 87.5% de desocupados (la escolarización ya no garantiza trabajo). Por rangos de edad, el grupo de 25 a 44 años concentró 45.9% de la población desocupada. El grupo de 15 a 24 años conforman al 28.7% de desempleados, 4.5 puntos porcentuales por debajo de la reportada un año antes; y el de 45 a 64 años agrupó a 23.3%, un alza de 2.7 puntos porcentuales; son los más “desechables”. Por duración del desempleo, a febrero de 2022: 33.9% duró desempleada más de 1 mes y hasta 3 meses, y 42.7% permaneció en la búsqueda de un empleo hasta por más un año.

Si bien la economía y el mercado laboral han registrado una leve recuperación luego del Covid-19, el porcentaje de la población en pobreza laboral aún no alcanza los niveles registrados antes del inicio de la pandemia. Y considerando el incremento de la inflación general (el “impuesto más gravoso para los pobres”), se presenta una reducción del ingreso per cápita del 0.9%, al pasar de $2,769.23 a $2,745.32, siendo mayor la caída del ingreso laboral entre los trabajadores formales (2.8%) que entre los informales. Esto explica las conclusiones del Coneval: hoy 43.9% de la población, esto es, 55.7 millones de mexicanos están en situación de pobreza (3.8 millones de pobres más que en 2018). Y más grave aún, la población en pobreza extrema pasó de 14% a 17.2%, de 8.7 millones a 10.8 millones de personas, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Inegi). El derecho a la vida se expresa en el derecho al medio básico para la conservación de la vida, que es el trabajo. Por nuestra propia naturaleza, cada quien tenemos la capacidad y la necesidad de trabajar, esto es, de desarrollar nuestra actividad para contribuir a la solución de las necesidades humanas de todo tipo. No olvidemos los aspectos penosos y difíciles de fatiga, rutina y tedio, insuficiencia económica y carencias de trato humano que viven nuestros trabajadores. Insistamos en que el derecho al trabajo debe referirse al derecho de contar en la sociedad con una economía que genere puestos de trabajo en medida suficiente, con productividad comprobada y estabilidad monetaria. Nos urge una economía justa y progresiva, sobre la base de un orden político honrado y capaz. Este es el reto hoy no atendido y que nos debe ocupar.